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Ignacio Ramonet explica su propuesta del Quinto Poder

«Vivimos en un estado de inseguridad informativa»

Fuentes: Cronicón

El proceso de globalización ha consolidado emporios de la tecnología y de las comunicaciones que en los últimos años han dado un giro ostensible al tratamiento de la información, dejando atrás el valor social que en un principio se les otorgó a los medios que cumplían un papel de contrapeso frente a los poderes instituidos […]

El proceso de globalización ha consolidado emporios de la tecnología y de las comunicaciones que en los últimos años han dado un giro ostensible al tratamiento de la información, dejando atrás el valor social que en un principio se les otorgó a los medios que cumplían un papel de contrapeso frente a los poderes instituidos en el Estado, hasta el punto que se les terminó denominando el «cuarto poder».

Para contrarrestar esa distorsión del papel de los medios, el director de Le Monde Diplomatique, el periodista y semiólogo español, IGNACIO RAMONET ha propuesto la creación de un Quinto Poder como una opción para recuperar un espacio de lo público como eje de la labor que hoy cumple el periodismo

Para Ramonet el neoliberalismo terminó convirtiendo a los medios de comunicación en una herramienta de valor comercial que modifica conductas, transforma culturas y guía a las masas hacia una manera de pensar universal.

La aldea global que Marshall Mc Luhan describió en el siglo pasado y que ha traído como consecuencia la imposición de un «pensamiento único» en palabras de Ramonet, consiste no solo en las facilidades de interconectarse con el mundo gracias a las nuevas tecnologías, sino en el desmedido control por parte del poder financiero internacional de los medios de producción y comunicación en un desmedido juego en que imperan los intereses del libre mercado.

Como consecuencia del fenómeno neoliberal, los medios de comunicación fueron perdiendo paulatinamente su función primordial de contrapoder y se convirtieron en instrumentos de los grupos económicos planetarios.

Por esta razón, los medios masivos de información (emisoras de radio, prensa escrita, canales de televisión, Internet) se han ido agrupando en el seno de inmensas estructuras para consolidar grupos mediáticos con vocación mundial.

Para analizar el rol de los medios en el contexto de la globalización, Ramonet estuvo en Bogotá participando en un foro académico organizado por la Universidad Central y la Asociación Colombiana de Facultades y Programas de Comunicación Social.

En desarrollo de este certamen, CRONICÓN tuvo oportunidad de dialogar con el especialista español, que además de su labor periodística, se desempeña como profesor de teoría de la comunicación en las Universidades Denis Diderot y Sorbona de París.

EL CUARTO PODER NO TIENE CONTRAPODER

¿En qué consiste su propuesta de crear un quinto poder para contrarrestar el papel dominante de las grandes empresas mediáticas en esta era de la globalización?

La expresión quinto poder hace alusión al contrapeso de lo que se llamaba el cuarto poder que era la posibilidad de articular los medios de comunicación para contribuir a corregir las imperfecciones de la democracia, en la medida en que se puede criticar y denunciar los abusos en un marco democrático. Era además una expresión un poco irónica porque no es un poder institucional. Era un poco el poder de la opinión pública en una democracia. Hoy en día la preocupación central de los conglomerados mediáticos es el beneficio, la ganancia, el provecho. Es decir, es una preocupación de tipo empresarial que es legítima pero el problema es que la sociedad ha perdido ese poder que lo denominamos cuarto poder, por consiguiente estamos en la necesidad de crear o de recrear el cuarto poder y para que no haya confusión, esta propuesta la hemos llamado quinto poder, en la medida en que además curiosa y paradójicamente los medios son el único poder que no tiene contrapoder. El poder político tiene una oposición; el que gobierna en cualquier democracia tiene un partido que se opone a él institucionalmente. El poder económico tiene una oposición que es el poder sindical, por ejemplo. Mientras que el poder mediático no tiene contrapoder porque el poder político no se le puede oponer, sino pasaría por tener tentaciones dictatoriales y nadie puede limitar la libertad de expresión en un marco democrático. El poder económico tampoco porque además está mezclado al poder mediático, luego por consiguiente es indispensable para perfeccionar la democracia crear un contrapeso legítimo al exceso de poder mediático, el cual se está convirtiendo en poder ideológico dominante y pretende dirigir la sociedad.

