Es indudable que la aparición de Internet ha cambiado la forma de vida de muchos de nosotros, el modo de trabajo de los medios de comunicación y nuestra relación con esos medios. Poco nos podíamos imaginar cuando pusimos en marcha un proyecto como Rebelión en octubre del año 1996 que éramos los primeros que comenzábamos […]
Es indudable que la aparición de Internet ha cambiado la forma de vida de muchos de nosotros, el modo de trabajo de los medios de comunicación y nuestra relación con esos medios. Poco nos podíamos imaginar cuando pusimos en marcha un proyecto como Rebelión en octubre del año 1996 que éramos los primeros que comenzábamos a andar por el futuro. Existía el correo electrónico, apenas funcionaban algunas páginas web pero nada de portales de noticias, ni alternativas ni de los grandes medios. Recuerdo la gestación de rebelión.org como una conversación entre el informático del equipo y yo. El me decía que existía una forma de poner noticias en un ordenador de forma que podían ser leídas desde cualquier parte del mundo siempre que tuvieran una línea de teléfono y que, además, no nos iba apenas a costar dinero. Su pregunta era si yo podía conseguir noticias alternativas para suministrar al portal, les recuerdo que el resto de los medios no tenían webs y por el correo se enviaban escritos o comunicados, no noticias ya editadas. Yo ya estaba relativamente familiarizado con el correo electrónico puesto que era un colaborador habitual de la sección de internacional de Mundo Obrero y ya tenía contactos vía email con diferentes organizaciones y colectivos de América Latina, por lo que estaba en condiciones de garantizar una decena de noticias a la semana.
Porque nosotros no pensábamos en hacer un periódico para los lectores/ciudadanos, la gente no tenía apenas Internet, no existían los buscadores, no podían saber que existía Rebelión. Nosotros queríamos hacer una agencia que proporcionase contenidos internacionales para medios locales, como radios libres o modestos boletines de barrio, en los que también trabajábamos y teníamos contactos.
Al poco tiempo pudimos comprobar cómo aumentaban los accesos, cómo se nos pedían más contenidos, cómo iba siendo más fácil encontrar noticias. Tuvimos que reestructurar algunas secciones, nuestro modelo organizativo (éramos unos seis u ocho) para repartir el trabajo, coordinarnos, etc… Fuimos incorporando mejoras técnicas. A los pocos meses ya tuvimos algunas amenazas desde algún país de América Latina que investigamos y nos confirmaron su autenticidad. También acusaciones en varios medios donde decían que Rebelión era un periódico de ésta o de aquella guerrilla, frente a las cuales nunca nos falló la confianza y el apoyo del servidor de Internet (Eurosur-Iepala).
El caso es que hemos llegado hasta hoy, donde muy someramente quiero dar algunos datos sobre Rebelión para que sean conocidos. Se trata de un periódico diario en Internet con un número de documentos que oscilan entre 40 o 60 cada día. Dispone de secciones temáticas como Ecología Social, Cultura, Opinión, Conocimiento libre, Mentiras y Medios, Economía y Otro mundo es posible. Secciones geográficas en función de países y regiones que generan más información como Iraq, Palestina y Oriente Próximo, EEUU, España, Colombia, Cuba, Venezuela, Argentina, Bolivia, Chile, Brasil, México, Unión Europea, Africa y Mundo para el resto. Existe sección propia para cuatro autores que están en Rebelión desde el comienzo: Noam Chomsky, Heinz Dieterich, James Petras y Marta Harnecker. Además hay una sección de Libros libres y otra de Vídeos, ambos respetando los derechos de autor.
Como se puede observar, Rebelión tiene vocación internacional en su planteamiento, probablemente ni se pueda deducir el país de origen cuando se visita.
En cuanto a las cifras de acceso puedo decir que están en torno a seis millones de páginas leídas al mes y unas treinta mil visitas diarias a la portada. Una información puede conseguir perfectamente las veinte o treinta mil lecturas.
Respecto al modelo organizativo, Rebelión se hace mediante el trabajo voluntario de una docena de personas, no existe sede, ni local, ni recursos comunes, ni activos, ni bienes, ni dinero. No se maneja dinero, a nadie se paga ni nadie cobra. El equipo de editores decide los contenidos mediante la distribución de secciones entre ellos y con mecanismos transversales de decisión en caso de asuntos importantes o discrepancias.
