Pude compartir una semana con ese fascinante proyecto que es Telesur. Una televisora promovida por Venezuela, Brasil, Cuba, Argentina y Uruguay. Cinco países que comparten la necesidad de abordar la información desde una nueva óptica que priorice el protagonismo de los pueblos, los valores de la integración latinoamericana y el rigor informativo por encima de […]
Pude compartir una semana con ese fascinante proyecto que es Telesur. Una televisora promovida por Venezuela, Brasil, Cuba, Argentina y Uruguay. Cinco países que comparten la necesidad de abordar la información desde una nueva óptica que priorice el protagonismo de los pueblos, los valores de la integración latinoamericana y el rigor informativo por encima de la banalidad, la publicidad, el espectáculo y la manipulación al servicio de las grandes corporaciones empresariales. Seguro que más países de la región se hubieran interesado por incorporarse a ese sueño, pero presiones del vecino del norte se lo habrán impedido.
Han sido necesarios más de 75 años desde que se inventara la televisión para que surja un proyecto multinacional que no dependa de grandes grupos empresariales ni de elementos publicitarios que apueste por dar la voz a los ciudadanos y no a accionistas, anunciantes y grupos de poder. Por supuesto, una iniciativa así no se hubiese permitido en EEUU, tampoco Europa se ha demostrado capaz. Ha sido América Latina quien está demostrando que otro mundo es posible.
Por ahora apenas disponen de cuatro horas diarias de programación que repiten a lo largo de la jornada. Pero he podido comprobar la envergadura de la apuesta. En estos días dejarán las oficinas provisionales para mudarse a sus nuevos estudios. El organigrama se va conformando, las corresponsalías comienzan a funcionar, la red con colectivos, profesionales y colaboradores de todo el mundo está avanzando día a día. Un consejo de asesores de lujo es escuchado con atención por los directivos.
Decenas de jóvenes profesionales se incorporan a un proyecto sin precedentes que es la envidia de todos los ciudadanos del mundo que están preocupados porque otra información sea posible. No lo podemos negar, en Europa nos corroe la envidia. Gobiernos con muchos más recursos y democracias supuestamente más desarrolladas han sido incapaces de crear un modelo televisivo independiente del dinero y del poder.
No va a ser fácil, tendrán presiones, algunas descaradas, otras sutiles. Los gobiernos que han hecho la apuesta deberán mantenerse firmes y nobles en permitir que el rigor y la verdad salga adelante, los profesionales han de saber darle la voz a los pueblos y a las mentes honestas. Han de recordar que la agenda informativa no es la de las grandes agencias, las caras famosas no son las protagonistas de las noticias, las declaraciones de la mayoría de los gobernantes no son la opinión de los pueblos, los acontecimientos «culturales» de las productoras norteamericanas y los popes de la literatura, el cine, la música y demás artes suelen representar sólo a sus patrocinadores.
El equipo de Telesur ha de saber que tendrá que avanzar con el aire en contra. Pero esa es la única manera de levantar el vuelo.