¿Y cómo lograr mayor transparencia en la información?

No hay una relación entre la inmediatez de la comunicación y el proyecto de crear un contrapeso cívico al exceso de poder mediático. Para crear este quinto poder yo he venido proponiendo que se establezca un observatorio de medios, el cual no tiene la vocación de dominar o de ejercer un poder, sino tiene la vocación de criticar los excesos y las imperfecciones de los medios. Yo creo que hasta los propios grupos mediáticos hoy día deberían comprender la necesidad de que exista una crítica para que ellos mismos puedan corregir sus errores. En los últimos veinte años hemos visto cómo en muchos países se han dotado de un ombudsman (defensor del lector) o de códigos deontológicos porque han visto que es necesario que haya límites a la práctica mediática, pero también hemos visto que no funcionan. Por ejemplo, el ombudsman del New York Times no denunció a tiempo las imperfecciones de la información de ese periódico con respecto a la guerra de Irak, lo ha hecho ahora, pero ya la guerra lleva dos años. El ombudsman del Washington Post tampoco denunció la misma situación. ¿Dónde estaban las pruebas de las armas de destrucción masiva? Porqué se hablaba de ellas si nadie tenía una prueba, si ninguna fuente era fiable, ninguna, puesto que sabemos que solo había una y era el señor Chalabi que estaba en la oposición al régimen iraquí. ¿Por qué la prensa norteamericana con ombudsman no dijo concretamente lo que pensaba el 71 por ciento de los norteamericanos que Saddam Hussein no tenía nada que ver con el 11 de septiembre? Por consiguiente los ombudsman no funcionaron y esta situación ha llevado a que se estén creando constantemente sitios web de crítica de los medios. ¿Por qué hay esa proliferación gigantesca en nuestras sociedades de instituciones, grupos, asociaciones que critican a los medios? Porque estamos convencidos de que vivimos en un estado que podríamos llamar de inseguridad informativa. Ahora, cuando yo veo una información en televisión, antes de creerla, tengo que esperar un tiempo porque igualmente me viene la rectificación de la misma. Me hablan de destrucción de armas masiva y luego me dicen que no había; me hablan de relación entre Al Qaeda y Saddam Hussein y luego me dicen que no existió tal relación; el gobierno español de Aznar y la televisión española dijeron que la autora de los atentados del 11 de marzo era ETA, y luego resulta que no. Entonces, ¿cuál es la buena información? Luego los medios, ellos solos no son capaces de autocorregirse y la instantaneidad ha complicado las cosas. Un periodista que se limita a reproducir instantáneamente lo que está pasando ante sus ojos, no controla lo que está difundiendo, no lo puede verificar, en tiempo real no se puede verificar nada. Además, la instantaneidad liquida al periodista. Cuando se produjo los atentados del 11 de septiembre, quién recuerda los comentarios, nadie. Todos recordamos la imagen, pero el comentario que se hacía en ese momento no nos interesaba porque la instantaneidad anula al mediador, suprime la mediación dado que el contacto es directo entre el acontecimiento y el televidente. De esta manera la televisión se impone como el órgano de información más eficaz. Pero lo grave es que ver no quiere decir entender. Por eso es indispensable que los consumidores de medios constituyamos órganos de alerta, dotándonos de un instrumento de aprendizaje y de análisis sobre el funcionamiento de los medios para poder estar bien informados.

Un caso que ilustra muy bien la distorsión del papel de los medios de comunicación y el abuso de los mismos es el venezolano. ¿Usted que ha seguido muy de cerca ese proceso qué nos puede decir al respecto?

En Venezuela los partidos políticos desaparecieron electoralmente y los grandes medios asumieron un papel protagónico para el que no están hechos. La gran prensa asumió la tarea de oposición y ha manipulado la información a su manera. Los principales grupos de prensa, radio y televisión desataron una verdadera guerra mediática contra la legitimidad del gobierno del presidente Hugo Chávez. Mientras Chávez ha respetado el marco democrático y, por ende, la libertad de expresión, los principales medios en manos de un puñado de privilegiados, continúan utilizando toda la artillería de las manipulaciones y la mentira. Esta arrogancia mediática ha conducido a casos extremos hasta el punto de haber inducido al golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Sin embargo los medios no hablan ni del golpe ni de la victoria de Chávez el 15 de agosto en el referendo. Esta ha sido una guerra ideológica, en que los medios han abandonado por completo la función del cuarto poder para defender los privilegios de una casta y demuestra además, que lo económico más lo mediático da poder político, pero los medios no pueden aspirar a controlar, dirigir o dominar la sociedad.

