Los medios de comunicación (MC) en Paraguay son propiedad de un puñado de empresarios superpoderosos. Esto no es novedad. Tampoco es novedoso el hecho de que en todos ellos haya habido revuelo por lo sucedido en Venezuela con RCTV el 27 de mayo pasado. Lo que sí se ha develado en la última semana […]
Los medios de comunicación (MC) en Paraguay son propiedad de un puñado de empresarios superpoderosos. Esto no es novedad. Tampoco es novedoso el hecho de que en todos ellos haya habido revuelo por lo sucedido en Venezuela con RCTV el 27 de mayo pasado. Lo que sí se ha develado en la última semana es la tremenda afinidad de pensamiento que existe entre muchos periodistas paraguayos y los propietarios de los MC.
Uno puede pensar que los periodistas están obligados a sacrificar sus ideas por someterse a las presiones de quienes les pagan el trabajo, lo cual es frecuente. No obstante, algunos deciden luchar desde adentro de estas estructuras por conseguir pequeñas cosas en ese espacio tan importante. Ahora sabemos que éstos son muy pocos, muchos más son aquellos que, al no tener ideales claros ni una conciencia política definida, adoptan acríticamente la ideología de sus patrones, por lo menos para conservar sus puestos de trabajo.
No hace falta estudiar semiótica para entender la tendenciosidad de las noticias que aparecen en los MC paraguayos más importantes con respecto a cualquier tema. Los lingüistas aquí se aburrirían ante una manipulación tan evidente de la información. En el caso último de RCTV, en las innumerables páginas de periódicos, incluyendo noticias de primera plana en las portadas, artículos de opinión, los largos minutos de noticieros y otros programas de análisis, chismes y cualquier otro, no hubo una sola noticia imparcial. Todos usaban términos como ‘cerrar’ o ‘clausurar’ el canal de televisión para referirse a la no renovación de la licencia constitucionalmente estipulada. Autoritarismo, dictadura, censura fueron otras palabras corrientes con las que hacían mención al régimen chavista, democráticamente electo.
Hasta aquí todo corría dentro de la normalidad, ya que se espera que estas sean imposiciones de los dueños de los MC, que se sienten amenazados por si algo similar pudiera pasar aquí, no ideas auténticas de los trabajadores de la comunicación que estarían obligados a expresarlas. Sin embargo, parece ser que el poder del dinero es tan grande que llega a amalgamar las conciencias de quienes lo tienen, ya sea por ser propietario de un medio o por trabajar en él. Lo que sucedió nos puede dar cuenta de esto.
En un momento dado, la dirigencia del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP) emitió un comunicado en el que se apoyaba la decisión de Chávez de no renovar la concesión a RCTV, si esto contribuía a democratizar los MC en Venezuela. Inmediatamente una larga lista de periodistas, y sobre todo aquellos de los MC más visibles, comenzaron a expresar su indignación por el apoyo a una medida según ellos autoritaria. Como los escribas y los sumos sacerdotes ante una herejía se rasgaron las vestiduras, llegando incluso algunos a renunciar públicamente al SPP en manifestación de su repudio.
Más allá de las controversias del caso RCTV sobre el que abunda información, lo que importa resaltar aquí es la convulsión que produce esta noticia en los MC mientras que otras cuestiones mucho más importantes son sistemáticamente ignoradas. Un hecho que sucede a por lo menos 5000 km de distancia es motivo de una indignación tan grande en tantos comunicadores, mientras que en Paraguay tienen media sanción unas modificaciones al código penal – las mismas que en una versión previa fueran conocidas como la ley antiterrorista- que significan uno de los atentados más grandes contra la libertad de expresión de los últimos tiempos en el país, sin que la mayoría de los que condenaron a Chávez se exprese mínimamente indignado. Claro, es un atentado contra la libertad de expresión de los más pobres, ya que sabemos que en el mundo hoy ser pobre es sinónimo de ser terrorista, por lo menos potencialmente. Son los pobres quienes, cuando ya no tienen otra salida para hacer escuchar sus reclamos, se manifiestan cerrando rutas por ejemplo, hecho que pasará a ser considerado terrorista con penas de hasta 40 años de cárcel bajo la nueva legislación.
El Paraguay es un país que NO tiene antecedentes de terrorismo. Una ley antiterrorista es tan ridícula como una que regule el tráfico marítimo. Sin embargo, los diputados han aprobado las modificaciones al código penal con las mismas regulaciones, e incluso con algunas más severas que las de la ley antiterrorista, y no he visto ninguna tapa de diario que exprese con indignación lo que esto significa para la libertad de expresión.
