Y luego dice esta chusma (muchedumbre de gente vulgar) -casta ya es un elogio- que Venezuela es una dictadura… como si España fuese un ejemplo de libertad. Si en Venezuela hay revueltas, colas y tiroteos es porque gobierna la izquierda, la oposición no lo soporta y se dedica a conspirar y a planear golpes de […]
Y luego dice esta chusma (muchedumbre de gente vulgar) -casta ya es un elogio- que Venezuela es una dictadura… como si España fuese un ejemplo de libertad. Si en Venezuela hay revueltas, colas y tiroteos es porque gobierna la izquierda, la oposición no lo soporta y se dedica a conspirar y a planear golpes de Estado: lo ocurrido en España en el año 36. Por eso allí, como en cualquier país del mundo, van a prisión quienes atentan contra las instituciones del Estado. Pero en España, donde muchos alardean de libertad, a la cárcel no van conspiradores sino ciudadanos honrados por mucho menos, sólo por manifestar su descontento en la calle; y si no hay colas es porque los dueños de la ropa y de los alimentos no los acaparan, que es lo que hacen en Venezuela. Es más, si en España la atmósfera social no esmás dramática, si no hay revueltas, es porque la izquierda es civilizada y aguanta.
Iba yo a publicar un artículo muy crítico con el periodismo que no queremos, pero la reciente defenestración de dos valientes e incisivos periodistas ha desviado mi atención hacia otro problema más grave: el periodismo secuestrado, el periodismo secuestrado por el poder, por los poderes, el económico y el político, y por el sistema en general. Un sistema y unos poderes que no sólo permiten sino que buscan denodadamente que el dinero, la riqueza, el poder, la información y el periodismo se concentren en pocas manos. Pero por esto mismo, lo que ha ocurrido con estos dos periodistas se veía venir. La audacia de ambos, dos moscas cojoneras para los intereses bastardos del gobierno y de su partido, con unas elecciones en el horizonte y una evidente determinación represiva y dictatorial por parte de la chusma, no auguraba por mucho tiempo su continuidad. Sobre todo el de Las Mañanas…
La chusma española no se conforma con una ley electoral que le favorece de una manera odiosa, en cuya virtud el número de votos que necesitan las dos principales formaciones políticas para tener un diputado es varias veces menor que el que precisan los demás partidos no nacionalistas. No se conforma con copar, ellos y sus seguidores, la mayor parte de la riqueza y, en ciertas regiones, como Andalucía el 80% de la tierra (30 familias poseen 32 mil millones y sólo 3 familias 11 mil millones). No se conforma con tener en los órganos clave del poder judicial a gente de su ideología y de su ralea. No se conforma, en fin, con tener de su parte a la cúpula religiosa española. Para la chusma, mencionar estos datos es demagogia. Todo lo que no sea análisis que justifique acaparar ellos riqueza y poder, es demagogia. No se conforman con todo eso, y por eso la chusma, con la colaboración de los dos o tres dueños de las cuatro cadenas de televisión privadas reducidas a dos y de los dos principales periódicos, está resuelta a ir eliminando por el camino hasta las elecciones a todos los periodistas que puedan coartar o debilitar su nauseabunda sed de dominio.
Por otra parte, esta observación a propósito del ajusticiamiento mediático de esos dos periodistas me obliga a corregir mis severas acusaciones al periodismo y a los periodistas que parecen leales al poder, pues ahora disculpo mejor su silencio cómplice que a veces me subleva. Con esta chusma por medio hay que tener un valor cívico fuera de lo común para poner en riesgo la profesión, el medio de vida e incluso la supervivencia.
El único refugio mediático que, por el momento, queda libre de injerencias y de asechanzas está en las redes sociales, en los periódicos, en los blogs y en otros soportes digitales. Pero hasta en todos estos habrá que ver hasta dónde la chusma nos deja llegar…
Jaime Richart es Antropólogo y jurista
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