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Gaza, Hamas, Al Fatah

Votos, democracia y golpes de estado israelíes

Fuentes: Rebelión

El conflicto palestino-israelí constituye un caso paradigmático del juego asimétrico de poderes; pocas veces hay una parte tan poderosa, económica, mediática e institucionalmente y la otra tan débil, excluida, aislada y con una pequeña vuelta de tuerca, de que el poderoso se siente debilísimo. También constituye un caso ejemplarizante del discurso como inversión de la […]

El conflicto palestino-israelí constituye un caso paradigmático del juego asimétrico de poderes; pocas veces hay una parte tan poderosa, económica, mediática e institucionalmente y la otra tan débil, excluida, aislada y con una pequeña vuelta de tuerca, de que el poderoso se siente debilísimo. También constituye un caso ejemplarizante del discurso como inversión de la verdad, del juego de prejuicios y un ejemplo penoso de las corrientes informativas que transmiten las mentiras más rotundas como si fueran verdades de puño.

Pongamos unos pocos ejemplos, extraídos de la prensa reciente, posterior al 27 de diciembre.

DESHISTORIZANDO. Nos dice el politólogo Claudio Fantini (Noticias, 3/2/2009), dictando cátedra: «En 1948 tuvo lugar el primer conflicto judío-árabe durante la formación del Estado de Israel». Cero en historia. Un golpe de viveza criolla para borrar de una plumada el carácter colonial de la cuestión. Antes de eso, mucho antes, los judíos habían empezado a comprar tierras, sin mayores conflictos todavía en el siglo XIX, pero cuando empiezan las oleadas de judíos sionistas, a principios del s. XX y las compras se intensifican y el desplazamiento de los árabes palestinos empieza a hacerse notar, avanza el miedo y el resentimiento entre la población nativa. En la década del ’30 estallan grandes huelgas de árabes contra ingleses y sionistas. En 1948, el conflicto ya estaba pasado de castaño oscuro.

INVIRTIENDO ROLES. Fantini sigue dictando cátedra. «Un punto clave en la conflictiva relación entre Hamas y Al Fatah fue el triunfo de los fundamentalistas en las elecciones de 2006, la posterior ruptura dentro del gobierno y finalmente la expulsión por parte de Hamas de toda la dirigencia y milicias de Al Fatah, estableciendo su control total sobre la Franja de Gaza». Sic. Pero todavía falta algo peor, más falso todavía: «Israel deberá extirpar a Hamas pero no reocupar la Franja de Gaza sino restituir [sic, sic] inmediatamente la autoridad del Fatah y la ANP en ese territorio del que fueron expulsados por los fundamentalistas.» Despacito y por las piedras: no ‘triunfaron los fundamentalistas’ sino una red de asistencia social que la población eligió en lugar de una dirección política consagrada por décadas pero que ya muchísimos consideraban corrupta y nepotista. Que aquella red esté constituida por fundamentalistas, inicialmente fomentada por Israel, es otra historia: los palestinos los aceptaron por solidarios, no por religiosos.

Los fundamentalistas tienen enorme caudal de votos en EE.UU. y en Israel. Sería bueno que los fabricantes de usinas ideológicas no fueran proyectivos.

¿GOLPE DE HAMAS EN GAZA O DE AL FATAH EN CISJORDANIA? En elecciones absolutamente limpias y controladas por veedores internacionales como Jimmy Carter y su equipo de «control ciudadano», Hamas barrió en enero de 2006 con un guarismo entre 55 y 60%. Al Fatah debió conformarse con un lejano segundo puesto (había otros partidos menores, como el FPLP). NI la dirección enquistada en la Autoridad Palestina ni el Estado de Israel aceptaron el dictamen, absolutamente democrático, de las urnas. De hecho, el gobierno sionista dio un golpe de estado para beneficiar a su protegido Abbas y a Al Fatah: procedió a la detención de decenas de parlamentarios electos y miembros del ejecutivo; el Hamas fue desmembrado mediante esta persecución antes de su inicial proceso de institucionalización, mientras Israel insistía en «dialogar» con el partido perdedor que fue reteniendo así una serie de resortes del minigobierno palestino que Hamas se vio imposibilitado de asumir. Al Fatah retuvo los fondos, la representación internacional y otras facetas de la raquítica estructura política palestina, sostenido permanentemente por Israel. Abbas y Al Fatah se hacen así -violando el mandato electoral de la mayoría de la población, porque Hamas ganó por mayoría en Cisjordania y en Gaza- del gobierno en Cisjordania y, aunque procuran hacer lo mismo en la Franja, allí Hamas les gana de mano, detiene a la policía de Al Fatah (la que es entrenada, financiada y apoyada por el Estado de Israel, aunque parezca mentira porque estamos hablando de una organización que en los ’60 o en los ’70 era socialista, guerrillera, revolucionaria…, pero, en fin, tampoco en eso parece Al Fatah tan original…).

