Grupo Televisa SA, el mayor conglomerado de medios de habla hispana, está presionando a los legisladores mexicanos para que le permitan conservar su dominio de la televisión del país, más allá de quien se imponga en las elecciones de julio próximo. Televisa domina el mercado mexicano de medios y posee cuatro de las seis estaciones […]
Grupo Televisa SA, el mayor conglomerado de medios de habla hispana, está presionando a los legisladores mexicanos para que le permitan conservar su dominio de la televisión del país, más allá de quien se imponga en las elecciones de julio próximo.
Televisa domina el mercado mexicano de medios y posee cuatro de las seis estaciones nacionales de televisión, la mayor empresa de TV por cable y la única empresa de TV satelital del país. Ahora, está tratando de protegerse contra las amenazas que podrían provenir de las nuevas tecnologías de video, como la TV digital, y del creciente poder político de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de izquierda que encabeza las encuestas para los comicios presidenciales.
Televisa, encabezada por el multimillonario Emilio Azcárraga Jean, está impulsando un proyecto de ley en el Congreso que, según sus detractores, limitaría la capacidad de López Obrador -o quien sea- para diseñar una política de telecomunicaciones y le daría a la empresa una ventaja en la era digital sobre sus rivales potenciales.
Una serie de compañías mexicanas e internacionales han querido incursionar en la televisión local desde hace tiempo. NBC, filial de General Electric Corp. que posee la cadena estadounidense en español Telemundo, ha estado buscando entrar a México.
El intento de Televisa para reformar a su gusto las leyes de comunicaciones es una señal preocupante en un país donde la mayoría de las industrias están dominadas por una o dos grandes empresas, lo que sofoca la competencia, la inversión, la creación de empleo y el crecimiento económico.
La campaña de lobby también genera interrogantes acerca de si la joven democracia mexicana está siendo pisoteada por los líderes empresariales. «Lo que está en juego es sencillo: ¿es México administrado por las empresas privadas o por el Estado?», pregunta Denise Dresser, una destacada analista política.
Hasta el momento, la respuesta no es muy alentadora.
Carlos Slim, el multimillonario dueño de Teléfonos de México SA (Telmex), el virtual monopolio telefónico mexicano, ha neutralizado en reiteradas ocasiones los esfuerzos del Congreso para fortalecer la competencia en su mercado.
Las dos grandes cerveceras mexicanas, que controlan un 99% del mercado, recientemente lograron que el Congreso aprobara un cambio en las leyes fiscales que puso en desventaja a una empresa peruana que intentaba ingresar al mercado local.
Gran parte de la ofensiva de Televisa consiste en aislarse de López Obrador, el ex alcalde de Ciudad de México que critica con frecuencia a los oligarcas y ha tenido una tumultuosa relación con Televisa: una de sus cadenas transmitió en 2004 unos videos que mostraban a algunos de los principales asesores de López Obrador aceptando sobornos.
El proyecto de ley, bautizado por los medios locales como Ley Televisa, haría prácticamente imposible que el próximo presidente designe a una mayoría en el ente regulador de los mercados de televisión y telefonía. El proyecto exigiría que cuatro de los cinco puestos en la comisión reguladora de las telecomunicaciones, Cofetel, fueran nombrados por el actual gobierno del presidente Vicente Fox. Sus períodos se extenderían hasta el final o incluso irían más allá de los seis años del próximo gobierno.
A pesar de sus credenciales democráticas, Fox no ha logrado estimular la competencia, salvo en el mercado aerocomercial.
El mejor ejemplo es Cofetel, donde el gobierno ha hecho poco para reducir el dominio de Slim sobre el mercado telefónico.
El jefe de relaciones públicas de Televisa, Javier Tejado, dijo que el proyecto de ley ampliaría la competencia al aumentar el espectro radioeléctrico disponible. Añadió que instituiría reglas similares a las de países desarrollados, al copiar sus prácticas de largos mandatos para los miembros de las agencias reguladoras. «¿Por qué tiene que ser chueco o malo o chantaje cuando se intenta hacer lo mismo en México?», cuestionó el ejecutivo.
Tejado dice que la empresa no está haciendo lobby en favor del proyecto de ley, pero otros dicen que han sentido en carne propia el poderío del conglomerado de medios.
Un periódico mexicano, El Universal, publicó la transcripción de conversaciones telefónicas grabadas secretamente en las que Tejado presionaba a grupos empresariales -que inicialmente se oponían al proyecto de ley- para que cambien de opinión. Tejado dice que las conversaciones no constituyen nada impropio ni reñido con la ética.
El proyecto de ley fue aprobado por la cámara de diputados en diciembre en una votación unánime que duró siete minutos. Ahora aguarda la votación en el Senado en las próximas semanas.
Televisa disfrutó durante décadas de un virtual monopolio televisivo, ejerciendo como vocero del anterior partido gobernante, el PRI. Su poder se ha diluido un poco en los últimos años después de la privatización de una pequeña empresa estatal que se transformó en TV Azteca, que controla las otras dos cadenas nacionales.
En su conjunto, Televisa y TV Azteca controlan un 99% del mercado de la publicidad en televisión en México y en el pasado ambas empresas han utilizado sus canales para apoyar sus intereses.