Recomiendo:
0

«TELAVIVISIÓN»: ¡peligro!

Fuentes: Oumma

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco

Desde que se desataron las «represalias» israelíes contra los territorios de la Autoridad Palestina y luego contra Líbano, el espectáculo de los noticiarios de las cadenas de televisión francesas, tanto públicas como privadas, provoca un malestar creciente.

Una retórica sectaria y simplificadora criminaliza toda resistencia -libanesa o palestina- y justifica así, de un modo más o menos explícito, además del asesinato de cientos de civiles, la destrucción con bombas de todas las infraestructuras de estas sociedades. En comparación con los otros medios europeos, en particular con la BBC, estas cadenas francesas se presentan ante buena parte del mundo francófono -que se aparta irresistiblemente de ellas- como el instrumento de una desinformación que hará pagar un precio al crédito político de Francia.

A los reyes de la ocultación del telediario de la noche y los platós que se inclinan bajo el peso de los «filósofos a sueldo» y otros susodichos «expertos», a los príncipes de los debates en sentido único, a las reinas de las encuestas con anteojeras y de los documentales mendaces, a los montajes que engañan y disimulan, a los magos del «50-50» (un minuto para los cráteres y… otro para los cañones), ¿cómo expresaros la rabia que sentimos ante tales «informaciones»? ¿Cómo deciros «¡Basta!»? El arma de las palabras nos acuña un nombre nuevo: ¡a partir de ahora seréis la TELAVIVISIÓN!

En la telavivisión se ahonda el viejo surco del odio que llevamos dentro: de Gaza a la periferia sur de Beirut, se estigmatiza sin distinción -tan ciegamente como antes a sus padres nacionalistas- a toda la generación política llamada «islamista», identificada con el terrorismo.

En la telavivisión la historia religiosa de los unos viene muy bien para cimentar la unidad de una nación y su ejército. Pero la de los otros sólo produce un «integrismo» indignante.

En la telavivisión un político tratable no es el que se ha ganado el respeto de los suyos y ha sido elegido democráticamente, sino el que se deja desarmar y se somete dócilmente a los dictados del país vecino.

En la telavivisión los cientos de toneladas de bombas usamericanas que surten los arsenales israelíes o la larga tradición europea de respaldo selectivo a ciertas «fuerzas libanesas» caen misteriosamente en el olvido, y las injerencias extranjeras sólo son sirias e iraníes.

En la telavivisión, la gran amenaza del momento es la hipotética nuclearización de Irán, pero los kilotones, muy reales, que el arsenal israelí apunta hacia todos sus vecinos no existen.

En la telavivisión sólo los guerreros de uno de los dos bandos tienen una familia que se preocupa por ellos. Etcétera.

Cuando minimiza el tamaño de los cráteres excavados por el autismo guerrero israelí, la telavivisión excava otros aún más profundos. Los excava no sólo en el tejido de nuestras relaciones con el mundo, sino también en el seno de nuestra sociedad: si se permite que una de las patas de la mesa sea insolentemente más alta que las demás, toda la vida en común de la comunidad, internacional o nacional, acaba desmoronándose.

A medida que «la única democracia de Oriente Próximo», después de encarcelar a ministros y parlamentarios de su adversario, ejerce su derecho a la «legítima defensa» con el respaldo ciego del país presidido por la estatua de «la libertad», las palabras que sostenían como pilares nuestro mundo se van desplomando una a una. ¿Cuándo comprenderemos la urgencia de dejar atrás esta perniciosa telavivisión?

Fuente: http://www.oumma.com/spip.php?article2128