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SER y COPE: dos mentiras en una

Fuentes: Colectivo Cádiz Rebelde

Como en las malas películas de Hollywood, esas que cual marines invaden pantallas de televisión y cine para transmitirnos sus valores y en donde desde el primer fotograma queda claro quienes son los buenos, los guapos y ricos, que casualmente serán los triunfadores en el enésimo guión dirigido a mentalidades adolescentes de ocho a noventa […]

Como en las malas películas de Hollywood, esas que cual marines invaden pantallas de televisión y cine para transmitirnos sus valores y en donde desde el primer fotograma queda claro quienes son los buenos, los guapos y ricos, que casualmente serán los triunfadores en el enésimo guión dirigido a mentalidades adolescentes de ocho a noventa años, y que por mera lógica dialéctica, necesitan el contraste con los malos, feos, pobres y perdedores, para que el gran público no se pierda y se sienta contento de haberse conocido, los dos medios mayoritarios (al decir de la Encuesta General de Medios) de la radio española, la cadena SER y la COPE, andan en una greña que tiene más de opereta bufa, de mentira y razones empresariales, que de causas ideológicas.

Este reparto de papeles, los unos con la clientela afín al PSOE y los otros con la del PP, les lleva a poder ofrecer a las agencias de publicidad una masa potencial de más del ochenta por ciento de electorado/consumidor. Sus periodistas, (al igual que los actores y actrices que al terminar la función se desprenden del maquillaje, el vestuario, y se van a casa con un salario por el trabajo bien hecho), reviven cada jornada un juego con cartas marcadas, eso sí, todo en nombre de la libertad, la pluralidad, la democracia, y cuanto sustantivo hagan falta para convertir su farsa en algo incuestionable. A un lado en el escenario el progresismo, la izquierda única posible, lo moderno, lo intelectualmente avanzado contra la derecha de siempre, la iglesia, y los valores conservadores. Ambas emisoras, sin embargo, esconden las similitudes, las coincidencias de la suma de valores que hacen posible que tanto la SER como la COPE sean la misma moneda de un sistema que se apuntala en la defensa sin matices del capitalismo y la economía de mercado (cómo sino iban a entenderse  los beneficios que obtiene la empresa de Polanco y la Iglesia católica); de la monarquía como forma de Estado (aunque los negocios de empresas afines a Polanco hagan a la SER más borbónica que la propia COPE, quién lo diría); de la integridad del territorio nacional (negando sin matices el derecho democrático de los pueblos del estado español a decidir sobre su propio futuro); del europeismo más mentiroso (los unos con argumentos interesados de unidad contra Bush y los otros como un frente de unidad contra la invasión morisca que se nos viene); de la aplicación de leyes restrictivas contra las libertades (escondidas en el pomposo y eufemístico nombre de Pacto por la libertades y contra el terrorismo); de la dependencia del poder judicial al legislativo (ambos sectores se reparten, sin pudor, nombramientos en el Consejo General del poder judicial); del apoyo a privatizaciones y terciarizaciones (en detrimento de lo público y el papel del Estado); de la precariedad laboral y el desmantelamiento industrial (leyes  que hacen posible contrataciones a la carta por parte de un empresario siempre hambriento de beneficios y fomento de prejubilaciones como única salida para empresas con beneficios pero con deseos de ahorrar costes laborales); de deslocalizaciones y trabas a los inmigrantes (los capitales sí pueden ir al tercer mundo a buscar mano de obra barata, pero los trabajadores de esos países no pueden circular libremente por el mundo);  de…

Este teatro tiene actores principales: en la COPE los tres tramos horarios básicos lo cubren un envalentonado y fascista Federico Jiménez Losantos en la mañana, una religiosa integrista Cristina López en la tarde y un tal César Vidal con un simplismo que asusta, que junto a sus tertulianos dirigen su metralla lingüística y nocturna para satisfacer a lo más reaccionario de la sociedad cívico-militar. Oírlos a los tres es un ejercicio que acerca al vómito, pero hacen su labor con eficacia, juntan a la derecha toda, dan línea y ánimos a los dirigentes y afiliados y votantes del PP y enseñan más de dos millones de oyentes a las agencias de publicidad que, como decíamos arriba, es de lo que se trata a la postre. En la SER la mañana la dirige Iñaki Gabilondo, empeñado en que sus amigos le den premios y en vender subjetivismo militante pro PSOE, eso sí, en papel de celofán con forma de independencia, pretende sedarnos con su voz paternal y sus ideas talibanes de, o yo o los reaccionarios, que tan buen resultado le ha dado a su bolsillo y al de sus jefes. Gemma Nierga en la tarde es la modernidad más in, igual está junto a presos comunes que con intelectuales de la talla de Boris Izaguirre, que se ríe y chilla ante cualquier estupidez; la condición sine qua non para ir a su tarde y ser un buen ciudadano es ser progresista, ella le explicaría de un modo simple en qué consiste eso: votar al PSOE. La noche es para Carlos Llamas, que tiene la labor de hacer balance de la jornada intentando que quede claro los buenos que son los del gobierno y lo malos y fachas que somos todos los que no estamos de acuerdo con sus obviedades. Oírlos a los tres es un ejercicio que acerca al vómito, pero hacen su labor con eficacia, juntan al progrerío todo, dan línea y ánimos a los dirigentes y afiliados y votantes del PSOE y enseñan más de cuatro millones de oyentes a las agencias de publicidad, que como decíamos un poco más arriba es de lo que se trata a la postre.