Recomiendo:
0

Los medios y el mensaje

Fuentes: Rebelión

Hay una dependencia del mensaje periodístico en relación con la estructura de propiedad-poder. Eso también es válido para El Diario.es, no se olvide. Y para Rebelion.org. Como hace años sostuvo el filósofo José Antonio Marina, qué publico más acrítico el que se conforma con que le digan lo que quiere oír pero, claro, eso es […]

Hay una dependencia del mensaje periodístico en relación con la estructura de propiedad-poder. Eso también es válido para El Diario.es, no se olvide. Y para Rebelion.org. Como hace años sostuvo el filósofo José Antonio Marina, qué publico más acrítico el que se conforma con que le digan lo que quiere oír pero, claro, eso es lo general. «Tú no eres capaz de encajar la verdad», le espetó rotundo un Jack Nicholson a Tom Cruise en la película Algunos hombres buenos, copiando a Nietzsche: el superhombre se caracteriza porque es capaz de soportar el mayor grado de verdad posible.

Necesitábamos cabeceras como las citadas antes y otras similares que sirven de mínimo contrapeso a un enorme poder mediático concentrado en media docena de conglomerados (Time Warner, Viacom, News Corp,. Bertelsmann, NBC-Comcast y ABC-Disney) a los que se suman otros como CBS, Sony y, si atendemos a la lista de los treinta primeros, observamos la irrupción de la televisión china CCTV y de Baidu, el Google chino.

Los nuevos medios digitales de izquierdas son una gota de frescor frente a un totalitarismo evidente al que en mi tesis doctoral (1994) llamé totalitarismo atotalitario para distinguirlo digamos del clásico. Esta idea la desarrollé en mi libro El control de la comunicación de masas (1995). No sé si afirmar o no que la situación haya empeorado porque los medios digitales disidentes no estaban antes ahí (ahora el reto es cómo hacer que sobrevivan en el seno de un sistema al que cuestionan, ¿los lectores continuarán apoyándolos para que sigan adelante cien años, al menos?).

Lo que sí es cierto es que, en España, es relativamente asombroso comprobar las coincidencias en sus líneas editoriales actuales entre El País, La Razón y EsRadio, por ejemplo, en lo que se refiere al fenómeno Unidos Podemos (UP). Relativamente porque quienes tenemos experiencia en el periodismo y en los estudios de Historia y Comunicación sabemos que todos son sustancialmente voceros de unos mismos intereses y eso sucede aquí, en USA, en América Latina y en todas partes donde una izquierda asustona avance.

UP ha logrado que hasta los medios mercantiles del sistema discutan entre ellos. EsRadio y El País afirmando que La Sexta es portavoz de los comunistas. Jiménez Losantos y Marhuenda enzarzados en una pelea por este asunto, curioso pero no increíble porque el anticomunismo está ahí, constante, el comunismo es el único poder que le ha colocado al mercado docenas de misiles con varias cabezas nucleares mirando hacia todos sus puntos vulnerables y que se los colocó a los yanquis frente a sus costas. El comunismo está empezando a ser como El Cid Campeador que ganó una batalla -a lomos de su caballo Babieca- después de morir. Una batalla, no la guerra.

Unidos Podemos ni es peligroso ni llegará nunca a eso (al menos los dirigentes actuales) pero el susto lo tienen metido en el cuerpo desde los periodistas conversos hasta los ultras. A mí me aburren desde hace tiempo estos tertulianos, estos políticos de uno y otro signo con sus discursos monocordes, me gustaría escuchar al poder de verdad, no a sus mandados pero es que para eso están, para meterles a la gente el miedo en el cuerpo o, cuanto menos, la duda. Como en otros de mis textos, vuelvo a repetir que tanto el comunismo como UP (son elementos diferentes, al menos a nivel de línea oficial) resultan efectos del comportamiento del liberalismo -que es quien los ha subido a su Babieca-, no han nacido por sí mismos sino por la conducta del emprendedor que quiere vivir demasiado bien y por encima de sus posibilidades, adoctrina a unos ciudadanos para que los imiten pero luego no les coloca a su alcance las herramientas para que consuman tal imitación, los deja en el paro o en los empleos precarios y es entonces cuando renace el «comunismo». El sistema ya no sabe cómo comprar el silencio y la docilidad de las gentes y entonces les dice que hay que ahorrar gasto público, que hay que privatizar y que se creen sus propios puestos de trabajo, dos contrasentidos en relación con la doctrina de lujos y ganancia fácil que ha inculcado.

Entonces emerge la protesta y los medios de comunicación que la canalizan, entonces aparecen los medios que les dan a «los que viven abajo» (Brecht) aquello que quieren: anticapìtalismo, mientras que los otros medios siguen erre que erre con sus tópicos de democracia y libertad y la gente que no vive abajo o no tan abajo va a buscar el mensaje, cada cual necesita no sentirse solo, tener una palabra amiga.

En este sentido, ya sabemos los que están detrás de El País. ¿Sabemos quién está detrás de El Diario.es que denuncia la línea de El País cuando condena a La Sexta ? No nos engañemos, esto no es más que una pelea entre dos sectores del PSOE, los dos sectores tradicionales de la socialdemocracia (ala «derecha», ala «izquierda»), agravada por el enfrentamiento Escolar-Cebrián, el primero amigo de ZP, el segundo de González. Aunque evidentemente no sean lo mismo, El Diario.es me recuerda a un rotativo que salió en los noventa y era muy bueno: El Independiente. Era «guerrista», no «felipista». La Once -en manos del gobierno de González- se hizo con él y lo cerró cuando estaba en auge y empezaba a hacerle pupa a El País.

Obama dijo en cierta ocasión que los ciudadanos deberían leer tanto The New York Times (que va de progresista aunque su mayor accionista sea Carlos Slim al que Felipe González asesora) como The Wall Street Journal (que es de Murdoch al que asesora Aznar). Pues eso, ahí acertó el presidente USA, si sólo se demanda un árbol es imposible ver el bosque, en el fondo no se está uno informando ni formando sino consolando y cubriendo la agresividad que este entorno genera.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.