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Sobre los medios de comunicación y las elecciones norteamericanas

Fuentes: Alainet

Traducido para Rebelión por J. A. Julián Nota sobre el autor[i] Probablemente la función más importante que tienen nuestros medios de comunicación es proporcionar a los votantes la información que necesitan para tomar decisiones bien fundamentadas a la hora de votar. Si la gente no sabe lo que vota, nuestra democracia estará seriamente amenazada. Desgraciadamente, […]

Traducido para Rebelión por J. A. Julián

Nota sobre el autor[i]

Probablemente la función más importante que tienen nuestros medios de comunicación es proporcionar a los votantes la información que necesitan para tomar decisiones bien fundamentadas a la hora de votar. Si la gente no sabe lo que vota, nuestra democracia estará seriamente amenazada.

Desgraciadamente, parece que esta amenaza se está haciendo realidad.

Las pasadas elecciones tuvieron como nota destacada la impresionante ignorancia de los votantes. Las encuestas muestran que los votantes, especialmente los de Bush, estaban groseramente desinformados sobre la posición de sus candidatos en una amplia gama de asuntos. «Surveying supporters of the President», una organización que realiza encuestas por cuenta de la University of Maryland PIPA/Knowledge Networks, obtuvo los siguientes resultados:

– el 72% sigue creyendo que había armas de destrucción masiva en Irak,

– el 75% cree que Irak proporcionaba un apoyo sustancial a Al Qaeda,

– el 66% cree que Bush está a favor de la participación de Estados Unidos en la Corte Penal Internacional,

– el 72% cree que Bush apoya el Tratado de prohibición de minas terrestres.

Efectivamente, ninguna de estas afirmaciones es cierta.

¿Cómo podemos saber quiénes son nuestros candidatos y qué posiciones defienden, cuando los medios de comunicación se centran en las encuestas, las polémicas y la propaganda, en lugar de hacerlo sobre los asuntos en juego? ¿Cómo podemos celebrar elecciones significativas cuando la gente no sabe qué está votando? Los fundadores de Estados Unidos eran plenamente conscientes de este problema y por esta razón instituyeron la libertad de prensa en la Primera Enmienda de la Constitución.

Nuestros medios de comunicación tienen la responsabilidad de proporcionarnos un análisis equilibrado de todas sus afirmaciones, de verificar cuidadosamente los hechos, y de aportar un análisis razonado. Sin embargo, en la reciente campaña presidencial nada de esto ha sucedido. Y es exactamente lo que cabía esperar. Como resultado de la consolidación de los medios de comunicación y de las presiones para reducir los costes, las grandes corporaciones propietarias de los medios de comunicación han conseguido acabar con el periodismo de investigación y con el análisis en profundidad. Por ello, hemos tenido horas y horas de cobertura de historias sin fundamento y básicamente estúpidas como la de «Swift boats for truth»[ii], y apenas se ha echado un vistazo a las políticas reales del actual Gobierno, y a cómo afectan a la población de esta nación y del mundo.

La complicidad de nuestras grandes compañías de medios de comunicación en la subversión del discurso público es todavía más profunda. El pequeño grupo de enormes corporaciones de medios de comunicación propietarias de nuestras principales cadenas de televisión y redes radiofónicas obtuvo unos ingresos de 600 millones de dólares, sólo con la publicidad televisiva presidencial. Con esta cantidad se superaron los ingresos de todas las elecciones anteriores y se sometió a los votantes a un aluvión de medias verdades y distorsiones por ambas partes. Los ingresos por publicidad política constituyen ya más del 10% de los ingresos de la radio y la televisión comerciales, en lugar del 3% de 1992. En términos globales, las elecciones federales han costado casi 4.000 millones de dólares, lo que representa un incremento de cerca del 30% en relación con el año 2000.

Una de las leyes de bronce de la televisión comercial es que no se puede programar nada que pueda perjudicar la credibilidad de los patrocinadores. Como resultado, tenemos más publicidad política y más periodismo acrítico, que dan curso a la propaganda y las mentiras a través de la publicidad en televisión. Es imposible imaginar un insulto más flagrante a nuestra inteligencia. Esta situación explica también por qué entre los gigantes de los medios de comunicación las campañas en favor de la reforma de la financiación política despiertan el mismo entusiasmo que en la National Rifle Association[iii] despierta el control de armas.

Por último, las grandes empresas de comunicación se hallan ante un conflicto de intereses, dado que se benefician de la reelección de George W. Bush y de sus políticas favorables a los negocios. El propietario de Viacom, Sumner Redstone, lo puso claramente de manifiesto con ocasión del asunto «Rathergate»[iv] en su compañía CBS, cuando mostró su nuevo favoritismo pro Bush debido a que éste iba a permitir a Viacom un crecimiento mayor y una competencia menor.

Teniendo todo esto en cuenta, estamos en una situación que los fundadores de este país nunca pudieron imaginar. Nuestro «cuarto poder» no es ya un sector independiente al servicio de la ciudadanía. Es una industria de masas dedicada a satisfacer las necesidades de sus propietarios. Se trata de un problema central de nuestra democracia, que debemos abordar si queremos salir de esta espiral degenerativa de campañas políticas engañosas alimentadas por contribuciones masivas provenientes de grandes corporaciones y ricos particulares. Reformar los medios de comunicación no es el único problema a que se enfrenta nuestra nación, pero sin duda es uno ineludible.

