El modelo y el gobierno han fracasado. La preponderancia del bloque de poder es la causa determinante de la crisis. Rechazo de enfoques que centralizan en lo «técnico», como los errores, la mala praxis o la incompetencia. La unidad en la lucha popular y en la calle es el requisito ineludible para superar el marasmo […]
El modelo y el gobierno han fracasado. La preponderancia del bloque de poder es la causa determinante de la crisis. Rechazo de enfoques que centralizan en lo «técnico», como los errores, la mala praxis o la incompetencia. La unidad en la lucha popular y en la calle es el requisito ineludible para superar el marasmo y construir el proyecto alternativo de país
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento
«No te rindas», Mario Benedetti, fragmento
Dimensión de la crisis
Es más que una sensación. Los argentinos estamos expectantes de cuándo ha de estallar el volcán sobre el que estamos parados.
La crisis invade todos los ámbitos, lo económico, social, político e institucional, potenciando una degradación que en su devenir no extrañaría su desemboque en otra de naturaleza política, pero de envergadura. Por eso no son casuales las versiones respecto del propósito de algunos de impulsar el anticipo de las elecciones del próximo año.
Cuando lo peor está por venir, ya estamos inmersos en una hecatombe económica y en un verdadero genocidio social, con millones de víctimas, un sistema productivo malherido y un futuro cercenado por el despiadado ataque contra la educación pública en todos sus niveles más el desfinanciamiento y desmantelamiento de instituciones y programas rectores en materia de ciencia y tecnología.
Es un vendaval que azota a trabajadores, a cuentapropistas, al sector pasivo y a parte significativa de la llamada clase media y de la burguesía no concentrada de la ciudad y del campo. El crecimiento de la pobreza se potencia con el aumento de la desigualdad. La resultante es también una mayor concentración del capital en un rumbo que primariza la producción y afianza la subordinación colonial al capital financiero mundial.
Lo único que progresa y goza de excelente salud son las ganancias del capital concentrado, las de la inversión especulativa y parasitaria, el endeudamiento externo, los intereses que se derivan de esa deuda y la fuga de capitales.
Como colofón, ahora se ha oficializado -sin debate parlamentario- la delegación de la dirección económica del país a manos del Fondo Monetario Internacional, verdadero estado mayor del capital financiero mundial, para comandar una realidad que desde lo social, económico y político es insostenible. Prueba de ello es que a tan sólo dos meses de firmado el acuerdo, ya está probado que son inviables las metas comprometidas, que siguen desbocadas la inflación, la suba del tipo de cambio y la pérdida de reservas, mientras a paso redoblado crece y se profundiza el conflicto social, conflicto del que son parte activa y movilizada los trabajadores manuales e intelectuales, mujeres en reclamo de derechos, alumnos, docentes, periodistas, científicos e investigadores, artistas y hombres de letras, torrente al que se suman organizaciones de pymes de la ciudad y del campo y el campesinado familiar. Es de remarcar la activa participación de la juventud.
También forman parte de esta globalidad degradada y en crisis el peligrosísimo menoscabo al estado de derecho y a las bases democráticas de la república, con el estratégico propósito de quienes comandan la nave, de consolidar el dominio sobre el Estado y consumar a perpetuidad la suma del poder público.
Ya casi se ha hecho norma la arbitraria expulsión, designación o traslado de jueces y fiscales violando normas constitucionales y legales, juego que también abona la repentina construcción de trasnochadas doctrinas y prácticas judiciales que tanto sirven para absolver a poderosos cercanos al poder, como para extorsionar, perseguir y abultar la lista de presos políticos o sumir en la descalificación pública en base a mentiras y ausencia de pruebas los atributos éticos y morales de quien piense distinto, incluido a titulares de medios No se es original. Se replica el modelo político-judicial de uso regional, con el confeso asesoramiento del nuevo embajador de EE.UU.
Elocuente exposición del hedor que despide parte del poder judicial, la Corte Suprema incluida, quedó en evidencia al conocerse públicamente de boca del presidente de la Nación su queja porque «no era lo acordado» en oportunidad de un fallo que excarcelaba a un empresario denostado por opositor. Hecho que muestra además la indisimulada práctica de conductas contrarias a principios republicanos y que se reiteran cuando se ignora al Congreso de la Nación para el obligatorio debate parlamentario que autorice por ejemplo la instalación de bases del Comando Sur de los EE.UU. o la participación ilegal de las FF.AA. en tareas de seguridad interior.
