«Mi marido y mi hijo estaban juntos en la calle en ese momento». Así comienza uno de los relatos de una familia cuya vida se truncó tras el ataque a un mercado en 2003. Actualmente ninguno de los adultos de la casa trabaja. Sobreviven con las ayudas de los familiares y los reducidos ingresos que […]
«Mi marido y mi hijo estaban juntos en la calle en ese momento». Así comienza uno de los relatos de una familia cuya vida se truncó tras el ataque a un mercado en 2003.
Actualmente ninguno de los adultos de la casa trabaja. Sobreviven con las ayudas de los familiares y los reducidos ingresos que el abuelo obtiene. No saben qué harán cuando se acaben los ahorros.
Ésta es una de las historias que recopila «Escuchar a Iraq», el libro que acaba de publicar el fotoperiodista independiente Abel Ruiz de León.
A este testimonio le acompaña otros igual de impactantes: «Para una madre es penoso sobrevivir a su hija, pero peor es para una abuela sobrevivir a su nieta»; «La Media Luna Roja me pidió el nombre y me tomó una foto. No supe nada más»; «Encontrar a mi hermano no arreglará el presente».
Retratos que palpitan
Viudas que viven de la caridad, ciudadanos antes ricos que aprenden a sobrevivir con lo mínimo, esposas que mienten a sus maridos sobre su salud, niños que quedan mutilados por jugar con las bombas o centros psiquiátricos abandonados a su suerte. El libro está repleto de supervivientes a un conflicto absurdo y monstruoso.
La obra se divide en tres capítulos que versan sobre las víctimas de la invasión, las de la posguerra y las del régimen de Sadam Husein. Cada apartado refleja historias de mujeres y hombres de diferentes edades y creencias.
El resultado no es un catálogo fotográfico, sino un libro coral con muy diferentes niveles de lectura.
Contra la información deshumanizada
Teleobjetivos que permiten fotografiar a 50 metros, crónicas que se escriben desde hoteles sin contacto con las fuentes de información, exclusivas que desprecian lo verdaderamente urgente.
Se suele decir que la primera víctima de la guerra es la verdad. Parte de esa verdad es la que guardan los ignorados ojos de los ancianos, las mujeres o los niños víctimas de la violencia.
Sobre Irak, como muchos otros conflictos, la mayoría de los medios de comunicación publica noticias sin apenas nombres ni rostros de víctimas. El sufrimiento se encarcela en estadísticas y la guerra deja de ser una historia de humanos para transformarse en una aséptica máquina de poder.
Sin embargo, muchos informadores -como Ruiz de León- también están luchando por revelar una información diferente.
En un país en el que un hombre extraño jamás podría contemplar un parto, él logró incluso fotografiar a una mujer dando a luz un bebé durante un bombardeo «para demostrar el coraje de unas mujeres que a pesar de todo dan vida entre la muerte».
El autor cree necesario hacer un periodismo más cercano a las personas: «Ahora que los medios de comunicación son trincheras desde los que se combate y se lanzan soflamas, quizá es el momento de simplemente escuchar».