Es posible que nunca antes se haya evidenciado tan claramente la manipulación a que se encuentra sometida la información periodística. Porque aunque no se trata de un fenómeno nuevo, hoy nos encontramos más alertas, producto del aceleramiento en la divulgación de las noticias y la creación de oligopolios que ejercen el control de diversos canales […]
Es posible que nunca antes se haya evidenciado tan claramente la manipulación a que se encuentra sometida la información periodística. Porque aunque no se trata de un fenómeno nuevo, hoy nos encontramos más alertas, producto del aceleramiento en la divulgación de las noticias y la creación de oligopolios que ejercen el control de diversos canales informativos, que van desde la tradicional agencia de noticias, al periódico impreso, la televisión, la radio y la ya omnipresente Internet.
En más de una ocasión me he visto en la necesidad de aclarar que no porque contemos con mayores medios de comunicación y la red cibernética se esgrima como la panacea para la ruptura del monopolio noticioso, estamos mejor informados.
Basta con entrar a cualquiera de los buscadores que existen en la red para percatarnos de que hay muy poca diversidad informativa, aparte de que el control mayoritario lo ejercen aquellos medios que ya lo tenían en periódicos, radioemisoras y televisoras.
Es precisamente esa situación, en medio de una presunta campaña en defensa de la libertad de prensa, que ha convertido a la República Bolivariana de Venezuela en una indiscutible víctima del totalitarismo mediático.
No ejerce este totalitarismo, como se ha pretendido adjudicar, el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.
Por el contrario, desde que el presidente Hugo Chávez Frías asumió en enero de 1999 la conducción de Venezuela se ha desatado una de las más feroces campañas en contra de un mandatario, comparable con la abrumadora desinformación que se diseminó a partir de 1970 en contra de la Unidad Popular en Chile, encabezada por Salvador Allende, o antes contra la Revolución Cubana o después contra la Revolución Sandinista en Nicaragua.
Cuanto el gobierno bolivariano impulsa, los grandes medios de comunicación le colocan de inmediato un sello ideológico antidemocrático: desde la masificación gratuita de la salud y la educación hasta la colaboración con otras naciones latinoamericanas en la búsqueda de una equidad comercial en diversas áreas.
Esto sucede así porque los grandes medios de comunicación se encargan de divulgar de un extremo a otro del continente, no digo ya del mundo, con un lenguaje muchas veces distante del equilibrio informativo, del periodismo veraz, una sarta de falsedades como si se tratase de verdades incontrovertibles.
Es de esa forma que se ha fraguado la falsa idea de que en Venezuela no existe una auténtica democracia, pues se pretende asociar la democracia política con el control capitalista de los medios de producción que ejercen grupos de privilegiados. Sin olvidar que esa situación se produce en nuestras sociedades al amparo de leyes aprobadas con el único fin de beneficiar a aquellos que blanden como lema la frase de que «la mejor ley de prensa es la que no existe», la que en el fondo persigue mantener a los periodistas huérfanos de organizaciones fuertes, sólidas, y a los empresarios sobre amortiguados colchones de privilegios mediante exenciones fiscales, así como de publicidad pagada por el Estado.
Como parte de la manipulación informativa se acuñan expresiones que figuran permanentemente en las noticias que se divulgan sobre determinadas personalidades o naciones. Por eso, ya a nadie extraña la referencia descalificativas al «chavismo» o al «régimen» cuando se habla del presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, o del gobierno bolivariano, por no hacer mención a los insultos gratuitos -raciales o intelectuales- que emiten con la mayor impunidad teóricos del neoliberalismo disfrazados de demócratas a través de los diversos medios de comunicación.
¿Ha leído términos análogos de esos mismos opinantes, agencias noticiosas, periódicos, emisoras de radio o televisión cuando, por ejemplo, hablan de Estados Unidos? Me atrevo a asegurar que no. Sin importar las atrocidades que se hayan cometido, como los criminales bombardeos en Iraq sobre la población civil o las descaradas amenazas lanzadas contra la soberanía cubana o de cualquier otra nación, nunca esos medios de comunicación incluyen en sus noticias el calificativo imperialista para Estados Unidos ni el de tirano para el presidente George W. Bush.