A la criminalización y represión de la protesta social se suma en esto de disciplinar por el miedo, el respaldo oficial y público al gatillo fácil. Ya se computan varios asesinados por manos y armas oficiales y se exhibe a la «doctrina» Chocobar como todo un avance de la seguridad en democracia.
Para completar, el encubrimiento y blindaje mediático con el que sistemáticamente se desinforma, miente, tergiversa y confunde, contribuyendo a disciplinar y obturar el discernimiento y la capacidad crítica del ciudadano, fomentando a la vez un clima de odio y revancha que amenaza severamente la convivencia pacífica en el seno de la sociedad argentina.
Todo un combo que no hace más que cebar una bomba de tiempo por sostener un modelo históricamente agotado.
La raíz de la crisis
Desentrañar la raíz de esta crisis es vital para diseñar otro rumbo y definir en base a él los actores y las tareas para superarla definitivamente.
En primer lugar interesa el contexto. Argentina es parte del sistema capitalista mundial, hoy globalizado y bajo la hegemonía del capital financiero. Es un sistema que viene atravesando una larga y pronunciada crisis, la que entre otras cosas se expresa en enfrentamientos entre miembros centrales del capitalismo mundial. Pero por ser parte, nuestro país está objetivamente subordinado a ese patrón en un grado que está condicionado por la envergadura del bloque interno de poder y la correlación de fuerzas entre quienes le disputan, dentro del país, la distribución del ingreso nacional.
Es un bloque que integran la gran banca privada no cooperativa, las corporaciones mediáticas, el complejo agroexportador y los que con él operan: grandes terratenientes, grandes productores agropecuarios y la agroindustria. También son parte la gran minería y las energéticas, grandes cadenas de comercialización interna y los industriales productores de insumos difundidos (acero, aluminio, cemento, química y petroquímica etc.).
Es un bloque de capitales concentrados, no homogéneo, a veces entrelazados o verticalmente integrados, entre quienes también se suscitan roces y enfrentamientos en razón de sus contradicciones, pero con un predominio indiscutido: las multinacionales y el capital financiero.
Es un bloque que, dado su poder, actúa orientado a imprimirle al país el rumbo afín a sus intereses, tanto en política interior como exterior, abarcando todos los ámbitos (económico, financiero, laboral, cultural, social, educativo, militar y de seguridad, mediático, de relaciones internacionales, etc.), con una gravitación que desde fines de 2015 alcanzó todo su esplendor cuando, a raíz del triunfo electoral de Cambiemos, logró hacer confluir en un todo único al gobierno con el poder.
Desde esta cúspide y aferrados a su codicia es que se enarbola el dogma neoliberal, transformado en sentido común, de libertad de mercados, como si ignoraran quienes marcan y hacen marcar el paso en el mercado, quienes pueden hacer uso y abuso de esa libertad, como si desconocieran el peso que el capital concentrado tiene en los mercados para fijar precios, asignar recursos e incidir en la distribución del ingreso.
Libertad que en este caso es prescindir del Estado cuando lo que está en juego es la defensa y , promoción de los derechos de las mayorías, por eso reducirlo, incluso para la atención de necesidades sociales básicas como por ejemplo la salud, pero naturalizar la intervención estatal para imponer un tope a los salarios y hasta degradarlos o facilitar la fuga de capitales y, cuando así lo crean, recurrir a la represión contra quienes osen poner en riesgo un esquema de valores que da prioridad a la maximización de la tasa de ganancia y al poder del establishment, como por ejemplo contra el movimiento sindical.
Con esta visión es como desde esa cúspide se instrumentó y puso en marcha el mecanismo para la monumental transferencia de ingresos a su favor y como resultado, las horrorosas consecuencias que padecemos Estas no son producto de errores ni de mala praxis, ni de incompetencias, aunque las hubo.
Lo que en ellas subyace y es determinante en su modelo, es su proyecto de país, de sociedad y el tipo de vinculación que esperan entablar con el mundo. Para lograrlo se respaldan en una construcción teórica con la que instrumentan políticas que no son neutrales. Con ellas, el bloque de poder que conduce a la Argentina busca alcanzar sus objetivos y satisfacer sus intereses.
Con esta mira se degrada el salario y las retribuciones previsionales, se limita el gasto social, se deprime el consumo, el mercado interno y la producción, agravándolo con la liberación de importaciones, todo lo cual conduce a la destrucción del tejido industrial y a la primarización de la producción. El saldo inexorable es la modificación de la estructura productiva y social, generando a la par una enorme y creciente masa de desocupados permanentes, de seres a la deriva, descartables en su condición humana. Son expresiones del proyecto de país que esperan se concrete con la aplicación de este modelo.
