Un apasionante viaje en el tiempo y el espacio que nos demuestra que el amor entre el Rey Juan Carlos I y el diario de Miguel Henrique Otero no sería tal si ambos se comportaran tal cual son en realidad…
El pasado martes 7 de Octubre los desprevenidos transeúntes de Venezuela se toparon con esta portada en el kiosko, portada en la que Miguel Henrique Otero (últimamente se hace llamar MHO), director de El Nacional, y Juan Carlos I, Rey de España, posan en la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que tuvo lugar en Madrid.
El monarca habló de las maravillas de la irrestricta libertad de prensa, afirmando que «hay que dar a los medios plena libertad de acción» (olvidando uno, dos o tres detalles sobre la «plena libertad de acción» de la prensa en su país, España), mientras que MHO le declaró en respuesta una admiración y amor incondicionales dignos de parodia.
Podemos hacer un ejercicio de imaginación, viajar en el tiempo y suponer que El Nacional hubiera sido un diario español y no venezolano, y que se hubiera opuesto a la figura del Rey y la Monarquía Parlamentaria española con la misma intensidad que lo hace con el Presidente Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana. ¿Sería entonces tan idílica la relación actual entre ambos?
¿Se animan? Allá vamos…
Nos encontramos a mediados de los años 70, y un día como cualquier otro se produce este ‘simpático’ encuentro entre el Rey Juan Carlos y el dictador chileno Augusto Pinochet (la foto NO es un montaje). ¿Se habría animado El Nacional a titular de la manera que sigue?
Seguro que no, no se habría animado. Como tampoco -por cierto- se animó Juan Carlos I a decirle ‘¿Por qué no te callas?’ al sanguinario fascista que sojuzgó Chile durante casi 20 años, ni al dictador argentino Videla tampoco, cuando tuvo la oportunidad.
Volamos ahora a 1978, cuando en España se prepara el Referendo para aprobar la Nueva Carta Magna que rige desde entonces el destino de ese país. ¿Se habría atrevido El Nacional a oponerse a esa propuesta del modo que sigue, encima ilustrando con una foto del Rey junto al dictador Franco, fallecido en 1975?
Difícil de creer, ¿verdad? Y eso que el titular de este número ficticio que he creado se ajusta bastante a la realidad (ajustarse a la realidad en El Nacional es tan raro que sólo por eso se nota que la portada es un montaje). ¿No me creen? Compruébenlo ustedes mismos, en el numeral 3 del artículo 56.
Viajamos ahora a 1981, cuando un golpe de Estado de ultraderecha intentó tumbar al gobierno, sistema e instituciones españolas, avaladas en la Constitución Española aprobada en referendo tres años antes (independientemente de lo que se piense de esa Constitución y de cómo se diseñó). En los días del golpe, ¿habría tenido el diario de MHO el interés de titular como a continuación?
El Palacio de La Zarzuela, para los que no lo sepan, es la residencia oficial del Rey de España. El tipo con pistola de la foto es el líder de ese golpe del 23-F (así conocido por la fecha en que se produjo), Antonio Tejero. El tal Tejero es una especie de Pedro Carmona Estanga a la española (no me atrevo a afirmar si en una versión más o menos fascista que la que coronó Fedecámaras en Venezuela).
Estos son algunos ejemplos (hay muchos más) con los que, usando la imaginación para viajar en el tiempo, podemos llegar a una conclusión usando el silogismo lógico siguiente:
Premisa A: Si el Rey se comportara con El Nacional del mismo modo que el Estado Español del que es Jefe se ha portado con varios medios de ese país (con juicios, multas y cierres), MHO desde hace rato estaría desempleado o arruinado.
Premisa B: Si El Nacional tratara al Rey y a las instituciones españolas con el mismo rasero que hace con Chávez y la Revolución, ya habría contratado como columnistas a varios franquistas disfrazados de demócratas convencidos, y montado una agrupación política llamada ‘Movimiento 23-F’.
CONCLUSIÓN: Si el Rey y El Nacional vivieran figurativamente bajo el mismo techo, el diario habría promovido 352 golpes de Estado contra el monarca, y éste en respuesta, habría movido los hilos para multar, requisar o cerrar el rotativo otras tantas.
Pero como vivimos en un mundo donde ni medios de comunicación ni reyes son remotamente consecuentes con lo que predican, la realidad es que los dos están más felices que nunca por haberse conocido.
Dios los cría y ellos se juntan…