El cincuenta por ciento de nuestros contenidos es propio de Rebelión, un 20 % traducciones propias y un 30 % de otros medios cedidos por el autor o por el medio con el que se tiene relación.
Contamos con una veintena de traductores (voluntarios) y medio centenar de firmas habituales donde consideramos que está toda la izquierda mundial más destacada en habla hispana.
Esto como un somero repaso a lo que es nuestro proyecto.
Internet
Internet es por igual elevado a panacea de la información que satanizado como alternativa de comunicación. Por eso yo quisiera pararme a destacar algunas ventajas y desventajas de los medios de comunicación en Internet.
Ventajas.
– Bajo coste
– Carácter global en la medida en que es accesible desde todo la comunidad internacional.
– Inmediatez
– Efecto agencia, es decir, los contenidos son fácilmente reproducibles por otros medios o por personas. Una noticia de radio o de papel no se reproduce fácilmente en otros medios ni la gente la va pasando a sus amigos, pero algo de Internet sí. Eso multiplica la difusión de un modo difícil de cuantificar. En el caso de Rebelión seguro que multiplica por dos.
Desventajas
– El acceso a Internet requiere unas determinadas condiciones tecnológicas y económicas que lo convierten en un medio desigual para la ciudadanía.
– Respecto a los periódicos de papel tiene menor credibilidad y es más fácil que se cuele información no contrastada.
Veamos cuál es el panorama de medios digitales alternativos y cómo se pueden agrupar.
Perfil Nacional o Internacional
Para mí éste es un elemento fundamental aunque no lo parezca, porque condiciona no sólo los contenidos sino la forma de redacción, su estructura, etc… No se puede hacer un medio pensado al mismo tiempo para una audiencia nacional e internacional. Es un error frecuente utilizar en una información, nombres, siglas o referencias que son familiares dentro del país pero no son conocidas fuera.
Esta es una de las características de la globalización de la comunicación, donde Internet es el ejemplo más claro. El texto redactado por un chileno para un periódico chileno no necesariamente es comprensible para un catalán o para un colombiano. En el caso de Rebelión nuestro perfil, ya lo comenté, es absolutamente internacional, creemos que van existiendo buenos medios alternativos dentro de cada país y que la principal necesidad es sacar esos mensajes y hacerlos comprensibles para la comunidad internacional. Un ejemplo claro es Venezuela, allí hay magníficos portales alternativos (aporrea.org) pero debemos hacer llegar esas informaciones diferentes de las manejadas por los grandes medios al resto del mundo. Sin embargo, el setenta por ciento de las colaboraciones que nos envían están preparadas en clave nacional y se deben desechar por incomprensibles para la globalidad.
Información u Opinión
Ya sabemos que la frontera entre información y opinión es muy difusa, en los medios alternativos todavía más por estar ideologizados o mejor dicho no disponer de las estrategias y sutilezas que manejan los grandes para disimular su línea editorial. Pero es bueno tener claro cuánto queremos de información y de opinión.
Nuestro criterio es que la opinión sólo sirve si aporta datos, razonamientos y argumentos. Existe en Internet un impuso obsesivo de la ciudadanía por opinar sin datos ni argumentos elaborados, está bien para las conversaciones de los amigos, pero no podemos someter a los lectores a que lean decenas de opiniones que no le aportan nada nuevo. Por ejemplo decir cien veces que Bush es un asesino no ayuda a convencer a más gente de que Bush es un asesino, ayuda a que se cansen de leer siempre lo mismo. En otras ocasiones, cuando un asunto domina la agenda informativa, decenas de textos llegan bien redactados y orientados pero para repetir lo que ya se ha dicho. De nuevo he de decir que no podemos someter a los lectores a textos que se repiten. Hay que pensar siempre en ellos.
Firmas propias o no
Otro elemento que caracteriza a los medios en Internet es si tienen como criterio contar con sus propios autores o columnistas (insurgente, larepublica) o si recurren a las firmas mundiales más consolidadas. Si optan por lo primero, evidentemente el resultado dependerá mucho de lo acertado de su elección de firmas. Nosotros intentamos combinar a los consagrados con autores desconocidos. Los primeros captan más audiencia, pero nunca serán exclusivos de nuestros medio porque serán reproducidos en varios lugares.