¿Los medios definitivamente han desvirtuado su rol?

Los medios se están olvidando de su misión cívica, de su misión de servicio público preocupados por cuestiones de rentabilidad y de provecho, pero el olvidarse de su papel hace que el público se aleje de ellos. Además, la mayoría de los grandes medios ya no están dirigidos por periodistas, eso era antes, hoy están dirigidos por empresarios. En la actualidad para dirigir una empresa periodística no hay que hacer una escuela de periodismo sino una escuela de comercio, ese es el drama.

Dentro del esquema de rentabilidad y para lograr grandes índices de sintonía, las grandes empresas mediáticas se inventaron los llamados realitys. ¿Cuál es su visión sobre este tipo de programas?

Es un tipo de televisión que se hace de cualquier manera con alto grado de vulgaridad. Se trata de una perversión cuyo esquema se tomó de Holanda y de Inglaterra. Infortunadamente estos realitys se han convertido en una epidemia general. En estos programas los valores tradicionales no tienen sentido, su temática es cada vez más escabrosa, pues al fin y al cabo en esta época en que impera el neoliberalismo, la creencia es que no hay sociedad sino individuos.

¿Cómo observa la irrupción de los denominados medios alternativos?

El problema del medio alternativo es que evidentemente es muy variable. Resaltaría, en primer lugar, la importancia de la utilización de Internet por parte de estos medios. Lo que estamos observando hoy en la sociedad y nos respaldamos con estadísticas a la mano, es que la credibilidad de los grandes medios está bajando y la credibilidad de los llamados medios alternativos está subiendo. Pero los medios alternativos funcionan la mayoría de las veces sobre el principio según el cual, si los medios dominantes dicen blanco, ellos dicen negro y yo creo que eso es insuficiente. Entonces, un medio alternativo si quiere ganar en credibilidad debe ser más profesional, más riguroso con los hechos, que los grandes medios que cada vez pierden profesionalismo.

Para poner en marcha su propuesta del quinto poder, usted viene recomendando el establecimiento de observatorios de medios. Dada su experiencia con los que ya existen como en Francia, Brasil y Venezuela, entre otros, ¿cómo se integran y cuál es su función?

La creación del Observatorio de Medios de Comunicación es una propuesta del movimiento social planetario reunido en el marco del Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil. Su fuerza es ante todo moral: cuestiona y reprende basándose en la ética y sanciona las faltas de honestidad mediática a través de informes, investigaciones y estudios que elabora, publica y difunde. Los observatorios que se han establecido en algunos países reúne tres tipos de miembros: periodistas profesionales de diversos medios; universitarios e investigadores de todas las disciplinas, particularmente especialistas en comunicación; y usuarios de los medios, ciudadanos comunes y personalidades reconocidas por su estatura moral.

Ante el avance inusitado de las nuevas tecnologías de la comunicación, el periodista español y directivo del diario El País de Madrid, José Luis Cebrián ha señalado que la prensa escrita pertenece al pasado. ¿Usted qué opina al respecto?

No comparto exactamente esa opinión. Sin embargo es una idea que se puede expresar en la actualidad porque si observamos lo que ocurre podemos ver que hoy hay menos periódicos de prensa escrita que nunca y sus tirajes son mucho menores que en el inmediato pasado. Cada año que pasa, la prensa escrita del mundo pierde dos por ciento en términos medios de sus compradores, lo cual hace en 10 años un veinte por ciento, lo que refleja que en determinados años pueda desaparecer. Eso no es fatal, ni mucho menos. Por otra parte, la prensa escrita en muchos países es ya una prensa de elite porque no toda la gente tiene capacidad para adquirirla y los que pueden hacerlo pertenecen a una categoría social reducida. No nos olvidemos que la información es gratuita en nuestra sociedad y que la última información que se paga es la de la prensa escrita. La prensa impresa puede desaparecer como expresión de la información de la era industrial, pero también podemos decir que la historia nos enseña que ningún órgano de comunicación desaparece cuando aparece uno nuevo.

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