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Un ejercicio de investigación básico sobre la ética periodística del Grupo Prisa en México

Fuentes: Rebelión

Ante la acumulación de editoriales que El País (y otras tribunas vinculadas al Grupo Prisa) ha dedicado a la crisis mexicana, parece lógico preguntarse a qué se debe esa gran labor por generar una opinión pública favorable a los resultados oficialistas que otorgan la victoria a Calderón frente a las acusaciones de fraude electoral que […]

Ante la acumulación de editoriales que El País (y otras tribunas vinculadas al Grupo Prisa) ha dedicado a la crisis mexicana, parece lógico preguntarse a qué se debe esa gran labor por generar una opinión pública favorable a los resultados oficialistas que otorgan la victoria a Calderón frente a las acusaciones de fraude electoral que defiende Obrador. No quiero aquí poner en duda la ética periodística del periódico más vendido en España, referencia indispensable de los que viven más a gusto autodenominándose «progresistas» sin preguntarse a veces lo que eso significa. Pero como gran generador de esa (supuesta) opinión «progresista», cabe preguntarse los fundamentos de esa ética periodística: las bases sobre las que descansa la «libertad de expresión y pensamiento» que promulga tan significativo medio.

Para ello sugiero un ejercicio de investigación al alcance de casi todos al que luego dedicaremos un tiempo.

Pero antes recordemos las palabras de El País hace una semana, el miércoles 30 de agosto de 2006. Un editorial titulado «El paso de Calderón» nos ofrece juicios de valor sobre las instituciones mexicanas sin dar ningún tipo de dato para corroborar sus propios argumentos: «El derechista y candidato del gobernante Partido de Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón, está a un paso de ser proclamado presidente de México por el Tribunal Electoral, una institución de reconocida solvencia e independencia.» Se atreve a censurar la «actitud» de Obrador sin mayor justificación que la de acatar ciegamente lo dictaminado por tan «independiente» y «solvente» institución con afirmaciones del tipo: «López Obrador, ex alcalde de la capital, tiene que deponer su rebeldía civil» o «Lo que debe hacer es reconocer la derrota». Y también reconoce implícitamente que le preocupa el escepticismo que deja en algunos sectores críticos tan infundadas argumentaciones, sectores que se atreven a poner en cuestión los criterios partidistas de tan ilustre medio: «Lo ocurrido en México no tiene comparación con lo que en su día pasó en Ucrania o en otros países en los que el poder hizo trampas colosales y se vio forzado a reconocerlo después, gracias, sobre todo, a la movilización popular.» De nuevo, argumentos sin documentar, afirmaciones por imposición, y, sobre todo, fuera de lugar en el editorial; expuestos para disuadir a los sectores más críticos. El País llega en esta joya a conclusiones y expresiones absolutas impropias de un periodismo crítico y elaborado, y desde luego muy lejos de cualquier método de corte progresista: «El país americano no se puede permitir estafas electorales ni una calle soliviantada. Necesita unidad y sentido común. Es tiempo de dar por cerrados estos comicios.»

Tras haber sido oficializada la victoria de Calderón por el Tribunal Electoral, El País le dedica un nuevo editorial al tema bajo el título «Victoria Justa», del 6 de septiembre de 2006. La metodología empleada en el mismo reproduce las virtudes del que publicaban una semana antes (y de los que llevan publicando desde hace ya bastante tiempo sobre el particular): «La inapelable decisión del Tribunal Electoral de declarar la validez de los comicios del pasado 2 de julio y proclamar presidente electo al candidato derechista del PAN, Felipe Calderón, cierra definitivamente una página. Y debería llevar a su rival del PRD, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, a deponer su resistencia en la calle. Calderón sólo le ha sacado 234.000 votos o un 0,56%. Es una victoria ajustada, pero no por ello menos justa.» Y continúa con el absolutismo en sus afirmaciones sin ofrecer dato alguno que refrende sus argumentos: «Ha llegado la hora de recomponer, no de seguir rompiendo platos. El Tribunal Electoral está libre de toda sospecha y ha actuado con profesionalidad.» Y luego le dedica espacio a ese doble juego con el que se atreve a coquetear con las posturas críticas para no quedar así demasiado en evidencia: «En este largo periodo, aunque haya ganado, Calderón debe percatarse de que los problemas que planteó López Obrador sobre la desigualdad y la pobreza durante la campaña siguen siendo los centrales. El presidente Calderón debe hacerlos suyos y afrontarlos de forma prioritaria. Con ello, ganará también él como presidente y México como país.»