Espectro editorial
Como ya comenté antes, el compromiso ideológico de los medios alternativos en Internet suele ser mucho. Eso a veces provoca que se dediquen a difundir simple y llanamente su ideario, son algo así como una extensión o altavoz del pensamiento político de los que crean el medio. Eso no es un medio de comunicación. Teniendo un criterio editorial, debemos pensar en que el espectro ideológico del medio no puede limitarse al de nuestras posiciones, o dicho de otro modo, debemos publicar cosas con las que puede que no estemos de acuerdo.
Prioridad al texto o a la imagen
Los avances tecnológicos nos enfrentan al dilema de cuál debe ser el diseño formal del medio, más allá del mero texto. Ahora hay posibilidades de imágenes, música, vídeo… Sin duda eso va a depender del apoyo técnico que tengamos. Hay quienes piensan que mucho dibujo y mucho color convierten al medio en un tiovivo, y quienes creen que si no recurrimos a recursos audiovisuales nos quedamos desfasados. En Rebelión somos relativamente clásicos, hace un año incluimos la sección de vídeos con gran éxito, pero somos conscientes que es la palabra escrita la que nos permite más rapidez, más razonamiento, más argumentación, y menos dependencia tecnológica. En cualquier caso, es un debate pendiente en rebelión.org.
Participación de los lectores
El panorama es muy amplio en lo referente a la participación de los lectores. Esta participación puede ser de varias formas.
Directamente enviando contenidos. El caso más emblemático de esta experiencia es Indymedia. Evidentemente es la situación más participativa, pero crea problemas sobre la autenticidad de los contenidos. ¿Cómo sabemos que un artículo que alguien ha puesto de Eduardo Galeano es de él o que es auténtico un comunicado de la guerrilla de Colombia? Todo esto le resta mucha credibilidad a ese medio. Los mismo indymedias han optado por posiciones intermedias, que es otra opción, se deja una parte central para el colectivo acreditado y otra columna de autopublicación, con lo que, en mi opinión, se sigue sin resolver el problema de la fiabilidad.
Otra vía de participación es mediante la opción de dejar comentarios a los textos. Algunos periódicos tradicionales también lo hacen como el recién inaugurado Público. Lógicamente debe haber un moderador que los filtre.
Existen otros formatos como el exitoso Menéame que consiste en que los lectores registrados publican cosas por la vía del vínculo, es decir, contenidos siempre de otros medios y los propios lectores votan para ver si pasan de categoría de pendientes de editar a editados.
La participación puede llegar al caso de diseñar foros mediante los cuales los lectores pueden enviar preguntas para un entrevistado previamente ya concertado. Lo hacen también los grandes medios. En algunos casos esto hasta se hace en directo, un chat.
También se pueden crear listas con los más votados o los más leídos, surgiendo así un ranking definido por los usuarios (elpais y publico).
En el caso de Rebelión los lectores nos pueden enviar por email sus textos o informaciones que proponen y sobre el que nosotros decidiremos, pero he de reconocer que no somos ni participativos ni democráticos, somos un colectivo que publica lo que le da la gana y en paz. En realidad somos como un gran medio tradicional con una diferencia importante, ojo. Y es que no estamos condicionados por el mercado: no hemos de ser rentables, no hay empresas accionistas que de alguna manera establecen criterios, ni anunciantes que presionan. Sólo eliminando esos elementos, es evidente que cambia totalmente el modelo informativo. Lo que confirma cómo el corsé del mercado es el que crea un formato mediático muy estrecho, donde la pluralidad se ve resentida.
¿Qué hemos descubierto en nuestra experiencia en Rebelión?
La ciudadanía busca información alternativa
Una de las cosas peculiares que hemos observado es que cuando sucede un acontecimiento de gran trascendencia por muy bien cubierto que esté por los grandes medios, se disparan los accesos a Rebelión y a las informaciones relacionadas con esa información. Nosotros cuando creamos Rebelión creíamos que nuestro hueco estaba en informar sobre acontecimientos que eran silenciados por los grandes medios. El que surja mucha demanda informativa en los medios alternativos sobre acontecimientos ya ampliamente cubiertos no debería ser lógico porque, como ya he dicho, se trata de acontecimientos bien atendidos donde han enviado sus corresponsales o enviados especiales. ¿A qué se debe eso?
