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España

RTVE en la encrucijada

Fuentes: Tercera Información

El nuevo modelo de televisión pública sin publicidad supone una encrucijada para sus gestores, un punto de inflexión que deja atrás condicionamientos mercantiles de sus contenidos, que se desprende del lastre dictatorial de las audiencias. Ahora que TVE deja de vender el número de sus espectadores como una mercancía a partir de la cual se […]

El nuevo modelo de televisión pública sin publicidad supone una encrucijada para sus gestores, un punto de inflexión que deja atrás condicionamientos mercantiles de sus contenidos, que se desprende del lastre dictatorial de las audiencias.

Ahora que TVE deja de vender el número de sus espectadores como una mercancía a partir de la cual se valoraba el precio de la publicidad que antes emitía, es el momento de ofrecer una programación educativa, plural y sustentada sobre el afán de culturizar a una sociedad que tiende al embrutecimiento derivado del consumo de la telebasura de las cadenas privadas.

Porque cualquiera puede dejar de sentirse estúpido mientras se distrae con informaciones adulteradas, el malsano seguimiento de vidas ajenas, falsas aspiraciones nunca satisfechas o varios patrones de una trama que invariablemente se repite en un sinfin de líneas argumentales siempre previsibles, es ahora cuando TVE se enfrenta a la oportunidad de convertirse en un servicio público más allá de intereses partidistas y al margen del control económico corporativo o de los dictados del beneficio.

El hastío del espectador hacia la publicidad es responsable, sin duda, de un mayor seguimiento de la cadena respecto a las privadas. Este crecimiento podría observarse como una oportunidad de subvertir la lógica del consumo ofreciendo puntos de vista antes censurados por los anunciantes, de manera que la principal cualidad del ente público -antaño al servicio de un ciudadano aletargado por contenidos que lo encauzaban hacia el conformismo- sea despertar la crítica hacia aquéllos que antes se anunciaban.

Esta es la principal ventaja que podríamos ganar frente a aquéllos que socavan la democracia controlando nuestros asuntos directamente o a través de un poder político y un sistema económico sometidos a sus preceptos. Una televisión pública emancipada podría enseñarnos el mundo que las privadas nos ocultan porque pertenecen o participan del saqueo al que sometemos a los países empobrecidos. Una televisión que sólo se debe a su público podría funcionar como un periódico de suscripción crítico y constructivo, llámese Diagonal o Le Monde Diplomatique, un altavoz de las organizaciones sociales o un transmisor de inquietudes al margen del mercadeo, y en esa virtud despertaría conciencias enajenadas.

La progresiva externalización de su producción hacia otras corporaciones mediáticas supone una privatización encubierta que camina en dirección contraria a lo que RTVE podría llegar a ser y a lo que sus trabajadores demandan. Seguir por esa senda conducirá casi inevitablemente a manejos nefastos para su futuro y, en ese sentido, la actual Telemadrid es un buen ejemplo de ello. En manos de poderes políticos completamente sometidos al mercadeo de las transnacionales, cuyo discurso aboga por la privatización del tejido público aún intacto, la estrategia consiste en una mala gestión económica y una utilización descarada del medio al servicio del partido en el poder que confluyan, sin remedio, en su descrédito.

Fuente: http://blogs.tercerainformacion.es/diseccionandoelpais/2010/02/20/rtve-en-la-encrucijada/