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Sobre el oficio de Escribir

Fuentes: Rebelión

Mis primeros contactos con las palabras escritas me dejaron maravillado por el asombro y la inevitable certeza de que lo que veían mis ojos era un misterio inalcanzable a mi entendimiento. En los meses siguientes seguían siendo un misterio y yo sospecho que ese fue el motivo por la cual mi madre me retiró de […]

Mis primeros contactos con las palabras escritas me dejaron maravillado por el asombro y la inevitable certeza de que lo que veían mis ojos era un misterio inalcanzable a mi entendimiento. En los meses siguientes seguían siendo un misterio y yo sospecho que ese fue el motivo por la cual mi madre me retiró de la escuela y me devolvió a mi oficio de pastor de cabras. Pero mi corto periodo escolar me había dejado la curiosidad por las palabras. En casa miraba los libros de mis hermanas y poco a poco comencé a juntar letra a letra. Esa era la clave para descifrar los escritos. Podía formar palabras que decían cosas. Empezaba a comprender y mientras más aprendía a leer más iba entendiendo.

Tiempo después cuando volví a la escuela ya sabía leer y escribir. Muchos años más tarde cuando estudiaba en la Facultad De Educación Y Letras de la Universidad de Chile, recordaría con ternura esos días lejanos de mi niñez cuando a la época en que mi madre decidió sacarme de la escuela porque según ella lo que no se aprende al comienzo no se aprende nunca. Hasta el día de hoy creo que para ella las palabras y lo que estas quieren decir fueron un misterio hasta que muchos años después yo le enseñé el arte de interpretarlas.

Que bonito y maravilloso fue cuando en mi infancia, cuando vivía en el monte aprendí a descifrar ese montón de garabatos. Ellos abrieron las puertas que me permitieron llegar a sitios y viajar a lugares remotos que jamás hubiera podido imaginar. Recuerdo como si fuera hoy que sentado bajo las sombras de un árbol, mientras las ovejas y las cabras pacían, yo con un libro en las manos me transportaba a lugares lejanos.

La naturaleza, sus colores, olores y sabores, las gentes, sus vidas, sus trabajos, aparecieron ante mí con un nuevo significado, mis ojos lo veían de forma diferente, las sentía de otra manera. Estos sentimientos abrazaron y alimentaron mi alma con vivencias y emociones que soñaba con plasmar en el papel, para que otros al igual que yo había leído sus experiencias pudieran leer las mías, entrecerraba los ojos e imaginaba estar escribiendo en mi cuaderno lo que yo veía lo que yo miraba y lo que yo sentía.

Primero fue un receptor de lo que otros habían escrito. Cuando uno aprende a leer se da cuenta de la infinita cantidad de cosas que las palabras pueden expresar. Algunos los más creativos y con más imaginación comienzan a crear y a pensar cosas y lo que piensan lo plasman, lo llevan a un papel. Lo que les motiva es el hecho de que lo que sienten, imaginan e inventan no va a quedarse sólo para sí mismos, sino que puede ir más allá de la familia y de los amigos más cercanos.
Cuando se termina de leer un libro, un artículo, en general cualquier cosa impresa uno puede pensar que escribirlo es una tarea sencilla. Todo lo contrario y esto lo sabe cualquiera que se ha enfrentado ante un papel en blanco con la intención de expresar sus ideas. No es una tarea fácil, no lo es en absoluto. Primero hay que encontrar una idea, luego desarrollarla y luego saber plasmarla pero además tiene que considerar el interés que la obra tenga para los futuros lectores.

El Escritor y el Mundo Circundante

En los últimos tiempos hemos sido testigos de un desarrollo y avance en los medios de comunicación que no nos hubiésemos imaginado hace algunos años. Este progreso se ha ido dando paralelamente al proceso de globalización en el desarrollo social. El desarrollo de los medios de comunicación y el poder de estos en manos de las grandes empresas multinacionales que usan estos medios para entregar y difundir ideas y valores que conllevan a la enajenación, a la alienación de las personas. Para conseguirlo manipula la información, disfraza, deforma la realidad social y económica del mundo circundante.

El escritor no escribe para sí mismo, lo hace con el afán de llegar a todos pero en muchos casos, se encuentra con dificultades para que su obra vea la luz. Las editoriales suelen rechazar a los autores noveles porque tienden a apostar sobre seguro. Alguien con más renombre y una mala obra es más publicable que un desconocido. También está la censura que imponen los medios de comunicación para defender los intereses económicos que ellos representan, y no hay que olvidar la autocensura que los propios escritores se imponen al aceptar las ideas y valores impuesta al conjunto de la sociedad por las clases dominantes. La censura ya sea por razones políticas, de género, o religiosas y la autocensura están en unidad dialécticamente y son la cara de una misma moneda.

Es en este contexto en que el desarrollo de los medios de comunicación alternativa libre e independiente de los centros de poder que controlan los medios de comunicación adquieren una gran importancia. En este sentido el encuentro mundial de intelectuales y artistas en defensa de la humanidad, realizado en Caracas entre el 2 y 6 de Diciembre del 2004, son de gran importancia y vigencia. Las palabras con que concluye el Llamamiento de Caracas son claras y concretas:
«La concentración de la propiedad de los medios masivos de comunicación convierte la libertad de información en una falacia. El poder mediático, al servicio del proyecto hegemónico, distorsiona la verdad, manipula la historia, fomenta la discriminación en sus diversas variantes y promueve la resignación ante el actual estado de cosas presentándolo como el único posible.»

Es necesario pasar a la ofensiva con acciones concretas. La primera de ellas, decidida en este Encuentro, consiste en crear una red de redes de información, acción artística cultural, solidaridad, coordinación y movilización que vincule a intelectuales y artistas con los Foros Sociales y las luchas populares, y garantice la continuidad de estos esfuerzos y su articulación en un movimiento internacional «En defensa de la humanidad».

El deseo de todo escritor es que su obra, ya publicada, esté al alcance de toda la gente pero, existe una dificultad cultural que impide que esto sea posible. El motivo es que en los países de los diferentes continentes hay personas que no saben leer. Este impedimento sólo puede superarse eliminando las causas que la provocan. Son necesarias transformaciones estructurales de la sociedad para construir un mundo más solidario, más igualitario y más democrático.
Las palabras que llevan en si las ideas, de que un mundo mejor es posible, son mágicas y divinas ante los ojos y oídos de millones de seres que aún luchan y viven por tener una oportunidad en este mundo para el enriquecimiento y el desarrollo material y espiritual de su alma.

En este poema que he escrito hablo de las palabras, las palabras que una vez en los días lejanos de mi infancia y mientras me dedicaba a mi oficio de pastor me llenaron con la ilusión de plasmar las mías en el papel.

Las Palabras

Estas son las letras, aquí están las palabras.
Nos hablan de la vida y de la muerte.
Vienen desde las profundidades de la tierra, del socavón de las minas
de donde los mineros sacan las riquezas de la tierra
para recibir un salario miserable y seguir sobreviviendo de sus miserias
Estas son las palabras.
Vienen desde las alturas, desde los andamios donde los obreros
construyen grandes edificios.
Ellos viven en barrios apenas iluminados, en casas que cada invierno se
inundan con las aguas de las lluvias.
Aquí están las palabras.
Traen los sentimientos que mueven al mundo.
Las palabras de amor y de pasión, las palabras de la ira y la ternura.
Nos traen los tiempos de amor y los de guerras.
Yo no juzgo los tiempos yo solo quiero dar testimonio de ellos.