No es realmente de extrañarse que suceda esto, ya que el sistema que a estos periodistas les llevó al lugar que ocupan hoy es el que están defendiendo con esa actitud. Ese sistema en el que la libertad de expresión es directamente proporcional al dinero que uno tiene. Ese sistema en el que el periodismo es una profesión bien pagada antes que una vocación de servicio. No es de extrañarse quizás, pero sí es de lamentar. Lamentar que muchos de ellos crean y hagan creer que los únicos sujetos del derecho a la libre expresión son los MC y quienes tienen los recursos para acceder a ellos. Y digo esto con el perdón de esos pocos que sí ejercen heroicamente su rol. Aquéllos que como Kike Galeano, auténtico comunicador social desaparecido hasta hoy por luchar contra la mafia, dan todo de sí por defender el derecho a la información verídica de los ciudadanos ¿Cuántos periodistas tienen hoy la valentía que tuvo Kike? Todos pueden demostrar admiración por él, recordarlo frecuentemente, exigir justicia para su caso, pero cuántos realmente están dispuestos a defender la verdad y la justicia contra el poder establecido como él lo hizo? Creo que el caso de RCTV causó igual o más indignación que la desaparición de Kike Galeano. Al fin y al cabo, en Paraguay robar una vaca es tan grave como violar a un niño/a según el código penal, lo mismo que la no renovación de una licencia de concesión legal y legítimamente decidida a 5000 km de distancia puede ser tan grave o más que la desaparición de un periodista que luchaba contra la mafia en su comunidad.
Una cuestión que no muchos de estos periodistas quieren plantearse, y quisiera que si alguno tiene el coraje de hacerlo me responda, es la siguiente: ¿dónde termina la libertad de expresión y comienza el engaño interesado? Un medio que engaña intencionalmente no ejerce libertad de expresión sino abuso de poder. La oligarquía mediática es tan peligrosa, o incluso más que la peor dictadura. El dictador es un enemigo real contra el que quienes quieren luchar lo pueden hacer, aunque evidentemente en desigualdad de condiciones. Los oligarcas de la comunicación, aparte de tener una posición ventajosa por poseer recursos que no están democráticamente distribuidos, tienen la capacidad de lavar cerebros para dominar, obnubilan la vista de quienes pudieran ofrecerles resistencia, idiotizan, estupidizan y engañan intencionalmente a una gran masa de espectadores para mantener el status quo, para poder desde sus empresas y las que les son útiles disponer constantemente de una infinidad de trabajadores sumisos, dispuestos a aceptar condiciones de trabajo similares a la esclavitud. ¿Acaso no sabíamos que algunos propietarios de MC tienen empresas en las que sus trabajadores cumplen horarios de hasta 16 horas diarias en condiciones infrahumanas de trabajo? Preguntemos a los trabajadores de estas empresas si sus denuncias tienen eco en los medios de comunicación y si tienen libertad de expresarse en los mismos. Ni en el país de las maravillas se puede esperar que una realidad como esta, tan fundamental porque toca a los derechos humanos más básicos de miles de compatriotas, ocupe un lugar en los MC ¿Eso es libertad de expresión? ¿Quiénes defienden a los multitudinarios consumidores de los productos mediáticos así como a los consumidores de cualquier producto que se ofrece en el mercado? Y ¿quiénes defienden a aquellos que quieren expresar ideas que atentan directamente contra los propietarios de los MC? Desde dónde, sino desde el ‘pueblo’ que elige a sus representantes se puede poner límites al abuso en el manejo de estos privilegios. Libertad de expresión no es sinónimo de libertinaje para los MC. Sus propietarios y quienes en ellos trabajan tienen que ser juzgados con las mismas reglas que cualquier ciudadano, incluso con más atención ya que sus acciones tienen un profundo impacto en amplios sectores de la sociedad.
Defender la verdad y la justicia es un rol que compete a todos. El Estado puede ser corrupto y los MC pueden mostrarlo, pero también los MC pueden ser corruptos y esto, ¿quién nos lo puede mostrar? Según nuestros ilustres periodistas, el no estar sometidos a esta lógica de control sería un privilegio -con categoría de derecho- único del ramo..
Cuando el Estado falla están los MC, cuando los MC fallan está el Estado, cuando ambos fallan esperemos que esos pocos periodistas concientes de su responsabilidad y la ciudadanía en general puedan darse cuenta y reaccionar contra ambos. Esta última parece ser la situación en que se encuentra nuestro país. Tenemos que despertarnos.
Algunos enlaces donde se pueden encontrar análisis interesantes acerca del engaño en los medios de comunicación:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51680
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51606
http://www.voltairenet.org/article125917.html?var_recherche=cnn?var_recherche=cnn
http://www.voltairenet.org/article125218.html?var_recherche=cnn?var_recherche=cnn
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=32640