¿MISILES QASSAM? Las tergiversaciones ocupan todo el espectro informativo. El más sencillo y permanente: atribuir a los palestinos misiles con los cuales atacan al suelo israelí. Los cohetes Qassam no son teledirigibles; se parecen más a las penosamente famosas bombas «Imparcial» de la guerra civil española que explotaban indistintamente a un lado u otro de las trincheras. Los que tienen sí misiles con los cuales llevan a cabo sus asesinatos «selectivos» (donde pese al adjetivo suelen morir decenas de seres humanos que justo lleguen a estar cerca de la víctima elegida) son los israelíes.

VERDAD FORMAL, LA MEJOR MENTIRA. La Nación (3/1/2009, «Exterior») tergiversa en rubros más sensibles, como el respeto a la persona, a los cuerpos humanos. Así recoge las declaraciones de un vocero de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, quien le pidió a Olmert, sí a Olmert, «que evite causar daños innecesarios a civiles». Y para explicitar que apoya a Israel incondicionalmente, agregó (ibíd.): «Israel debía actuar y eso es lo que ustedes están viendo en este momento.» Acción, en una palabra.

¿Y lo de daños a civiles? Está claro: Israel no comete daños a civiles, salvo si son necesarios. ¡Innecesarios es la palabreja salvadora que le permite al honestísimo Johndroe «no mentir»! Es decir, los centenares de cuerpos deshechos, mutilados, desmembrados, desangrados, de niños y niñas de 12, 6 ó 3 años, son necesarios. Israel evita cuidadosamente daños innecesarios.

DISCURSO COMO INVERSIÓN DE LA VERDAD. Johndroe va más allá y dice, como si fuera cierto: «[el ejército israelí] debe evitar la muerte de civiles y también debemos continuar con el flujo de bienes humanitarios a Gaza.» Página 12, 3/1/2009).

Ni la neolengua de Orwell nos alcanza para captar las cabriolas semánticas de Johndroe. Desde hace tres años existe un bloqueo etno y genocida a la Franja de Gaza, bombardeando sus únicos puerto y aeropuerto, sus usinas energéticas, sus suministros de agua o sus servicios de recolección de desechos, asfixiando la entrada de alimentos, medicamentos, y todo tipo de intercambio, todo eso desde el triunfo electoral de Hamas hasta las vísperas del bombardeo y la invasión, y festonado por asesinatos selectivos mediante misiles y otros dispositivos de artillería. Y venimos a enterarnos por el bueno de Johndroe que Israel (y suponemos EE.UU.) hacen fluir bienes humanitarios en Gaza… Las protestas de las organizaciones humanitarias desesperadas en Gaza desprovistas de todo contacto con «el exterior» que anuncian la falta de gasas, desinfectantes, algodón, bisturíes, lo más elemental hospitalario, las raciones de hambre que está distribuyendo el servicio a refugiados de la ONU a las puertas de una hambruna generalizada, deben ser todas triquiñuelas o desvaríos…

MIENTE, MIENTE… El sesgo ideológico y las falsificaciones consiguientes son tantos como para que, por ejemplo, Radio Colonia en su informe matutino del 5 de enero 2009 diga: ‘la cantidad de terroristas muertos en Gaza son 520 y más de 2000 heridos, según fuentes sanitarias palestinas’ [sic].

