Uno no deja de sorprenderse al comprobar que no hay cosa que no se pueda encontrar colgada en YouTube, por disparatada que sea. Sin duda hay ciertos límites. Por ejemplo, la pornografía infantil, que es de esperar que esté suficientemente perseguida penalmente. Aparte de la pornografía infantil, el grado de tolerancia supera los límites más […]
Uno no deja de sorprenderse al comprobar que no hay cosa que no se pueda encontrar colgada en YouTube, por disparatada que sea. Sin duda hay ciertos límites. Por ejemplo, la pornografía infantil, que es de esperar que esté suficientemente perseguida penalmente.
Aparte de la pornografía infantil, el grado de tolerancia supera los límites más amplios y, en ocasiones, incluso supera a la imaginación.
Por poner un ejemplo reciente y famoso, es posible en YouTube encontrar cómo la policía de Barcelona desnuda a una chica rusa en comisaría, le pega una paliza y la deja cubierta de cardenales, en lo que parece ser, por lo visto, una práctica muy habitual aquí en España. Para ser francos, todo hay que decirlo, el diario El País también sacó esas imágenes en portada. Es de suponer que, como la chica era rusa y era una «detenida» («algo habría hecho») y tenía unos pechos bonitos, en este periódico no consideraron necesario velar su rostro ni los pechos en cuestión. La lógica de la cosa es repugnante, pero lógica (y morbo) no le falta.
Pues bien, resulta que sí hay un cosa que, al contrario que los pechos de la rusa y al igual que la pornografía infantil, no puede tampoco ser expuesta en YouTube, a saber: los argumentos de un profesor y un investigador de la Universidad Complutense de Madrid sobre la cuestión de la no renovación de la licencia de RCTV en Venezuela. Antena 3, en efecto, ha obligado a YouTube a retirar el debate con la periodista venezolana Nitu Pérez Osuna y el profesor Jesús Troconis (y con Marcel Granier, dueño de RCTV, por vía telefónica) que tuvo lugar en el programa Informe Especial, en un capítulo de título muy poco imparcial: «La muerte de RCTV». Ese debate suscitó tanto interés en Venezuela, Latinoamérica y España que acabó superando algunos índices de audiencia muy importantes (llegando a ser la noticia más visitada en castellano de YouTube). Precisamente por eso, es de suponer, Antena 3 ha decidido retirarlo del espacio público, es decir, hablando lisa y llanamente, censurarlo.
No se trata de derechos de autor o cosas parecidas. No, Antena 3 ha dejado ahí, a cambio, una larga entrevista (en el mismo programa) con Marcel Granier, mintiendo de forma descabellada. Eso sí es libertad de expresión para Antena 3: que el dueño de un oligopolio mediático en Venezuela pueda utilizar otro oligopolio mediático en España para expresarse ante la ciudadanía. Ahora bien, si le llevan la contraria, eso sí que no. La libertad de expresión tiene sus límites. En YouTube, por ejemplo, la pornografía infantil y… el llevarle la contraria a Marcel Granier.
Uno se pregunta por qué Antena 3 ha tenido que caer tan bajo, operando a un nivel tan insignificante y mezquino, hasta el punto de ¡tener que censurar una página de Internet en la que no interviene ni la policía! Esto tiene una respuesta muy fácil, señores: los medios españoles están mintiendo tanto y de una forma tan descarada respecto a la realidad venezolana que la más mínima fisura, el más mínimo argumento resulta letal para su estrategia: el intento de vender como un atentado a la Libertad de expresión algo que es, sencillamente, una medida de sentido común (a saber, no renovar la licencia a una emisora con más de 2000 expedientes sancionadores abiertos) es algo que sólo se puede sostener sobre la base de una cobertura mediática absolutamente blindada. Permitir el mínimo espacio para la argumentación acarrea el riesgo de derrumbar un andamiaje de mentiras que, para no colapsar, se necesitan todas las unas a las otras y, sobre todo, necesitan que se vete cualquier desmentido.
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