El pasado lunes 13 de noviembre, el diario El País publica una amplia entrevista a Luis Rosales, uno de los candidatos opositores a Chávez para las próximas elecciones presidenciales el próximo 3 de diciembre (1). Como el candidato no es muy brillante, hay que echarle una manita y el enviado especial, Francisco Peregil, debe dedicar […]
El pasado lunes 13 de noviembre, el diario El País publica una amplia entrevista a Luis Rosales, uno de los candidatos opositores a Chávez para las próximas elecciones presidenciales el próximo 3 de diciembre (1).
Como el candidato no es muy brillante, hay que echarle una manita y el enviado especial, Francisco Peregil, debe dedicar un tercio del espacio a sus comentarios en la entradilla antes de comenzar con las preguntas. Hagamos un repaso a los cuatro párrafos previos, y desvelemos los elementos de manipulación y tergiversación. A continuación el texto íntegro de la introducción a la entrevista en cursiva, la tipografía normal y en color rojo insertada son mis comentarios:
Manuel Rosales es la culminación del esfuerzo de miles de personas por dejar a un lado sus diferencias…
Todos los candidatos electorales son la culminación de miles de personas por dejar a un lado sus diferencias
…olvidar los pequeños y grandes errores cometidos y luchar para vencer a Hugo Chávez en las elecciones del próximo 3 de diciembre. Con el fallido golpe de Estado que parte de la derecha venezolana organizó en abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez, los partidos tradicionales de la oposición quedaron más desprestigiados que nunca
Se olvidó el enviado de El País en citar que Manuel Rosales es parte de esa derecha que participó en el golpe.
Muchos de sus líderes se exiliaron en Colombia y Miami (EE UU)
No se exilian, se fugan de la Justicia, el exilio es la huida del país por sufrir persecución debido a sus ideas.
Apenas un semestre después, la oposición convocó una huelga general para provocar la dimisión de Chávez. Durante nueve semanas, que abarcaron todas las navidades de 2002, las tiendas y las gasolineras quedaron desabastecidas.
Aquello no fue una huelga, por huelga se entiende «toda perturbación producida en el proceso productivo. Principalmente, la cesación temporal del trabajo, acordado por los trabajadores, para la defensa y promoción de un objetivo laboral o socioeconómico». Lo que sucedió estaba planteado por la patronal Fedecámaras, los altos gerentes de la empresa pública petrolera PDVSA y no planteaba ninguna reivindicación laboral, solo la demisión del presidente.
Pero Hugo Chávez aguantó el golpe. No sólo no dimitió sino que despidió a 17.000 empleados de la empresa petrolera estatal.
Es que los presidentes democráticos no dimiten cuando sufren críticas o intentos de derrocarlos una huelga, pueden cambiar sus decisiones políticas, pero no dimitir
Los despidos cumplieron la legislación vigente en cuanto que se trataba en su mayoría de gerentes y directivos que directamente abandonaron sus puestos de trabajo, sabotearon los programas informáticos y produjeron unas pérdidas para el país de entre cuatro mil y diez mil millones de dólares. ¿Qué sucedería en España si la dirección de RENFE o cualquier otra empresa pública dejaran de aparecer por sus trabajos durante dos meses y paralizaran su producción reivindicando el cese del presidente español? Recordemos que todos los medios de comunicación pedían la cabeza de los trabajadores de Iberia del aeropuerto de Barcelona sólo porque hicieron una huelga un día en defensa de sus puestos de trabajo.
La oposición se había desgastado en el empeño, pero no se dio por vencida. En agosto de 2003 recaudó más de tres millones de firmas pidiendo un referéndum para destituir a Chávez. Y en agosto de 2004, Chávez ganó el referéndum. La oposición quedó abatida, descompuesta. Pero boicoteó las parlamentarias de 2005 y entonces logró un 74% de abstención.
No logró la oposición un 74 % de abstención, ya había un sesenta cuando la oposición votaba, de hecho en esas elecciones la participación fue superior a la registrada en las regionales de octubre de 2004 y en las municipales de agosto de 2005, cuando la oposición no llamó a la abstención.
Ahora, casi ocho años después de que Chávez llegara al poder, tres personas unidas por sus ganas de desbancarle aglutinaron en torno a ellas a una treintena de pequeños partidos. Son Teodoro Petkoff, ideólogo izquierdista, Julio Borges, líder de Primero Justicia, pequeño partido de centro-derecha, y Manuel Rosales, dos veces alcalde de Maracaibo -segunda ciudad del país- y gobernador del Estado de Zulia, el más rico y poblado del país. En agosto, Rosales quedó designado como el candidato de la gran coalición para derrotar a Chávez.
No es ninguna gran coalición, es otro de los diecisiete candidatos que disputan la presidencia a Chávez
Rosales, igual que el presidente, es hijo de maestro de escuela y él mismo fue docente durante varios años. Tiene 52 años, esposa y nueve hijos. Es el líder del partido regionalista Un Nuevo Tiempo, desde que en 1995 abandonase la socialdemócrata Acción Democrática.
Hasta en la edad faltan a la verdad, nació en diciembre de 1952, por tanto cumplirá 54 años el próximo mes de diciembre. Aunque en el currículum difundido por él mismo se afirma que fue docente en el municipio Colón del Estado Zulia, no acabó estudios de magisterio, abandonó sin terminar la carrera de Derecho y la de Administración.
En conclusión, no basta con darle la palabra a los opositores a Chávez, hay que darles un empujoncito mediático antes de la entrevista por si sus declaraciones no resultan convincentes.