Sin duda alguna por un fenómeno que yo sí quisiera exponer, la pérdida de credibilidad de los grandes medios. Nunca como hasta hoy los medios han sido percibidos como tan poco fiables. Y la razón, en mi opinión, es evidente, su control por los grupos económicos es tal que han perdido cualquier interés por el rigor, la profundidad o el trabajo bien hecho. Se impone la frivolidad y la banalidad. Antes se decía que habían convertido la información en una mercancía, lo que han convertido en una mercancía es la audiencia porque hace tiempo que ellos lo que venden ante sus empresas anunciantes es audiencias. Por eso regalan cds, cuberterías, zumos o entradas para el cine, para poder aumentar sus cifras de audiencia y subastarse mejor ante los anunciantes potenciales. Otra degradación más es que tampoco son grandes empresas de comunicación, son emporios económicos que tienen entre sus diferentes sectores de inversión uno o varios medios de comunicación, a modo de departamento de imagen para proteger y trabajar al servicio del banco, financiera o empresa de telecomunicaciones a la cual pertenece su accionariado.
Pero aún adolecen de otro gran problema: la falta de democratización. Probablemente el sector informativo sea el menos controlado por la ciudadanía. Hasta el punto que los que nacieron presentados como contrapoder, o cuarto poder para equilibrar a los otros tres, ahora son los únicos que no tienen quien les controle. Los gobiernos tienen como contrapoder a la oposición, los empresarios a los sindicatos, pero nadie puede enmendarle la plana a los medios. Pueden decir qué firmas son las que nos ilustrarán, decidir qué políticos son buenos y cuáles malos, pueden mentir sin ninguna trascendencia penal protegidos por una mal entendida libertad de expresión. Se han convertido en los nuevos púlpitos desde los que se dicta el ideario recomendado tal y como hiciera la Iglesia en la Edad Media. Y todo ello sin participación ni de los ciudadanos ni de los agentes sociales organizados, quienes deben mandar un fax o mendigar una carta al director a la espera de que el pope mediático les elija para salir a la luz.
Fruto de todo eso es la demanda de los ciudadanos de contenidos ajenos al modelo dominante del mercado.
Intelectuales y académicos
Otra cosa que descubrimos es la cantidad de intelectuales, académicos y expertos que, desinteresadamente, nos ofrecían sus trabajos y análisis. Toda una legión de profesionales vetados en los medios, algunos incluso habían sido colaboradores y un día fueron expulsados del edén por pensar diferente. Es decir, estábamos recuperando del olvido y de la penumbra a valiosos colaboradores que la sociedad estaba ignorando. Alguien puede decir que se trataba de expertos que no tenían aceptación entre el público, pero en comparaciones de cifras de lectura que hemos hecho entre autores de Rebelión.org y otras firmas en medios comerciales hemos comprobado que nuestros accesos pueden ser mayores.
Periodistas dispuestos a colaborar
También se nos ofrecieron numerosos periodistas que trabajan en otros medios comerciales que veían que no había lugar para determinadas noticias que eran conocidas o incluso existentes en las agencias pero que eran vetadas en sus medios. Y ellos nos las ofrecían, conscientes y convencidos de su valor informativo, a cambio de nada por supuesto. Son profesionales que tenían -y tienen- problemas de conciencia porque saben que no están cumpliendo con la labor social del periodista.
Libros
También surgieron autores de libros que o no encontraban editorial o simplemente el mercado los desplazaba una vez editados, no se encontraban en las librerías o eran ignorados por las distribuidoras, muy condicionadas por los ritmos del mercado y las políticas publicitarias. Yo era de los que al principio no creía en la sección de Libros Libres en Rebelión y ahora veo que el número de descargas de un libro se mide en decenas de miles (la tirada de un ensayo suele ser de mil ejemplares).
Más profesionales
He citado a los periodistas, pero también están los traductores, revisores de textos, informáticos… Toda una legión de profesionales cuya función laboral no les satisface, no digo su profesión, digo su responsabilidad y papel laboral. Así está el informático que quiere mejorar nuestro programa porque está cansado de dedicar su esfuerzo a mejorar el de McDonalds o el de El Corte Inglés.