Llegados a este punto, es hora de hacer el pequeño trabajo de investigación (casi un juego) que mencionaba al principio. Les propongo que vayan a www.google.es y tecleen las siguientes palabras: «grupo prisa mexico». En una de las primeras direcciones que aparecen (http://www.esmas.com/televisa/images/upload/prisa-tv_conj_esp.pdf#search=%22grupo%20prisa%20mexico%22) se puede encontrar el documento que describe la siguiente operación del Grupo Prisa en la zona:

«EMILIO AZCARRAGA Y JESÚS DE POLANCO FIRMAN UNA ALIANZA ESTRATÉGICA DE PRISA CON TELEVISA PARA EL DESARROLLO DE LA RADIO EN MÉXICO.

· Grupo Prisa adquiere el 50% de Radiopolis invirtiendo US$ 60 MM

· Gestión conjunta de Grupo Prisa y Televisa

· Radiópolis posee 17 emisoras en México con una cuota de mercado del 9%

· US $ 35.5 MM de ingresos en el 2000 con 20% de margen Ebitda

· Alianza estratégica para el desarrollo de otros negocios»

En la propia página del Grupo Prisa que aparece al teclear esas palabras en Google (http://www.prisa.es/areas/radio_internacional.html) se resume la operación: «El sistema Radiópolis, participado al 50% por Grupo PRISA y su socio Televisa, cuenta en la actualidad con 71 estaciones que cubren el 90% del territorio mexicano y emiten las programaciones de las cinco marcas de GLR en el país.»

Ahora bien, el otro nombre clave que nos ha aparecido es el de Televisa. Les sugiero que de nuevo en Google tecleen: «televisa calderon mexico». Y encontramos artículos como el de Elvira García «Coincidencia o premeditación» para El Universal reproducido en: http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/RMC/rmc98/coincidencia.html sobre la relación de Calderón con Televisa:

«Justo a los dos días de aprobadas en la Cámara de Senadores las reformas a las leyes de radio, televisión y telecomunicaciones, a través de las cuales el gobierno actual regaló el espectro radioeléctrico a Televisa, las cosas empezaron a cambiar para los tres principales candidatos a la Presidencia. Y la ventana para mostrar esos cambios fue, precisamente, la pantalla de Televisa y eventualmente la de TV Azteca.

Esos candidatos que, en el tema de las reformas a tales leyes, decidieron que «calladitos se veían más bonitos», recibieron respuesta inmediata del consorcio de Azcárraga Jean. Pero esa respuesta no contenía buenas noticias para los tres contendientes. Uno de ellos iba a conocer, más rápido de lo que imaginaba, que a él le tocaba la de perder. Andrés Manuel López Obrador comprobó así, dolorosamente, que guardar silencio ante el despojo a la nación que se cometió en el Senado de la República no le garantizó el pase automático al trato preferencial por parte de la poderosa televisora. Tuvo que reconocer que Manuel Bartlett tenía razón cuando –en aquella histórica sesión del 30 de mayo en el Senado, donde se discutía el destino de las reformas y del país– afirmó, palabras más, palabras menos, que Televisa no tiene lealtades, sólo negocios. Y que, una vez logrado su objetivo de someter al Congreso de la Unión, como en sus reality shows, uno de los candidatos a la Presidencia iba a ser eliminado. Y ese fue López Obrador, mientras que a Roberto Madrazo lo mandaba al limbo. Y esto es lo que puntualmente ha venido mostrando Televisa en la pantalla: su «nueva verdad», una verdad de telenovela en torno de las preferencias electorales y los porcentajes de cada candidato. Todo en favor de Felipe Calderón Hinojosa.»

