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Dos visiones contrapuestas del periodismo

Reporteros Sin Fronteras y el crimen de Couso

Fuentes: La Arena

Reporteros Sin Fronteras es una ONG con presidente vitalicio y financiada por multinacionales. Coherente con esa base material e ideológica, denuncia a Cuba como el peor país de América Latina en materia de libertad de prensa. Pero la realidad registra muertes de periodistas en Irak, como José Couso, por disparo de un tanque de EE.UU. […]

Reporteros Sin Fronteras es una ONG con presidente vitalicio y financiada por multinacionales. Coherente con esa base material e ideológica, denuncia a Cuba como el peor país de América Latina en materia de libertad de prensa. Pero la realidad registra muertes de periodistas en Irak, como José Couso, por disparo de un tanque de EE.UU.

El dinero de Ménard

Robert Ménard preside de por vida de Reporteros Sin Fronteras, nombre engañoso porque tiene bien delimitadas sus fronteras ideológicas.

En la agresión de 1999 de la OTAN contra Yugoslavia murieron 16 periodistas al ser bombardeado el edificio de la radio y televisión de Serbia. El reporte de 2000 de RSF no los mencionó. Posiblemente la amnesia sobrevino porque esta entidad recibía aportes millonarios de los conocidos fabricantes de armas Jean-Guy Lagardère y Serge Dassault.

En noviembre del año pasado, en un foro de internet organizado por el semanario Le Nouvel Observateur, Ménard admitió que el presupuesto anual de su organización era de más de 4 millones de dólares. Aunque trató de justificar que la mayor parte lo recauda con subasta de notas y fotos, en verdad por estos conceptos le entran unos pocos miles de euros.

El dinero grande viene de empresas y la propia CIA, que tiene en «Reporteros» su punta de lanza para atacar a Cuba. Entre las firmas que cotizan y venden a RSF en los medios están Publicis, una multinacional que detenta una buena porción del negocio publicitario internacional, su socia neoyorquina Saatchi & Saatchi y la francesa Vivendi, por medio de su rama Vivendi Universal Publishing Services.

Ménard actuó por cuenta de la CIA en 1998 cuando captó a periodistas cubanos para la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA). Tuvo la mala suerte de reclutar y revelar sus planes a quien simulaba ser un mercenario pero era agente de la seguridad cubana, Néstor Baguer.

Con esos antecedentes, nadie debió sorprenderse de que hace unos días se difundiera el ranking preparado por RSF y el gobierno cubano apareciera como el peor de la región en libertad de prensa. La Habana mejoró su penúltima posición entre los «malos» de todo el mundo» a la séptima, pero sólo porque en otros países la situación se deterioró más. Ménard no quiso darle a Fidel Castro ni siquiera ese irónico margen de mejoría.

Pura subjetividad

El criterio con que el parisino arma su campeonato de libertad de prensa se parece como una gota de agua a otra a los utilizados en esta región del mundo por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Ambas ponen como blanco central de sus ataques a Cuba y Venezuela.

A Castro lo mandaron al fondo de la tabla por haber detenido a 70 contrarrevolucionarios en marzo de 2003, que fueron llevados a juicio por ser agentes de la superpotencia que atenta contra su país. Sólo cuatro eran periodistas y el más conocido, Raúl Rivero, ya fue liberado por razones de salud.

Cómo estará de empañada ideológicamente la visión de Ménard que ubica a Cuba como el peor de América Latina, siendo que la isla no registró ningún caso de ejecución extrajudicial ni desaparición forzada ni tortura de personas, no ya de algún periodista. En contraste, «Reporteros» ubica mucho mejor a Colombia, donde los sucesivos gobiernos y sus militares y «paras» asesinaron a cien periodistas en los últimos tres lustros.

La explicación es muy sencilla. Menárd está relacionado políticamente y tiene negocios con la Freedom House del agente de la CIA Frank Calzón, y con el ex rey de la pizza y ex capitán de marines en Vietnam, Leopoldo Fernández Pujals, reinsertado en la gusanera de Miami.