Así pues, ¿qué podemos hacer? La reforma significa dotar a los ciudadanos de nuevas fuentes de noticias independientes, que no estén mediatizadas por intereses monetarios. Significa dar a los ciudadanos un mayor acceso a sus propias ondas con el fin de explicar al pueblo estadounidense qué es lo que está sucediendo realmente en sus ciudades y barrios. Significa asegurarse de que el acceso a la información es económicamente equitativo y asequible.

En líneas generales, el Gobierno Bush no está a favor de la reforma de los medios de comunicación, pero todavía hay lugar para la esperanza. Tanto progresistas como conservadores se oponen a permitir que las grandes corporaciones de la información se hagan todavía mayores, y existe el convencimiento de que van a tener que trabajar juntos para impedir una mayor consolidación de nuestros medios de comunicación. Tanto progresistas como conservadores están a favor del periodismo y no de la propaganda, y les disgusta por igual la deriva comercial de nuestra cultura. La razón de que el Presidente Bush no haya hecho públicos durante la campaña sus planes de permitir a las grandes compañías de medios de comunicación un crecimiento aún mayor y una menor competencia es que sabe que los estadounidenses de diferentes ideologías se oponen a esta línea. Para él, se trata de un asunto que debe mantenerse a puerta cerrada.

La misión de Free Press es hacer lo posible porque este crucial asunto de la política de comunicación se negocie bajo la mirada pública. Estamos comprometidos con el principio de que las políticas y las financiaciones que fundamentan nuestro sistema de medios de comunicación sean el resultado de una participación pública amplia y bien informada.

Aunque las perspectivas a corto plazo de reforma estructural a escala federal son limitadas, hay un importante trabajo defensivo por realizar. Recuerden que 3 millones de estadounidenses se organizaron en 2003 con el fin de impedir que la Federal Communications Commission[v] (FCC) relajase las normas relativas a la propiedad de los medios de comunicación. Hoy somos mucho más fuertes que hace 18 meses. Podemos continuar abriendo camino a una serie de asuntos y plantar la semilla de eventuales victorias. Es ahora el momento de que el movimiento de reforma de los medios de comunicación haga el trabajo básico de preparación para las grandes batallas de los próximos años. Debemos pensar a largo plazo si queremos ser efectivos.

Además, se ha generado un gran optimismo en torno a algunas victorias a escala estatal y municipal. Si conseguimos que un número suficiente de ciudadanos tome una posición activa, los políticos se verán obligados a actuar. Hay activistas que están haciendo una campaña prometedora con el fin de obligar a los proveedores locales de televisión por cable a que garanticen financiación y espacio de emisión para una programación independiente y alternativa. Algunas nuevas tecnologías inalámbricas no comerciales tienen un gran potencial para facilitar una oferta de televisión diferente, a la vez que proporcionan servicios telefónicos y de Internet de la misma manera que otros servicios públicos como el suministro de agua, el alcantarillado y la electricidad.

Lo ocurrido estos últimos meses nos recuerda de nuevo que la reforma de los medios de comunicación no es un oscuro asunto tecnocrático, o de derecha contra izquierda. Se trata de un aspecto de una importancia singular para una sociedad que se autogobierna. No deberíamos permitir nunca más a nuestros medios de comunicación que encaminen a los votantes hacia las oficinas de voto sin contar con la información necesaria para tomar decisiones bien razonadas. Cuando los votantes ejercen su derecho ignorantes de los datos más elementales sobre la economía, la política exterior, la salud pública y el medio ambiente estamos ante una emergencia nacional. Es algo inaceptable.

Así pues, sigan en nuestra sintonía. Podemos enviarles más información sobre cómo ponerse en contacto con nuestro movimiento y cómo participar en la creación de un mejor sistema de medios de comunicación, de manera que cuando lleguemos a las próximas grandes elecciones, el pueblo norteamericano tenga realmente idea de cuáles son los intereses que sus candidatos defienden. Entretanto, acérquense a www.freepress.net y elijan entre la amplia gama de información y recursos de que disponemos relativos a la reforma de los medios de comunicación.

«Pásalo», y anima a tus amigos a que participen. Como decía Saul Alinsky[vi], el único modo de luchar contra el dinero organizado es mediante un pueblo organizado. Recuerden esto, actúen en consecuencia y venceremos.



[i] Profesor universitario, autor y activista. Para más información, cf. http://www.robertmcchesney.com/ (N. del T)

[ii] «Lanchas patrulleras en favor de la verdad»: campaña propagandística transmitida por televisión que pretendía menoscabar la historia militar del candidato demócrata, John F. Kerry. (N. del T.)

[iii] Organización contraria a toda reglamentación de la comercialización y posesión de armas de fuego, de tendencia ultraderechista. (N. del T.)

[iv] Of. www.rathergate.com (N. del T.)

[v] Organismo independiente que regula las comunicaciones por radio, televisión, cable y satélite en todo el territorio de Estados Unidos. (N. del T.)

[vi] Activista estadounidense fallecido en 2003. Para más información, cf. http://www.progress.org/alinsky.htm (N. del T.)