Parece haberse abierto en estos últimos tiempos un debate sobre el estado del periodismo considerando que se encuentra en horas bajas debido a numerosos factores. Se ha insinuado que la financiación de los medios es imprescindible para que el medio siga existiendo y, por tanto, para que la información siga fluyendo. Sin embargo, una de […]
Parece haberse abierto en estos últimos tiempos un debate sobre el estado del periodismo considerando que se encuentra en horas bajas debido a numerosos factores. Se ha insinuado que la financiación de los medios es imprescindible para que el medio siga existiendo y, por tanto, para que la información siga fluyendo. Sin embargo, una de las cuestiones más recurrentes está siendo la referida a la «subjetividad» con la que se tratan los hechos en periodismo, que en realidad, más que como subjetividad, ha sido denominada por los acusadores como mutilación de la información misma. Es decir, en general, de lo que se acusa a los medios no es de que sean subjetivos al informar, sino de que en vez de pretender informar, adoctrinen.
Sin embargo, esto es seguir dándole la vuelta al tema sin centrarnos en el asunto, algo que conviene a quienes pretenden seguir detentando el poder de informar y a quienes, como viene a decir Pablo Bilsky, pretenden seguir presentándose como la fuente de la que emana la verdad.
En primer lugar, considero necesario establecer previamente una serie de principios generales para poder ir desgranando poco a poco el asunto:
-Obviamente un ser humano nunca puede ser objetivo (tienen un punto de vista, una conciencia concreta, un pasado y un presente también concretos, un saber, unos sentimientos culturalizados…) porque, en definitiva es, afortunada y desgraciadamente, un ser socializado y culturalizado de una forma concreta e irremediable, como ser humano que es.
-La objetividad no puede conseguirla un ser humano.
-Un ser humano puede tender a la objetividad o puede tender a la subjetividad plena. En la mayoría de los casos no se dará ningún extremo, sino un término medio, porque la misma socialización y culturalización a la que se ve sometido le hace irremediablemente salir en cierto grado de sí mismo.
-Objetividad y subjetividad no se encuentran en los extremos opuestos de una cuerda. La objetividad es el centro y las diferentes subjetividades son las infinitas distancias a ese centro desde uno y otro lado (incluso desde arriba y abajo, desde las diagonales y desde las infinitas direcciones posibles).
-La suma de diversas subjetividades nos hará tender al centro, a la objetividad, aunque nunca la consigamos
-Mientras más seres humanos describan una realidad más cerca estará de la objetividad esa descripción. Mientras más alejados estén los seres humanos que describen una misma realidad, más cercana aún a la objetividad se encontrará tal descripción.
-La realidad es como es, y por tanto es en sí objetiva; el ser humano es subjetivo en cuanto descriptor de la realidad.
-La realidad es infinitamente más completa que la limitada capacidad de captarla del ser humano.
Ahora bien:
Un ser humano, subjetivo y pasional, escribe para otro ser humano subjetivo y pasional.
¿Perseguir la objetividad en el periodismo acabará matando al periodismo porque se le quita a la realidad la pasión y la humanidad del periodista y no acabará por ello enganchando al lector?
Definitivamente no. El problema es que la persecución de la objetividad está mal entendida, incluso diría, está intencionadamente mal explicada.
El periodismo debe huir de la ideologización, que es algo distinto que la ideología. La ideologización es la intención de presentar los hechos a través de una única ideología para formar a los receptores en ella. Es hacer que los receptores acojan la misma ideología que un medio concreto.
La ideología en cambio es la propia expresión de la subjetividad y es, simple y llanamente, irremediable no solo para un periodista sino para cualquier ser humano.
La ideología es casi una característica humana y se da en cada una de las situaciones cotidianas de todos los seres humanos.
En cambio, la ideologización tiene lugar cuando la información es mercantilizada, es decir, cuando la información es una mercancía en vez de una finalidad en sí misma.
La información es una mercancía cuando depende de la publicidad o de otros intereses para aparecer o no en un medio o para hacerlo de una u otra forma concreta. La publicidad, las empresas, los gobiernos… el poder en sí no puede condicionar la aparición o no de una información así como tampoco su forma de hacerlo.
Hasta ahora, un medio sin dependencia de poderes estaba condenado al fracaso por falta de la financiación necesaria para subsistir, por eso nunca se ha abierto este debate, porque el poder, entendido en términos económicos, siempre ha triunfado en los medios. Hoy, con Internet, ha comenzado a desmercantilizarse la información y mediante la existencia de los numerosísimos blogs, la información fluye con la única y simple finalidad de hacerse ver. La información no es una mercancía, el bloguero muestra una información sin conseguir nada a cambio, lo hace por el placer de informar, no hay intereses de ningún tipo ni, mucho menos, económicos. Internet ha concedido gratuitamente esta posibilidad, en la que el bloguero no necesita de un poder económico para que su información se difunda.
Curiosamente, ahora que el «poder» pierde poder, se abre el debate de la muerte de los medios por tender a la objetividad.
La objetividad es perseguible sin perder la subjetividad, es más: a mayor número de subjetividades mayor acercamiento a la objetividad. Pongamos un ejemplo práctico:
-si un hecho es narrado por un único periodista surge la duda de ser subjetivo para dar pasión y humanizar la información o ser objetivo para «informar».
-¿no sería una solución que se crearan varias noticias sobre el mismo hecho enfocadas por periodistas diferentes y, por tanto con diferentes puntos de vista? Si aceptáramos todas las versiones, los periodistas serían subjetivos (mostrarían los hechos pero humanizados y apasionados) mientras que el lector tendría ante sí un relato tendente a la objetividad, a consecuencia de la suma de relatos subjetivos. Así mismo, el lector tendría en su mano mucha más información y tendría libertad (física y de pensamiento) para tender hacia un punto de vista o hacia otro; tendría la libertad total y la posibilidad absoluta de ser crítico.
-Pero claro, eso solo es posible en un medio donde se organice la información con la única finalidad de informar, no en aquel medio donde la información está condicionada a su mercantilización.
Llegados a este punto, el problema del periodismo no es la objetividad o la subjetividad, sino la información como medio o la información como fin.
-Si la información es un medio, la objetividad no tiene cabida. La información está determinada por la ideologización.
-Si la información es un fin, perseguir la objetividad no es un problema sino que fomenta la expresión subjetiva y con ello el sentido crítico a base de un conocimiento mucho más completo.
Desde el punto de vista de la información como fin en sí misma, el periodismo no solo no está muriendo, sino que está más vivo que nunca. Por primera vez en la historia, la información no está condicionada al poder ni a ningún otro elemento más que a sí misma y sus propias ganas de salir a la luz, de existir como pura y llana información. El periodismo está repleto de vida, gracias a Internet está madurando desde la verticalidad (del poder condicionante al consumidor de información condicionado) hacia la horizontalidad (del ser humano al ser humano). No necesita intermediarios, fluye y refluye en una incesante creación y recreación que a base de subjetividades consigue estar poco a poco más objetiva y más humana a la vez.
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