Ese totalitarismo mediático que se ha impuesto contra la Venezuela bolivariana llevó hace varias semanas a un grupo de llamados grandes diarios de América a realizar una publicación especial simultánea dedicada plenamente a vilipendiar el proceso democrático más probado del mundo. No olvidemos que en los últimos siete años -desde que Hugo Chávez Frías está en el gobierno- ningún cambio se ha producido en la estructura político-social de la patria de Simón Bolívar sin que se haya consultado al pueblo.
No hubo ni una manifestación de elogio a las transformaciones que ha impulsado el gobierno constitucional de Chávez Frías, que entre otras cosas ha propiciado que las riquezas del petróleo no se queden en manos de un grupo de potentados y de gobernantes corruptos, como ocurrió por más de medio siglo, sino que beneficien a toda la población.
¿Está ausente la libertad de prensa e información de Venezuela?
Quien asegure que en Venezuela no hay libertad de prensa, miente. Ni siquiera la determinación del gobierno bolivariano de no renovar la concesión para transmitir en espacio abierto a Radio Caracas Televisión (RCTV) -que ahora lo hace por cable- puede presentarse como un argumento a favor de quienes postulan tal desatino.
Si bien este episodio aceleró la campaña contra la democracia popular que se ha asentado en Venezuela, lo cierto que es que la propaganda había dictaminado mucho antes la ilegitimidad del gobierno constitucional, pese a estar aprobado mayoritariamente en las urnas. De ahí que no hubiera el menor empacho en los medios de comunicación venezolanos para azuzar las llamas del golpe de Estado que se produjo en abril de 2002, olvidando el sacrosanto principio del equilibrio informativo que tanto reclaman.
Lo que se pretendió en mayo de 2007 con Radio Caracas Televisión, al expirar su licencia para transmitir en espacio abierto, fue encender de nuevo el fuego del golpismo, pretextando una supuesta amenaza a la libertad de prensa. El empresario mediático Marcel Granier, cabeza de RCTV, jugó la carta del golpe de Estado por segunda vez, y por segunda vez perdió.
Hace unos días conversaba en Argentina con el veterano periodista Eleazar Díaz Rangel, director del diario Últimas Noticias, acerca de si consideraba desde esa delicada posición que Venezuela carecía de libertad de prensa.
Nada más lejos de la verdad, me dijo Díaz Rangel, quien fuera el primer presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), cuando se fundó en México en 1976. Y como para desmontar la trama de los propagandistas del desastre, apuntó que la Cadena Capriles, propietaria del diario que dirige, tiene otro periódico, El Mundo, cuya postura es de oposición al gobierno de Chávez Frías.
Día Rangel ha duplicado la circulación de Últimas Noticias desde que tomó su dirección haciendo algo sencillo, según me dijo: periodismo. Ese periódico circula 225 mil ejemplares diarios y los domingos 300 mil ejemplares gracias al equilibrio informativo.
Y eso, hacer periodismo, es lo que falta en muchos de los medios de comunicación de Venezuela y del continente, que desde que asumió Hugo Chávez Frías como Presidente constitucional se han convertido en instrumentos puramente políticos, al extremo de impulsar el golpe de Estado de abril 2002, de lo que se vanagloriaron ciertos periodistas en programas transmitidos en sus horas de «gloria» por Venevisión y Radio Caracas Televisión.
La respuesta de por qué la República Bolivariana de Venezuela y, en particular, el gobierno de Chávez Frías reciben tanta exposición negativa en los medios de comunicación reside en una frase que muy bien ha articulado el veterano periodista cubano Ernesto Vera: «La mentira está organizada frente a la verdad dispersa».
Hay que destruir ese concepto. Y en Puerto Rico sabemos lo necesario que es ante el bloqueo informativo que vivimos en una doble dirección: desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro.
Intervención de Nelson del Castillo, Secretario General Adjunto de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), en el foro «Venezuela: Revolución, democracia y libertades de expresión», realizado por el Frente Socialista de Puerto Rico el jueves 25 de octubre de 2007 en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en el Viejo San Juan, con la participación del cónsul general de la República Bolivariana de Venezuela en Puerto Rico, Orlando Pérez Jiménez, y al analista político Carlos Gallisá, miembro de la junta de directores del semanario puertorriqueño Claridad.