La guerra necesita quien la describa, quien la grabe, quien la fotografíe, quien la explique. Para que así nadie se pueda amparar en el desconocimiento ante lo que sucede, por ejemplo, en Siria. Sin embargo, el periodista estadounidense James Foley lleva más de cinco meses sin poder hacerlo. Sin poder contar la historia de alguna […]
La guerra necesita quien la describa, quien la grabe, quien la fotografíe, quien la explique. Para que así nadie se pueda amparar en el desconocimiento ante lo que sucede, por ejemplo, en Siria. Sin embargo, el periodista estadounidense James Foley lleva más de cinco meses sin poder hacerlo. Sin poder contar la historia de alguna de las 70.000 víctimas mortales que, según datos de Naciones Unidas, se ha cobrado ya la sangrienta guerra civil entre los rebeldes y el régimen de Bashar Al-Assad.
Jim, como le conocen sus amigos y colegas de profesión, fue secuestrado el pasado 22 de noviembre cerca de la ciudad de Taftanaz -al noroeste del país- por varios hombres armados, según testimonios recogidos por la agencia France Press y el periódico digital Global Post, medios con los que solía colaborar Foley. Su destino, desde entonces, es muy incierto. Tampoco se conoce la identidad de sus captores ni sus demandas.
La familia del reportero, que en un principio optó por mantener el silencio y la cautela ante el secuestro, lleva meses movilizando recursos humanos y materiales para que el caso de Foley no caiga en el olvido. «Queremos recordar al mundo que Jim permanece desaparecido y que nosotros seguimos pidiendo, a quienes lo mantienen retenido, que lo liberen sano y salvo», señaló su padre, John Foley, en una información aparecida en esta página web .
Para el próximo 3 de mayo, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, también está programado un acto en la sede del Global Post en Boston, bajo el título ‘Voces silenciadas: cuando desaparecen los periodistas de guerra’. Porque el caso de Foley no es el único en Siria. Al menos otros dos periodistas -el reportero jordano Bashar Fahmi Al-Kadumi, y el freelance estadounidense Austin Tice- siguen en paradero desconocido en aquel país.
Esta delicada situación, sin embargo, no es nueva para Foley. En la primavera de 2011 fue retenido en Libia durante más de un mes por soldados leales al ya fallecido dictador Muamar el Gadafi. Entonces compartió cautiverio con el fotógrafo surafricano Anton Hammerl (herido de gravedad y muerto pocas horas después del asalto al convoy donde viajaban), la reportera estadounidense Clare Morgana Gillis, el periodista británico Nigel Chandler y el fotoperiodista español Manu Brabo.
Precisamente Brabo, que recientemente ha sido distinguido con el premio Pulitzer junto con el equipo gráfico de Associated Press por su cobertura en la guerra siria, quiso dedicar el prestigioso galardón a su amigo. «Solo quiero que liberen a James Foley para poder celebrarlo con él. Te echo mucho de menos, habibi. ¡No te rindas!», escribió en su cuenta de Facebook poco después de conocer la noticia.
Además, la fotografía de perfil de Manu Brabo muestra las tres palabras que se multiplican desde hace meses por las redes sociales entre sus compañeros: «Free James Foley». Un lema compartido también por el periodista Antonio Pampliega que habló con GEA PHOTOWORDS pocos días antes de la desaparición de Foley para contarnos las dificultades que enfrentaban los reporteros para informar desde el corazón de la guerra civil siria. «Como le decía Gervasio Sánchez en una carta a Manu Brabo: para nosotros esto será nuestro Sarajevo (…) Posiblemente nadie vea una cosa así hasta dentro de 20 o 30 años», pronosticaba Pampliega.
Ojalá que entonces, si por desgracia siguen existiendo guerras donde haya historias que contar, allí esté también Foley. Describiendo, grabando, fotografiando, explicando. Para que nadie pueda mirar hacia otro lado.
Fuente original: http://geaphotowords.com/blog/