Cuando uno lee que el Partido Popular ha cerrado varias cadenas de televisión en la comunidad valenciana y en algunos de sus ayuntamientos, entre otras, TV-3 y, más recientemente, InfoTV. Y sigues leyendo que, para no ser menos, el Partido Socialista también practica el cierre de señales y derechos que, en Asturias, por ejemplo, […]
Cuando uno lee que el Partido Popular ha cerrado varias cadenas de televisión en la comunidad valenciana y en algunos de sus ayuntamientos, entre otras, TV-3 y, más recientemente, InfoTV. Y sigues leyendo que, para no ser menos, el Partido Socialista también practica el cierre de señales y derechos que, en Asturias, por ejemplo, le ha costado la vida a Tele-Asturias, como parte, decía un portavoz del gobierno, «de la reordenación del sector y la adjudicación de nuevas licencias». Y vuelves a leer que las citadas «reordenaciones» se han llevado por delante TV Laciana y TVL de Sevilla.
Y oyes que el juez que más medios de comunicación ha cerrado en el País Vasco (Egin, Egunkaria, Ardibeltza…) se permite, al igual que políticos de los partidos citados, censurar al estado venezolano por no haber renovado una licencia a un canal privado, la pregunta que te queda en el duodeno es: ¿y qué es lo que son?
Y es que, condenarlos por «hipócritas», por «fariseos», no termina de hacerles justicia. Es una pena demasiado conceptual para quien carece de moral. Menos aún, otros adjetivos como «incoherentes» o «contradictorios» que en su benignidad resultan hasta ofensivos para quien los enuncie.
Y limitarse a señalarlos como «fachas», no ayuda a calibrar el nivel de delito que les cabe.
Decir que son «delincuentes» tampoco sirve al fin de la sentencia. Los rateros también son delincuentes y no estamos hablando de rateros.
Considerarlos, simplemente, «idiotas», en su enunciado carga su descargo. ¡Son tantos los idiotas! Y los idiotas pueden resultar muy peligrosos pero cualquiera los absuelve… por idiotas.
En definitiva que, si no fuera por el profundo respeto que guardo a quienes damos en llamar putas, considerarlos sus hijos, tal vez pudiera ser una sentencia equilibrada para esa recua de políticos, jueces y periodistas puestos en evidencia pero, más pesa ese respeto que las ganas que tengo y voy a dejarle a usted la tarea de hallar el calificativo adecuado. Hasta puede combinarlos todos y agregar el que mejor le cuadre y guste.