Traducido para Rebelión por Chelo Ramos
El 18 de julio de 2008, The New York Times publicó un artículo del historiador judío israelí Benny Morris. En ese artículo, el profesor Morris se pronuncia a favor de que Israel lance un ataque nuclear genocida contra Irán en el que podrían morir 70 millones de iraníes, doce veces más que las víctimas judías en el holocausto nazi. Según Morris, los líderes iraníes deberían pensar bien lo que está en juego y suspender su programa nuclear, pues de lo contrario, lo mejor que podría pasarles es que las fuerzas aéreas convencionales de Israel destruyan sus instalaciones nucleares. Claro está, esto significaría miles de víctimas iraníes y la humillación internacional del país, pero la alternativa es un Irán convertido en un desierto nuclear.
Morris actúa frecuentemente como conferencista y consultor del estamento político y militar israelí y disfruta de acceso especial a los planificadores de la estrategia militar israelí. No es ningún secreto que Morris ha defendido y apoyado públicamente la expulsión masiva y brutal de todos los palestinos. Su visión genocida, sin embargo, no ha impedido que reciba numerosos reconocimientos académicos. Los principales periódicos y revistas científicas de Israel publican sus escritos y opiniones. Como deja claro la publicación de su más reciente artículo de opinión en The New York Times, sus puntos de vista no son los delirios de un psicópata marginal.
¿Qué nos dice acerca de la política y la cultura de USA el hecho de que The New York Times publique un artículo que pide la incineración nuclear de 70 millones de iraníes y la contaminación de una buena parte de los cien mil millones de habitantes de Oriente Próximo, Asia y Europa? Porque se trata de The New York Times, un periódico que a través de sus suplementos dominicales, páginas editoriales y páginas literarias, informa a las «clases educadas» de USA y actúa como «conciencia moral» de importantes sectores de su élite cultural, económica y política.
The New York Times otorga una cierta respetabilidad al asesinato masivo, algo que las opiniones de Morris no tendrían si fuesen publicadas, por ejemplo, en una publicación neoconservadora semanal o mensual. El hecho de que The New York Times considere que el posible exterminio de millones de iraníes por Israel es parte del debate público sobre Oriente Próximo, revela el grado en el cual el «sionifascismo» ha infectado los «más elevados» círculos culturales y periodísticos de USA. En realidad, esto no es sino la consecuencia lógica del apoyo público que The New York Times ha otorgado al bloqueo económico que Israel ha impuesto a Gaza para matar de hambre a 1,4 millones de palestinos, de su ocultamiento de la influencia que el sionista AIPAC (American Israel Public Affairs Committee – Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) ha tenido en la invasión de Iraq por USA, cuyo resultado es el asesinato de más de un millón de iraquíes.
El Times da la pauta a todo el sector cultural de Nueva York, el cual privilegia los intereses de Israel hasta el punto de asimilar al discurso político de USA no sólo sus violaciones rutinarias de la ley internacional, sino sus amenazas, más bien promesas, de arrasar vastas áreas de la tierra para lograr la supremacía regional. El hecho de que The New York Times esté dispuesto a publicar a un defensor del genocidio-etnocidio israelí nos revela cuán fuertes son los lazos entre una publicación pro israelí que supuestamente pertenece al «orden establecido liberal» y la derecha totalitaria de Israel. Es como decir que para el orden establecido «liberal» pro israelí los nazis no judíos son execrables, pero en cambio las opiniones y políticas de los judeo-fascistas deben ser objeto de estudio y, posiblemente, puestas en práctica.
El artículo de Morris sobre la «exterminación nuclear» publicado en The New York Times no provocó ningún comentario adverso de los 52 presidentes de las Principales Asociaciones Judías de USA (PMAJO), en cuyo boletín diario, Daily Alert, han publicado frecuentemente artículos de sionistas de USA e Israel que defienden el ataque nuclear de Irán por Israel o USA. En otras palabras, las opiniones totalitarias de Morris son parte de la matriz cultural enterrada en lo más profundo de las redes de organizaciones sionistas y tienen amplio «alcance» en los círculos culturales y políticos de USA. Al publicar la locura de Morris, el Times ha sacado el discurso genocida de los limitados círculos de influencia sionista para llevarlo al seno de la opinión pública de USA, a millones de lectores de ese país.
Salvo por un puñado de escritores (gentiles y judíos) que publican en sitios web marginales, ningún miembro del mundo literario, político o periodístico ha condenado moral o políticamente esta afrenta a nuestra humanidad. Nadie ha hecho la conexión entre las políticas totalitaristas y genocidas de Morris y las amenazas oficiales y públicas de Israel y los preparativos para una guerra nuclear. Ninguno de nuestros intelectuales más influyentes se ha puesto al frente de una campaña antinuclear para repudiar al estado (Israel) y a los intelectuales que preparan una guerra nuclear cuyo resultado sería el exterminio de diez veces más seres humanos que los judíos asesinados por los nazis.
La incineración nuclear de la nación iraní es la contraparte israelí a las cámaras de gas y los hornos de Hitler, pero mejorada y aumentada. El exterminio es la última etapa del sionismo, permeado por una doctrina según la cual, si no pueden regir los destinos de Oriente Próximo, entonces destruirán el aire y la tierra del mundo. Ese es el mensaje explícito de Benny Morris (y de sus patrocinantes israelíes oficiales), quien, como Hitler, da un ultimátum a los iraníes, «ríndanse o serán destruidos» y amenaza a USA, únanse a nosotros en el bombardeo de Irán o enfrenten una catástrofe ecológica y económica mundial.
No hay duda alguna de que Morris está total, profunda y clínicamente loco. Tampoco hay duda de que, al publicar sus delirios genocidas, The New York Times da nuevas muestras de la forma en que el poder y el dinero han contribuido a la degeneración de la vida intelectual y cultural judía en USA. Para comprender las dimensiones de esta descomposición sólo tenemos que comparar la desesperada huida del terror nazi del brillante escritor judío alemán, el trágico-romántico Walter Benjamin, con el apoyo criminal al terror nuclear sionista del escritor judío israelí Benny Morris publicado en The New York Times.
EL tema del poder sionista en USA no se refiere sólo a un «lobby» que influye en las decisiones que toman el Congreso y la Casa Blanca sobre la ayuda exterior a Israel. Lo que está en juego hoy en día son los temas relacionados con el apoyo a una guerra nuclear en la que 70 millones de iraníes pueden ser exterminados y la complicidad de los medios de comunicación de USA que proporcionan una plataforma e, incluso, una cierta respetabilidad política al asesinato masivo y a la contaminación del planeta. Contrariamente a los nazis en el pasado, no podemos excusarnos, como hicieron los buenos alemanes, diciendo que «no sabíamos» o que «no fuimos informados», porque ha sido escrito por un eminente académico israelí y publicado en The New York Times.
Chelo Ramos es miembro de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.