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Sarah Palin, un monstruo creado por los medios

Fuentes: Revista Debate

La «creación del monstruo» trascendió la campaña de 2008, para mantener a Sarah Palin ante los ojos del público de forma constante. En mi opinión fue creada por los medios de comunicación incluso antes de que John McCain la eligiera como su candidata a la vicepresidencia. De hecho, la última semana se cumplieron exactamente dos […]

La «creación del monstruo» trascendió la campaña de 2008, para mantener a Sarah Palin ante los ojos del público de forma constante. En mi opinión fue creada por los medios de comunicación incluso antes de que John McCain la eligiera como su candidata a la vicepresidencia.

De hecho, la última semana se cumplieron exactamente dos años desde que se produjo un verdadero punto de inflexión en la carrera de 2008 hacia la Casa Blanca, pocas veces reconocido. Ocurrió en la Convención Demócrata, en Denver. No, no fue la buena onda que inspiraba Barack Obama, ni los resonantes discursos de Teddy Kennedy, Michelle Obama, Hill y Bill Clinton. Tampoco los del propio candidato.

Más bien fue la pomposa cobertura que hicieron los medios electrónicos de la amenaza, supuestamente generalizada, por parte de las delegadas de Hillary, y de otras fanáticas de Clinton, de abandonar a Obama en favor de McCain en las elecciones de noviembre.

Como se recordará, los disidentes, conocidos como PUMA (sigla de Party Unity My Ass), tuvieron enorme exposición en televisión y -según alegaron muchos en los medios de comunicación- sólo representaban la punta del iceberg. Tanto las nuevas estrellas mediáticas pro Hillary como los periodistas, apuntaron a que las mujeres que habían votado por Hillary en las primarias -en particular las mayores y suburbanas del tipo «blue collar» (término que refiere a miembros de la clase obrera que realizan trabajo manual)-, probablemente abandonarían a los demócratas en noviembre.

Por supuesto,no había evidencia firme sobre esto y sólo unos pocos expertos de la televisión y la prensa escrita parecieron darse cuenta de que el puñado de delegados de Hillary descontentos, que aparecía en todos los espectáculos, era siempre el mismo. No tenía importancia. Una derrota de Obama, como consecuencia de las posibles deserciones, se pronosticaba ampliamente.

¿Por qué esta situación terminó marcando la diferencia, aun cuando la masiva deserción femenina nunca ocurrió? Porque John McCain y su gente compraron la idea, con línea y anzuelo incluidos. Esto explica el súbito -y a menudo mal entendido- ascenso de Sarah Palin a la cima de su lista de vicepresidentes. Los colaboradores de McCain vieron una luz que, en realidad, no estaba allí, y se fueron de lleno hacia ella. Elegir a una mujer como vicepresidenta, de pronto, no sólo parecía una gran idea sino que tendría un atractivo adicional para ese tipo específico de votantes de Hillary en las primarias, y fue promocionado con bombos y platillos por los medios.

La absurda cobertura mediática sobre los (pocos) descontentos seguidores de Hillary durante la Convención Demócrata -cuya desproporción no fue destinada para ayudar a Obama pero sí para mantener el interés en el tema y en la campaña venidera- llevó a McCain a elegir como compañera de fórmula a quien prácticamente terminó por destruir su campaña. Recordemos que después de meses de ascenso McCain salió de la Convención Republicana con un batacazo que lo llevó a, por lo menos, un empate con Obama en las encuestas. Luego, se desplomó muy rápidamente, apenas se filtró la verdad sobre Palin. Una semana después de la convención del Partido Republicano, las encuestas ya revelaban que, en todo caso, las mujeres se fijaban en Palin menos que los hombres. Los sondeos continuaron mostrando que aunque Palin atrajo a una multitud, en realidad condujo a más personas a alejarse del Partido Republicano que las que logró acercar. De hecho es un mito que Palin fuera, en general, «popular».

Imaginemos qué habría pasado si McCain hubiera elegido, incluso, a una figura neutral como Tim Pawlenty o, por ejemplo, Kay Bailey Hutchison. Sí, Obama aun hubiera ganado, hizo una campaña muy buena y la economía se derrumbó. Pero si McCain no hubiera elegido a Palin, podría haber sido más virulento.

Además Sarah Palin habría seguido siendo una figura política poco conocida. Probablemente, habría completado su primer mandato como gobernadora, sin perspectivas para la candidatura presidencial de 2012. Y Tina Fey (ndr: actriz parecida físicamente a Palin, quien la satirizó en el popular ciclo Saturday Night Live) habría carecido de un nuevo impulso para su carrera.

Greg Mitchell es Editor de The Nation. Copyright The Nation y Debate.

Fuente: http://www.revistadebate.com.ar/2010/08/27/3159.php