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Valores socialistas y «telenovelas socialistas»

Fuentes: Rebelión

Tres breves noticias en el rectángulo superior de la sección «Comunicación + TV» de Público (1) de 12 de enero. La última, en la que no entro, da cuenta de los planes en estudio del gobierno indonesio de prohibir los «espacios del corazón» (¿y qué será eso?) en la televisión del país. La información transmitida […]

Tres breves noticias en el rectángulo superior de la sección «Comunicación + TV» de Público (1) de 12 de enero. La última, en la que no entro, da cuenta de los planes en estudio del gobierno indonesio de prohibir los «espacios del corazón» (¿y qué será eso?) en la televisión del país. La información transmitida apunta una relación causal donde, sin poder asegurarlo, exista una sucesión temporal.

Titular de la primera de estas tres breves noticias-comentarios: «El análisis. El diario Público ejemplo de objetividad en los conflictos». El autobombo, que recuerda prácticas usuales de El País, se acompaña, en letra mucho más pequeña desde luego, del siguiente desarrollo: «El periódico Público fue el diario más objetivo en Catalunya a la hora de tratar la información relativa al reciente conflicto laboral registrado en la empresa SEAT, según reflejan las conclusiones de un estudio elaborado por Media. Cat y el Observatori de la Cobertura de Conflictos».

En el titular, la parte más visible y leída, se habla de Público como ejemplo de «objetividad de conflictos». En el detalle se señala que fue el diario más objetivo, no modelo de objetividad, según un estudio de Media.Cat y el Observatori, y que lo fue al tratar un «conflicto laboral» en SEAT, uno, no las luchas obreras en general. ¿Hay forma de inferir el enunciado del titular de la información que él mismo diario transmite a continuación?

No es la noticia con más punta

La segunda información, apartado «La petición», presenta el titular «Hugo Chávez quiere «telenovelas socialistas»», acompañada de una fotografía del presidente bolivariano que probablemente empuje a fijar en ella la atención. Éste ha sido mi caso por ejemplo.

El entrecomillado no es mío, está incluido en el titular. ¿Dónde apunta el uso de comillas que utilizamos en la mención de términos o cuando apuntamos alguna crítica en expresiones? No es improbable que quiera señalar dirigismo político, intervención cultural, manipulación diseñada y planificada (incluso ordenada) de la moralidad de la ciudadanía.

La breve información que acompaña a este titular dice así: «El presidente venezolano ha admitido su adicción a los culebrones y ha pedido que en su país se haga igual que en Cuba, donde tienen valores socialistas». Admitamos la veracidad, aunque no sea nada fácil en esos términos, de la confesión adictiva por las telenovelas del revolucionario bolivariano y que lo que la descripción de Público señala haya sido realmente la reflexión-petición del presidente venezolano. Es casi imposible, por otra parte, que alguien tan agudo como Hugo Chávez haya manifestado que desea que en su país se hagan telenovelas «igual» que en Cuba, no de forma similar, pero, aun recogiendo esa extraña posibilidad, cabe preguntar ¿y dónde reside el problema? ¿Por qué destacar esas declaraciones en la forma en que sea hace? ¿Qué hay de criticable en desear la conveniencia de que en series televisivas se muestren, como parte de la cotidianidad humana, valores como la fraternidad, la solidaridad, la igualdad, la lucha y resistencia ante las injusticias, el respeto a los otros, la dignidad, el combate contra el machismo en sus numerosas variantes, la urgente necesidad de cuidar con mimo territorios, seres vivos y nuestro mismo planeta, y no, por el contrario, machacar una y otra vez, incansablemente, días laborales y fiestas de guardar, vacaciones incluidas, con visiones masculinas de la pasión y «el amor», sobre el dinero como ascendente social inigualable deseado urbi et orbe, sobre la falsedad y apariencia como métodos comunicativos básicos y la feminidad servil y dependiente, todos ellos elementos usuales de una cosmovisión permanentemente abonada hasta el punto de elevarla a la categoría de «sentido común», de razonable forma de estar en el mundo?

¿Aspirar a que valores socialistas como los señalados emerjan en series o películas que son, como es sabido y conocido y por razones muy comprensibles, alimento cultural cotidiano de muchos ciudadanos y ciudadanas en Venezuela y en tantos otros países es apostar sesgada, torpe y totalitariamente por «telenovelas socialistas» que manipulen consciencias y orienten interesadamente las mentes de las poblaciones trabajadoras?

[1] Público, 12 de enero de 2010, página 54.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.