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Un periodista preso

Fuentes: Berria

Traducido para Rebelión por Daniel Escribano


En estas latitudes y, en general, en Occidente, el más famoso periodista de los que menos predicamento tienen seguramente sea Sami al-Hajj. Lo tienen preso en Cuba, pero no Fidel Castro. El cámara de la cadena de televisión Al Jazeera no ha conocido más que las oscuras celdas de Guantánamo durante los últimos seis años y más.

No, no es conocido en Occidente; es sólo otro preso de Guantánamo. Otra cosa son, sin embargo, otras zonas del mundo, de las que se tiene toda la dimensión del preso.

Lo secuestraron en Afganistán en diciembre de 2001. Lo golpearon, lo tuvieron al borde de la muerte de hambre, lo congelaron, le inspeccionaron el ano con gente delante. Le aplicaron todas esas torturas que ha defendido George Bush hace pocos días. Cuando llegó a Guantánamo no podía doblar las rodillas.

Lleva más de un año en huelga de hambre para que lo liberen. Lo alimentan a la fuerza, mediante una sonda por la nariz y la garganta. La sonda, empero, no la tiene siempre. Se la ponen cada vez que le dan de comer, ya que la comparte con otros secuestrados en huelga de hambre. Se está quedando sin garganta. La noción de la realidad se le nubla ahora sí, ahora no.

Parece que los EEUU tenían en el punto de mira a otro cámara, pero no lo pudieron capturar y secuestraron a Al-Hajj. Ahora dicen que es el «cartero de los terroristas». Pero también le ofrecieron un trato: habría quedado libre si hubiera hecha tareas de topo para ellos en Al Jazeera. El periodista no aceptó la oferta.

También deberíamos tener libre a Sami al-Hajj en este día de la libertad de prensa vasca (alusión al quinto aniversario del cierre de Euskaldunon Egunkaria [n. del t.]).