Adriano Celentano, popular cantante de los años ’60, está conduciendo Rockpolitik, un programa que mezcla política con entretenimiento. Después de la primera emisión se ha desatado una feroz polémica entre la coalición de gobierno del magnate televisivo Silvio Berlusconi y la oposición liderada por Romano Prodi.Según Berlusconi y sus aliados, Celentano está haciendo un uso […]
Adriano Celentano, popular cantante de los años ’60, está conduciendo Rockpolitik, un programa que mezcla política con entretenimiento. Después de la primera emisión se ha desatado una feroz polémica entre la coalición de gobierno del magnate televisivo Silvio Berlusconi y la oposición liderada por Romano Prodi.
Según Berlusconi y sus aliados, Celentano está haciendo un uso partidista de la televisión pública. Para los partidarios del cantante se trataría solo de un sano ejercicio de sátira política. La culpa del veterano hombre del espectáculo es haber recordado a los italianos algunos episodios de la reciente vida política del país, en particular la expulsión de las cadenas de televisión publicas de los periodistas Enzo Biagi y Michele Santoro y del cómico Daniele Luttazzi.
Los hechos ocurrieron en 2001 cuando Berlusconi, en una rueda de prensa durante su visita a Bulgaria, ordenó a los nuevos directivos de la televisión publica que prescindirán de los servicios de estos periodistas, acusándolos de atacarle y de manipular a la opinión publica en su contra. Sucesivamente los tres fueron despedidos de la RAI.
El episodio ha vuelto a la atención de los italianos porque Santoro – recientemente nombrado europarlamentario en la filas del principal partido opositor- ha sido invitado por Celentano a participar al programa. En el se habló de la libertad de prensa en Italia y de la intromisión del poder político en los medios de comunicación.
El argumento no gustó al Cavaliere. La masiva audiencia al programa hicieron el resto. El director del la primera cadena, afín al gobierno, amenazó con irse y todo el espectro político del centro derecha al poder pidió la cabeza del cantante y la suspensión del programa.
El nerviosismo de Berlusconi frente a un programa televisivo que une la sátira política, de gran tradición en Italia, con el entretenimiento, se explica viendo el clima político actual donde todos los pronósticos auguran a su coalición una segura derrota frente a Romano Prodi en las elecciones generales del próximo año.
El presidente del Gobierno, tras modificar la ley electoral reintroduciendo el sistema proporcional después de que en 1999 los italianos votaran su abrogación en referéndum, ahora piensa derogar también la ley que regula la participación de los partidos políticos en los medios de comunicación durante la campaña electoral.
La ley que prevé la par conditio – principio según el cual todos los partidos que compiten en unas elecciones tienen el mismo espacio en la televisión- es el próximo objetivo de la acción de gobierno para intentar mantenerse en el poder.
La nueva ley dejaría solo el 30 por ciento del espacio televisivo para repartirse de forma igualitaria entre los partidos, mientras que el restante 70 por ciento se liberalizaría, es decir, se adjudicaría a los partidos que puedan pagarlo.
La anomalía política italiana – un presidente de gobierno que es al mismo tiempo el mayor magnate televisivo- se vería acentuada por esta nueva situación.
A esto habría que añadir otra paradoja: la coalición de Prodi tendría que pagar a las cadenas de Berlusconi los espacios televisivos para poder trasmitir su programa político al público.
Los aliados post-democristianos de Berlusconi, encabezados por el presidente de la Cámara de los Diputados, Pierferdinando Casini, han afirmado su contrariedad a la reforma. Por otra parte la oposición se muestra unida en rechazar cualquier cambio a la ley.
Esta normativa está diseñada para garantizar la visibilidad de los partidos mas pequeños y de producirse la modificación verían reducida de manera considerable su presencia en los anuncios políticos televisados.