Los grandes medios de comunicación españoles tienen una particular guerra declarada contra los gobiernos venezolano y cubano, entre muchos otros. En esta guerra todo vale, desde las injurias hasta las mentiras, pasando por la más abyecta manipulación. A lo largo de este ensayo, dedicado al caso venezolano, iremos viendo algunas de estas prácticas, poniendo especial […]
Los grandes medios de comunicación españoles tienen una particular guerra declarada contra los gobiernos venezolano y cubano, entre muchos otros. En esta guerra todo vale, desde las injurias hasta las mentiras, pasando por la más abyecta manipulación. A lo largo de este ensayo, dedicado al caso venezolano, iremos viendo algunas de estas prácticas, poniendo especial énfasis en los medios supuestamente progresistas del estado español.
Es habitual que veamos como a Hugo Chávez se le tilda de dictador o de caudillo. Poco importa que haya ganado quince elecciones, gran parte de ellas con amplias mayorías. Por establecer un parámetro de legitimidad veamos algunos resultados y datos de participación en distintos procesos electorales comparando la »dictatorial» República Bolivariana de Venezuela con países indudablemente democráticos, según los grandes medios, como pueden ser los Estados Unidos de América o Colombia. Tomando como referencia las últimas elecciones presidenciales nos encontramos con que Barack Obama resultó elegido presidente (2008) con un 52,9% de los votos emitidos y un 57,4% de participación. En Colombia (2010) Juan Manuel Santos recibió el 69,1% de los votos en la segunda vuelta, sin embargo la participación en esta convocatoria fue tan sólo del 44,3%. En el caso venezolano nos encontramos con que Hugo Chávez fue reelegido presidente (2006) con un 62,9% de los votos y una participación del 74,7%.(1) Por lo tanto, con los datos en la mano, no solo es una falsedad manifiesta que Chávez sea un dictador, sino que goza de una legitimidad muy superior a la de otros líderes mundiales.
Fue también repetido hasta la saciedad por los medios que las elecciones parlamentarias celebradas en 2010 en Venezuela las había ganado en realidad la oposición. Que el resultado final favorable a la candidatura oficialista era producto de una ley electoral y una reforma constitucional hecha ad hoc por el ejecutivo de Chávez, veamos qué hay de verdad en ello. Ciertamente el sistema electoral venezolano es bastante complejo, pero no por ello menos justo y democrático que el de otros países. Desgranar los resultados por cada circunscripción resultaría muy tedioso así que para no entretenernos demasiado tomaremos los resultados del Parlatino, que nos ofrecen un buen resumen. En cualquier caso, si albergan dudas les invito a que consulten los resultados ustedes mismos. Pues bien, si observamos los resultados de las listas presentadas al Parlamento Latinoamericano nos encontramos con que la candidatura oficialista (bajo la marca PSUV) está compuesta por tres partidos: PSUV, PCV y UPV con resultados del 45,2%, 1,3% y 0,15% respectivamente. Por su parte el bloque opositor (MUD) está compuesto por 22 partidos de los cuales mencionaré los cinco que obtuvieron un mayor porcentaje: UNTC, MPJ, AD, COPEI y PODEMOS, los cuales obtuvieron respectivamente: 9%, 8,5%, 7,3%, 5,4% y 3,7%. Si observamos detenidamente los resultados para la Asamblea Nacional veremos unos porcentajes similares, por lo tanto no puede sorprendernos que el PSUV alcanzara los 95 diputados, mientras que el partido con más representación del bloque opositor (UNTC) obtuvo 16 diputados.(2) Sin ir más lejos, ¿se imaginan como quedaría, en principio, nuestro Congreso de los Diputados con unos resultados parecidos?(3) Por otro lado los medios incluyeron en la llamada oposición (bloque opositor, se entiende) candidaturas que pese a no formar parte del bloque oficialista estaban, asimismo, alejadas del bloque opositor. Me refiero especialmente al partido PPT, que obtuvo un 3,1% de los votos que los medios españoles atribuyeron, en su totalidad y sin ningún reparo, a la candidatura unitaria de la oposición.