Y continúa el artículo con una serie de datos extremadamente reveladores. Para completar esta información, podemos encontrar en esta misma busqueda la siguiente noticia («Calderón y Fox cumplen cita con el Grupo Televisa» en http://www.eluniversal.com.mx/nacion/134779.html):

«El Presidente de la República, Vicente Fox Quesada, y el candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, se reunieron ayer en privado y por separado con el presidente del Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Jean, en esta localidad, sin que ninguno de los participantes diera a conocer los temas que se abordaron.

El tema de las modificaciones a la Ley Federal de Radio y Televisión se está revisando en el Congreso de la Unión y «yo seré respetuoso de la decisión que tomen», sostuvo Calderón Hinojosa, en Tampico, Tamaulipas.

El aspirante panista explicó que se reunió con integrantes del consejo de administración de la empresa Televisa en donde saludó a Azcárraga, pero rechazó haber abordado con él el tema de las reformas a la Ley Federal de Radio y Televisión.»

También podemos encontrar un artículo de Eileen Truax titulado «Llaman en México a boicotear empresas» (http://www.laopinion.com/supp78/?rkey=00060726000438451179) donde se nos informa de las innovadoras estrategias electorales que sigue Televisa:

«Organizaciones civiles y grupos ciudadanos en México han realizado durante los últimos días un llamado para boicotear a las empresas que forman parte del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y que financiaron anuncios televisivos en favor de Felipe Calderón y en contra de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), hecho que está prohibido por la ley electoral. (…) Una de las empresas más cuestionadas por esta actividad ha sido Televisa, debido a que durante las semanas previas a la elección integró la imagen de Felipe Calderón al contenido de algunos programas televisivos, como es el caso de la popular telenovela «La Fea más Bella»; en uno de los capítulos de esta serie la protagonista hace una declaración en la que se pronuncia a favor de Calderón».

Otro documento interesante que no exige ir ni a la segunda página de resultados de Google, es un artículo de Alvaro Delgado titulado «Calderón y el PAN: ni principios ni valores» (http://www.proceso.com.mx/elecciones06/analisis.html?aid=38886). En el mismo se afirma:

«El grupo parlamentario del PAN en el Senado se ha doblado ante el poder de Televisa y se apresta a convalidar, mañana, en comisiones y en la sesión del jueves en el pleno, una reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión contraria al interés nacional, el principio que –ni más ni menos– dio origen a ese partido político y que se supone es su guía.

Ya se sabe que en la política en general la ambición se antepone a los escrúpulos y el pragmatismo aplasta los principios, pero es todavía más grave en un partido político, el PAN, cuyos documentos establecen expresamente que no hay otra prioridad como institución que el interés nacional.

A juzgar por la posición que han asumido la dirigencia nacional del PAN, encabezada por Manuel Espino, el candidato presidencial y el grupo parlamentario en el Senado coordinado formalmente por Héctor Larios –aunque el poder real lo tiene Diego Fernández de Cevallos–, no hay más interés nacional que el de Televisa y por eso deben ser aprobadas las reformas que sus empleados redactaron.»

En definitiva, y volviendo a lo que nos interesa aquí, una vez más parece que la ética periodística de El País está condicionada por los intereses empresariales del Grupo Prisa en la zona. Por otro lado, algo de esperar a la sombra de las situaciones análogas que conocemos del imperio media español en otras regiones de América Latina. Lo lamentable es que esa ética (dependiente de los intereses empresariales del Grupo Prisa y sus socios de turno, sean estos del color que sean) lleve una vez más a condicionar la opinión de sus lectores, que no necesariamente comparten los intereses empresariales del grupo dirigido por Polanco.

Traficar con la opinión pública en función de intereses económicos particulares parece formar parte de lo que en estos hemisferios conocemos como «libertad de expresión». Una «libertad» que se ejerce para que todos comulguemos con los objetivos de la élite. Pues que viva.