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Periodistas independientes y medios alternativos informan valientemente sobre lo que los grandes medios ocultan

Una revolución informativa ha comenzado

Fuentes: New Stateman

Traducido para Rebelión por LB

La escritora india Vandana Shiva ha realizado un llamamiento para la «insurrección del lenguaje subyugado». La insurrección hace tiempo que está en marcha. Tratando de dar sentido a un mundo peligroso, millones de personas se están alejando de las fuentes tradicionales de noticias e información y se orientan hacia Internet, convencidas de que el periodismo de los medios mayoritarios es la voz del poder rampante. El gran escándalo de Irak no ha hecho sino acelerar este proceso. En los Estados Unidos varios veteranos presentadores han confesado que si hubieran cuestionado y desenmascarado las mentiras que se dijeron sobre las armas de destrucción masiva de Irak, en lugar de amplificarlas y justificarlas, tal vez la invasión no se habría producido.

Semejante probidad aún no ha cruzado el Atlántico. Desde su fundación en el año 1922, la BBC ha servido para proteger a todos los stablishment británicos tanto en tiempos de guerra como de paz. De modo que en la BBC los sucesos estremecedores que tienen lugar en Irak -la destrucción de ciudades, la matanza de personas inocentes y la farsa de un gobierno títere- son omitidos de forma rutinaria. Un estudio realizado por la Cardiff School of Journalism descubrió que el 90% de las referencias de la BBC a las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein sugerían que las poseía, y que «la presión de los gobiernos británico y estadounidense consiguió distorsionar la cobertura informativa». La misma presión ha garantizado, hasta hoy, que la utilización de armamento prohibido por parte de estadounidenses y británicos en Irak haya sido suprimida de los noticiarios.

Según el informativo de la BBC Newsnight, la admisión el pasado 10 de noviembre por parte del Departamento de Estado de los EEUU de que sus tropas utilizaron fósforo blanco en Falujah se produjo después de una serie de «rumores en Internet». De rumores, nada. Lo que hubo fue un trabajo de investigación de primera clase que debería hacer sonrojar de vergüenza a los periodistas bien remunerados. Mark Kraft, de insomnia.livejournak.com, halló las pruebas en el número de marzo-abril del 2005 de la revista Field Artillery y en otras fuentes. Su trabajo fue respaldado por el de la directora cinematográfica Gabriele Zamparini, fundadora de un excelente sitio de Internet: thecatsdream.com.

El pasado mes de mayo, David Edwards y David Cromwell, de medialens.org, postearon un revelador intercambio epistolar mantenido con Helen Boaden, directora de informativos de la BBC. A su pregunta de por qué la BBC había permanecido callada sobre conocidas atrocidades perpetradas por los estadounidenses en Falujah, Helen Boaden respondió lo siguiente: «Nuestro corresponsal en Falujah en aquel tiempo [cuando se produjo el ataque estadounidense], Paul Wood, no informó sobre ninguna de esas cosas porque no vio ninguna de ellas». Una frase de antología. Wood estaba atraillado con los estadounidenses. No entrevistó a ninguna víctima de las atrocidades estadounidenses ni a ningún periodista que no estuviera empotrado. No solamente pasó por alto el uso del fósforo blanco por parte de los estadounidenses, cosa que hoy éstos admiten, sino que no informó en absoluto sobre el uso de otra arma prohibida: el napalm. Así, los espectadores de la BBC no pudieron tener conocimiento de las delicadas palabras del coronel James Alles, comandante del II Grupo Aéreo de los marines estadounidenses. «Rociamos con napalm los dos accesos de ese puente», dijo. «Desgraciadamente, había gente allá.. los podías ver en el vídeo de cabina… No es una bonita forma de morir. Los generales adoran el napalm. Produce un gran efecto psicológico».

Después de que el no reconocido trabajo de Mark Kraft y de Gabriele Zamparini apareciera en los diarios Guardian y The Independent y obligara a los estadounidenses a aclarar las cosas con respecto a la cuestión del fósforo blanco, Wood apareció en Newsnight describiendo la admisión de su empleo como «un desastre para los estadounidenses en términos de relaciones públicas». Con esa frase se hacía eco del demócrata-liberal Menzies Campbell, tal vez el político más citado desde Gladstone, que había dicho: «El empleo de este arma puede que haya sido legal desde el punto de vista técnico, pero sus efectos son tales que va a suponer una victoria propagandística para la insurgencia».

La BBC y la mayoría del stablishment político y mediático británico caracterizan invariablemente a este horror como un problema de relaciones públicas, mientras que minimizan el arrasamiento de una ciudad del tamaño de Leeds, el asesinato y mutilación de innumerables hombres, mujeres y niños, la expulsión de millares de personas y la negativa a proporcionar material sanitario, alimentos y agua, es decir, un crimen de guerra en toda regla.

Las pruebas son numerosas y han sido aportadas por refugiados, médicos, grupos de derechos humanos y por un puñado de valientes extranjeros cuyo trabajo sólo aparece publicado en Internet. El mes de abril del año pasado, Jo Wilding, una joven estudiante británica de derecho, envió desde dentro de la ciudad una serie de extraordinarios reportajes con testimonios oculares de lo que estaba sucediendo. Junto a ella, Dahr Jamail, un periodista independiente de origen libano-estadounidense que ha producido algunos de los mejores reportajes de primera línea que yo haya leído jamás, describió todas aquellas «cosas» que la BBC descuidó «ver». Sus entrevistas con médicos, funcionarios locales y familias están disponibles en Internet, al igual que el trabajo de aquellos que han revelado el uso generalizado de bombas de uranio -otra arma prohibida- y de bombas de fragmentación, de las que Campbell diría que son «técnicamente legales». Echa un vistazo a estos sitios web: dahrjamail.com, zmag.org, antiwar.com, truthout.org, indymedia.org.uk, internationalclearinghouse.info, counterpunch.org, voicesuk.org. Hay muchos más.

«Cada palabra», escribió Jean-Paul Sartre, «produce un eco. Igual hace cada silencio».

«Tell Me No Lies: investigative journalism ans its triumphs» [No me cuentes mentiras: el periodismo de investigación y sus triunfos«], editado por Jonh Pilger, ha sido publicado por Vintage.

Texto original en:

http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=21&ItemID=9197