Retos
Pero no quisiera pecar de triunfalista. Los medios alternativos, los de Internet y los que no están en Internet, necesitan mejorar. Debemos ser más rigurosos en los contenidos, mejorar nuestra redacción de textos, evitar el panfleto y la cascada de calificativos, elaborar las noticias porque no somos un tablón de anuncios donde se pinchan comunicados y manifiestos, confirmar las fuentes, estar atentos a la agenda informativa…
Sobre los blogs
Quiero decir algunas palabras también de los blogs, es decir, esas páginas webs elaboradas por una sola persona con sus propios textos o los de su entorno. No voy a decir que me parece mal, yo tengo uno, pero creo que existe demasiado ego y vanidad en muchos de ellos y que no vendrá de ahí una alternativa comunicacional. Un proyecto informativo sólo puede ser colectivo, con varias personas que incorporen pluralidad de ideas, multiplicidad de inquietudes y diversidad de conocimientos. Lo que no tiene por qué ser incompatible con que un autor tenga toda su obra archivada y expuesta en un blog, que es mi caso.
Futuro e Internet
No puedo dejar de dedicar algún comentario al futuro de Internet y la comunicación. Creo que la tendencia es a unificar televisión, ordenador, equipo de música, vídeo, etc… en una misma pantalla que tendrá conexión a Internet. Quiero decir que por ejemplo la televisión sólo sobrevivirá en un formato a la carta, donde el usuario pueda elegir no la cadena sino el programa y el horario, todo mediante una conexión a internet. Eso también abre nuevas expectativas a la comunicación alternativa, es necesario que al igual que ahora escribimos textos, comencemos a preparar documentales, informaciones con imagen, entrevistas en vídeos, grabaciones de actos, movilizaciones o conferencias, etc… También al mismo tiempo, debemos formarnos y cualificarnos en el manejo del lenguaje audiovisual.
Internet y activismo político
Quiero terminar con una advertencia. Yo he hablado exclusivamente de Internet y comunicación. Internet no puede sustituir al activismo político, a la sociedad organizada, a la movilización ciudadana, a los colectivos sociales. Tengo la impresión de que se está imponiendo el espejismo de un activismo político a golpe de click. El pasado 20 de septiembre el suplemento EP3 de El País decía: «Las ONG dan el salto a Internet, desde 2004 cien campañas llevadas a cabo desde la red, actúan para parar lapidaciones, protestar contra el cambio climático o cerrar Guantánamo. Con un par de clicks puedes cambiar el mundo, apoyar campañas que funcionan, que muestran el malestar social. El individuo cobra poder, y como dijo Dylan, ‘Los tiempos están cambiando’. Ciberactúa».
El objetivo es hacernos creer que sentados delante de nuestro ordenador escuchando música y tomando un café estamos luchando por un mundo mejor a golpe de click, como el propio periódico afirma. Si hasta ahora dudábamos de la eficacia de asistir a manifestaciones para cambiar el mundo, más absurdo resulta hacernos creer que los clicks en el ratón de nuestro ordenador son una forma de compromiso y lucha social.
Gran parte de la ciudadanía ha dejado de participar en asambleas vecinales, asociaciones políticas y sindicales o movilizaciones en la calle, para sentarse frente al ordenador y firmar manifiestos virtuales u opinar sobre la muerte de Madelaine. Y para convencerles de tamaña estupidez hace falta todo un eficaz aparato de abducción, como el comentario del diario El País. Es urgente decirles a los ciudadanos que ninguna campaña en Internet puede sustituir a la sociedad organizada. Existe algo peor que desmovilizar a los ciudadanos y es hacerles creer que se están movilizando cuando sólo están tomándose un café frente al ordenador.
Debemos situar Internet en su justa medida. Es un gran medio de comunicación, es uno de los pocos ámbitos en los que podemos hablar de tú a tú con los grandes medios, puede serlo también de coordinación ciudadana, pero no sustituye a una sociedad organizada ni a la comunicación personal.
Para terminar quisiera seguir reivindicando la necesaria democratización de los medios, esa precaria igualdad que Internet supone para la información no es la verdadera alternativa a una sociedad de la información democrática, participativa, igualitaria donde los ciudadanos, los colectivos sociales tengan un justo acceso a los medios de comunicación. Tampoco se está cumpliendo el derecho a la información veraz y equilibrada de los ciudadanos. Grandes empresas, anunciantes, accionistas, en una palabra, las condiciones de un sistema de mercado que domina nuestro entorno e impone sus reglas de rentabilidad, enriquecimiento y desigualdad convierten el panorama de los medios de comunicación en incompatible con la democracia. Luchar por la democracia supone también reivindicar que entre en los medios de comunicación.