Siguiendo con la convocatoria legislativa venezolana de 2010 la participación fue del 66,5%, mientras que en las elecciones a la Cámara de Representantes de EEUU de 2010 y en las últimas elecciones legislativas de Colombia (2010) ésta fue del 40,9% y del 44,1% respectivamente. Si vamos un poco más lejos observaremos que el Partido Republicano estadounidense obtuvo una amplia mayoría con el 51,4% de los votos, lo que nos lleva a la conclusión de que dicha Cámara de Representantes está controlada por unas personas que apenas representan al 21% de los ciudadanos estadounidenses con derecho a voto.(4) Visto todo esto no parece que Estados Unidos esté en posición de dar demasiadas lecciones de democracia, y mucho menos a Venezuela. A este respecto lo último que quiero señalar es que resulta sorprendente que los medios españoles se esmeren tanto en buscarle los tres pies al gato en el caso venezolano mientras que en el caso norteamericano, bastante flagrante por cierto, hacen la vista gorda y, si acaso, mencionan de pasada y por lo bajini los ridículos datos de participación, indicador fundamental de la salud democrática de un país, y base de la legitimidad de sus gobiernos y aparatos legislativos.
Quiero hacer hincapié en una curiosa paradoja. Suponiendo que damos por buena la versión oficial de que Hugo Chávez es un dictador, pensaríamos automáticamente que los verdaderos demócratas son sus opositores, integrados en la coalición llamada, como no, Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los mismos que apoyaron y dieron cobertura a la intentona golpista que se produjo en Venezuela en 2002. Por lo tanto, según la versión de los medios españoles, los demócratas son los que patrocinan golpes de estado mientras que los autoritarios son los que ganan elecciones una tras otra. El mundo al revés vamos.
En cuanto al golpe frustrado de 2002, éste no solo fue apoyado por el gobierno de Estados Unidos y (según se presume) por José María Aznar, sino que fue objeto, una vez más, de la más burda manipulación. De hecho fue el producto de un espectacular montaje, con francotiradores incluidos, orquestado por la oligarquía venezolana, sus medios de comunicación y los entes extranjeros antes mencionados.(5) En el estado español este golpe no solo tuvo la complicidad y el apoyo de los medios manifiestamente derechistas, sino que los medios del mismo grupo PRISA le dieron un trato amable y lo justificaron abiertamente. Es más, se censuró al profesor de la UCM Carlos Fernández Liria cuando trató de denunciarlo en la SER,(6) lo que imagino que a estas alturas a pocos sorprenderá. Lo que quizá si sorprenda a más de uno es que La Sexta está en el ajo, sirvan como ejemplo las informaciones tendenciosas, cuando no directamente sensacionalistas que dan respecto a Venezuela y su presidente, y alguna muestra clara de simple y llana manipulación informativa.(7)
Poco importan los innegables avances económicos(8) y sociales(9) que se están produciendo en Venezuela desde que Chávez llegó al gobierno. Los grandes medios y sus periodistas mercenarios seguirán con su cantinela diseñada en los oscuros despachos de vete a saber dónde. Y presumiblemente esta cantinela se recrudecerá con motivo de las próximas elecciones presidenciales venezolanas que se celebrarán el 7 de octubre de 2012. Por ello nuestra obligación ante la infamia es seguir informando y desmintiendo con todos los medios a nuestro alcance, ciertamente humildes comparados con la maquinaria de los mass media, pero son los que son y somos los que estamos.
NOTAS
(1) Fuente: Wikipedia
(2) http://www.cne.gov.ve/web/
(3) Las particularidades de la ley electoral española ofrecen un abanico de posibilidades inmenso, pero es de suponer que un partido con una distancia tan clara respecto a cualquier otro obtendría una mayoría aun más aplastante que la del PSUV en Venezuela.
(4) Fuente: Wikipedia
(5) http://video.google.es/
(6) https://www.facebook.com/
(7) http://www.youtube.com/watch?
(8) http://laradiodelsur.com/?p=
http://contacto-latino.com/
(9) http://www.rebelion.org/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.