¿Desde cuándo «fuentes sanitarias palestinas» califican de terroristas a los matados por el ataque israelí? ¿Desde cuándo, en qué idioma, los humanos asesinados en bombardeos son «terroristas»? Sólo un racismo como el sionista puede percibir terroristas (futuros) en niños de 3 o 6 años y podría computar 500 seres humanos así matados como terroristas. En resumen, Radio Colonia recocina lo que le envían las agencias sionistas y tiene la desprolijidad inmoral de adjudicárselo a «fuentes palestinas».

LA PUREZA MORAL DEL ISRAEL OFICIAL. Echarle la responsabilidad a los palestinos es materia corriente. El embajador israelí en Suecia, Benny Dagan, dice muy suelto de lengua: «Toda la responsabilidad por la muerte de palestinos civiles [es decir, desarmados, infantes, mujeres y hombres no violentos, toda la gama de población que la humanidad suele albergar en un millón y medio de seres humanos y que puede ser víctima de bombardeos] la tiene el Hamas. El entrevistador, Mats Carlbom, ensaya una tímida objeción: «Los aliados de Israel le han pedido cierta mesura, ¿no le preocupa eso?» Y contesta Dagan: «Por cierto que sí. Pero EE.UU. nos ha dicho claramente que la culpa la tiene Hamas y que por ello no tenemos porqué suspender nuestras acciones.»

Hay judíos progresistas que suelen exigirle a los judíos una mayor responsabilidad moral, como hace por ejemplo Daniel Barenboim (Sur, 4/1/2009) atribuyéndole al pueblo judío «una precisión mucho mayor incluso que otros pueblos, [de] que el asesinato de civiles inocentes es algo tan inhumano como inaceptable», lo cual deja a los otros pueblos en un estatuto de minoridad. La aplicación de tan dudosos preceptos es francamente a piacere, porque acabamos de ver al embajador Dagan asumiendo él el rol de minoridad…

¿QUIÉN QUEBRÓ REALMENTE LA TREGUA? Una de las falsificaciones mayores de los flujos mediáticos actuales es considerar que Hamas rompió la tregua enviando cohetes Qassam y que Israel «responde». Lo que no aparece en esa secuencia es el cerco genocida establecido por Israel sobre la Franja desde hace tres años. Tres años de agonía, que llevan a la postración psíquica y fisica de toda esa población.

Tal vez la lucha no violenta en Bilaín contra el muro que lleva ya cuatro años, con palestinos y judíos dignos juntos, sea más importante para la causa palestina que los cohetes Qassam del Hamas, aunque lo primero no se conozca mediáticamente y nos atiborren con lo segundo.

Pero la pregunta es otra. ¿Quién quiebra la tregua?: ¿grupos desesperados de luchadores armados o el ejército israelí que estuvo aniquilando por hambre y privaciones primero la identidad de un pueblo y poco a poco sus cuerpos? Cuando los palestinos reclaman, con gritos, cohetes, túneles y con la formidable aunque escasa ayuda de quienes atraviesan el cerco marítimo y se acercan con barcazas, «Palestina libre», o de quienes ponen sus cuerpos a disposición de la Palestina sitiada, Movimiento de Solidaridad Internacional, que ya tienen, ellos también, sus muertos, el ejército sionista cambia su modalidad de cerco y pasa del aniquilamiento lento al bombardeo que se hace inevitablemente indiscriminado, al uso de fósforo blanco para aniquilar los cuerpos hacia adentro, a las bombas de racimo para alcanzar más blancos tras el blanco elegido, al uranio empobrecido, para contaminarlo todo y prometer cánceres futuros.

Los israelíes han denominado esta segunda, tercera o cuarta fase de su operativo de pinzas sobre la Franja de Gaza «Plomo fundido». Pocas veces un creativo castrense ha logrado tanta necrofilia en una denominación. ¿Ignorará la jerarquía militar israelí que era plomo fundido lo que echaban los inquisidores en los ojos de los herejes e incrédulos para mejorarles la vista?