Y como paralelamente la actividad financiero especulativa es, en esta etapa del capitalismo, la parte medular de los objetivos económicos del poder para acrecentar la tasa de ganancia, se hace notorio el feroz abultamiento de la deuda externa, terminando por reinsertar a la Argentina en la lógica del sistema financiero mundial, pero como apéndice subordinado a ese poder. Para ello es funcional el acuerdo con el FMI. Consecuencias: más dependencia económica, menor soberanía política, paraíso para una minoría poderosa. En esencia, un rumbo que afianzará el carácter colonial del capitalismo argentino.
Primera conclusión: lo determinante en esta crisis, producto de un modelo, es político o sea derivado de la clase social o fracción de clase que comanda el Estado y la sociedad y que desde la cima define políticamente como se distribuye el ingreso nacional .La instrumentación técnica del modelo, pese a su importancia, es lo accesorio.
Proyecto alternativo. Tareas y sujetos
Ya sobre fines de agosto, el escenario exhibe más nítidamente la crisis del modelo Una crisis que se expande y profundiza en paralelo con la persecución judicial y mediática de opositores. Como parte de ese conjunto, aparecen variables como las que en el área económica ahondan la restricción externa y respecto de las cuales el gobierno ha perdido todo control. Más aún, ha perdido la credibilidad de «los mercados» y aparentemente, con más propiedad, el poder real le soltó la mano y potenció la crisis. Para recuperar la confianza, la principal preocupación del gobierno es ahora complacer los dictados del FMI: potenciar en extremo el ajuste, como se deduce claramente del discurso presidencial y la conferencia de prensa del Ministro de Hacienda en la mañana del 3 de setiembre: déficit cero para el resultado fiscal Exorbitante la magnitud en pesos del mayor ajuste, aunque parte lo atenúen con retoques impositivos. Hay insuficiencia de divisas, pero ni una letra que insinúe un límite a la fuga, a la liberalidad absoluta del movimiento de capitales internacionales ni a la desregulación cambiaria.
Mientras, en la vereda de enfrente es creciente el rechazo popular, como lo demuestran las movilizaciones masivas y continuadas a lo largo y ancho del país, protagonizadas por organizaciones sindicales y sociales de todo tipo, con destacada presencia de la juventud, todo en una dimensión que difícilmente encuentre antecedentes.
Sin lugar a dudas, estos acontecimientos han puesto en evidencia que el modelo y el gobierno han fracasado.
El gran interrogante es ahora cómo se sale de este marasmo.. Qué, cómo y con quienes construir las bases para un futuro que sirva al pueblo y por eso al país. Qué carácter ha de tener el proyecto alternativo, cuando sólo existen dos proyectos o modelos posibles. Uno ya lo vimos y lo padecemos. Es el del neoliberalismo, con mayores o menores variantes. Y esto ya está probado que no va.
Además, no existe modelo de vigencia perdurable que transite por el camino del medio. Es que son muchas las áreas y variadas las armas que están bajo el dominio del poder, en particular el correr con la ventaja de la tremenda influencia que desde tiempo inmemorial tiene sobre la subjetividad y el sentido común de la sociedad. El margen es pues muy reducido para transitar por el medio Todo esto, si no se lo combate, si no se construye una relación de fuerzas que decisivamente sostenga a un gobierno y un programa democrático, autónomo y popular, que propenda a la integración regional, terminará siendo fagocitado, reeditando el modelo afín al poder y por tanto concluyendo todo en una nueva frustración.
Entonces, si nos proponemos construir las bases para erigir otro modelo, qué hacer cuando parte de la dirigencia de la CGT no expresa las necesidades ni los sentimientos de sus bases ni ante el dramático deterioro de las condiciones de vida.
Qué hacer cuando parte de la dirigencia política opositora no toma conciencia y más probablemente ni le interesa indagar sobre la verdadera matriz de la crisis y cubierta del ropaje de opositor y hasta de popular, trama cómo acceder a los puestos de mando para volver a gestionar desde allí, con cara de algo nuevo, transitando incluso por el camino del medio, en beneficio del bloque de poder.
Para concretar los cambios el requisito ineludible es la lucha. Más aún, la unidad en la lucha y la lucha es la calle. Sin lucha no hay cambios. Para corroborarlo y sin necesidad de recurrir a la historia humana, sólo basta tener presente la heroica lucha por los derechos humanos y las precondiciones que esta generó para poner en tensión las fuerzas que obligaron a derogar al instante la amnistía que se pretendía instalar con el fallo del 2 x 1, o las gloriosas jornadas protagonizadas por las mujeres que culminaron con la aprobación por Diputados del proyecto en favor del aborto legal y gratuito.