En yunta con la SIP presidida por Alejo Miró Quesada Cisneros, de El Comercio de Lima, RSF tira con munición gruesa contra Hugo Chávez. Una de sus embestidas conjuntas fue a fines de 2004 contra la « Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión de la República Bolivariana de Venezuela». Decían que era una «ley mordaza» pero en realidad defendían a los grandes medios privados, especialmente al zar de la TV y amigo de José María Aznar, Gustavo Cisneros.

El informe de «Reporteros» ubica tres zonas donde la libertad de prensa estaría más agredida: Asia Oriental (Birmania, China, Vietnam y Laos); Asia Central (Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajstán) y Medio Oriente (Irán, Irak, Arabia Saudita y Siria). Ya mencionamos los supuestos peligros en América Latina. Cualquier coincidencia con el diagnóstico del Departamento de Estado y la CIA no es mera casualidad.

Con los tanques

Que Ménard se negara a hacer gestiones por la vida del periodista afroamericano Mumia Abu Jamal, desde 1982 en el corredor de la muerte, era previsible. «No hemos hecho nada, ni haremos nada. No se trata de un tema de libertad de prensa», contestó en el foro de Le Nouvel Observateur sobre aquel prisionero en EE.UU.

Sin embargo, no era tan claro que operara en contra de la difusión del caso de José Couso, camarógrafo de Telecinco de España, asesinado el 8 de octubre de 2003 en el Hotel Palestina de Bagdad. Couso murió al ser alcanzado por un obús de un tanque estadounidense contra ese hotel donde se hospedaba la prensa internacional desde antes de la ocupación militar.

Graficando los dos perfiles antagónicos de periodismo, el mismo día que Ménard difundía su mendaz informe, los familiares y amigos de Couso daban a conocer la resolución del juez Santiago Pedraz Gómez, del Juzgado Central de Instrucción n° 1 de la Audiencia Nacional, reclamando la extradición a España de tres militares implicados en el crimen.

Los reclamados son el Sargento Thomas Gibson, de la Compañía A del Regimiento de Blindados nº 64 de la Tercera División de Infantería Acorazada del Ejército de EE.UU., autor del disparo; el Capitán Philiph Wolford, al mando de la Unidad de Blindados de la compañía A del Regimiento de Blindados nº 64 de la Tercera División de Infantería Acorazada, que lo autorizó; y el teniente Coronel Philiph de Camp, al mando del Regimiento de Blindados número 64 de la Tercera División de Infantería Acorazada, quien ordenó el tiro de obús.

Ese proyectil no sólo mató al camarógrafo español sino también al reportero Taras Protsyuk, de la agencia Reuters. El mismo día fueron bombardeadas las cadenas árabes Al Jazeera y Abu Dhabis TV, matando al periodista Tareq Ayub. Luego las tropas de ocupación asesinaron a Mazen Dana de Reuters, a Alí al Jabit y Alí Abdel Asís de Al Arabiya TV. Y se salvó de milagro la periodista italiana Giuliana Sgrena, tiroteada por los marines cuando era trasladada al aeropuerto tras ser liberada.

La resolución del juez español se quejó de la «nula colaboración por parte de las autoridades estadounidenses a las dos peticiones de auxilio judicial emitidas por el Juzgado en fecha 21 de abril de 2004 y 6 de junio de 2005». Así acusaba a Washington de no informar sobre actuaciones respecto a lo sucedido en el piso 15 del hotel bagdadí y de no tomar indagatoria a los tres inculpados.

¿Acaso George W. Bush le llevará el apunte a la justicia de Madrid y extradirá a los asesinos del periodista? Altamente improbable, tanto o más que Ménard se decida a poner el caso Couso sobre el tapete internacional. Su metier es otro: atacar a Fidel Castro por defenderse del bloqueo y el terrorismo, y ocultar las muertes de periodistas causadas por obuses lanzados por Abrams M1 a la vera del Tigris. Lo dicho, «Reporteros» tiene fronteras ideológicas y sponsors millonarios.