Por otra parte son falsas las conclusiones de quienes pretenden medir la capacidad transformadora del movimiento popular al equipararla con la actitud de cierta dirigencia y peor aún, englobar a todos los dirigentes en la misma bolsa. La conducta dirigencial, su honradez, lucidez y entrega es de gran importancia, pero no para sustituir al movimiento, a la organización.
La lucha genera y eleva la conciencia, el sentido de la solidaridad y el sentimiento de fuerza. Cuando esta última crece, llega al punto en que termina de convencer al timorato de la razón de los cambios y de la necesidad misma de la lucha. También contribuye al aislamiento y debilitamiento del adversario.
Aquí vale aquello de luchar y marchar con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.
Muchos, frente a los padecimientos y angustias actuales se esperanzan con las elecciones nacionales de 2019. De verdad son importantes por lo que significa castigar en esa batalla al proyecto y la influencia neoliberal en Argentina y en adición, cubrir con una brisa de aire fresco a toda América. Latina.
Con vistas a ese evento, parte de la oposición está entablando debates y negociaciones con el propósito de construir una unidad amplia y plural que debiera tener como eje un programa en torno al cual las distintas fuerzas se sientan convocadas. Esto es lo prioritario. Lo deseable es que tal programa recoja y de respuesta a las reivindicaciones e inquietudes inmediatas y mediatas del movimiento popular forjadas al calor de las luchas. Luchas que también han de servir de semillero de candidatos y de dirigentes políticos populares.
Seguramente con más autoridad, John William Cooke lo sintetizó y aquí lo reproducimos: «La unidad es indispensable y será un paso previo al triunfo popular. Lo principal es para qué hacemos la unidad, cuáles son los objetivos cercanos (como por ejemplo las elecciones) y cuáles los grandes objetivos. Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para dar las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social. En la lucha contra el régimen llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la acción.dentro del régimen nos esperan sólo frustraciones y derrotas y pequeños triunfos que serán desastres».
Urgencias y respuestas
Producto del avance del modelo neoliberal, lo dramático y caótico invade múltiples esferas del quehacer social.
Hay hambre y se expande; es veloz el aumento de personas en situación de calle; hay falta de atención sanitaria en centros de salud por falta de insumos y por despidos de personal; hay imposibilidad de acceder a medicamentos en razón de su costo; se suprimen planes de vacunación y se lo justifica en razones presupuestarias; cierran empresas y aumentan los despidos, acosados por la depresión del mercado y la suba de costos; por iliquidez y pérdida de capital de trabajo hay ruptura de las cadenas de pago y se suspenden ventas y entregas por desconocimiento de los nuevos costos de reposición. Las vidas se desorganizan, Hay temor e incertidumbre. Estas son sólo muestras de los padecimientos y las angustias del diario vivir para el ciudadano de a pie en la Argentina de esta era, a la que se suma el riesgo del default y el temor a sus repercusiones.
El estado de crisis y descomposición enerva el clima político, estado que se tradujo en enfrentamientos en las filas del oficialismo y en el seno del grupo de poder, al punto que según versiones de bastante difusión existirían negociaciones entre altos exponentes de Cambiemos y peronistas de los «racionales» tendientes a articular una «salida» de transición al «acabado» gobierno Macrista.
Frente a este cuadro, la alocución presidencial y la conferencia de prensa de su ministro Dujovne no hicieron más que confirmar el programa de más drástico ajuste y de reducción de ministerios por el que ahora corrieron a requerir la autorización del FMI, que es sabido no hará más que beneficiar a sectores del bloque de poder, agravando la situación social y por ende la indefectible profundización de las luchas como única salida.
Advertimos que ni la eventual aprobación del acuerdo ajustador a que se arribe con el FMI, ni al que se llegara a acordar entre gestores políticos a nombre del poder real – porque eso en esencia es lo que son – serán solución ni alivio para el pueblo. Son todas variantes de la misma medicina para mantener con vida al mismo patrón .y la esencia de su modelo, con mayores o menores variantes. No debe haber el más mínimo espacio para ilusiones Que algo cambie para que todo siga igual.
Las dramáticas urgencias requieren soluciones auténticas y perentorias y que sólo las harán posibles la movilización y la lucha de las organizaciones populares. Son medidas de efecto inmediato, que entendemos deberían comprender la declaración de emergencias alimentaria, sanitaria y salarial, de las que no puede estar ausente la recomposición de ingresos de trabajadores, jubilados, pensionados y discapacitados y el financiamiento bancario flexible y a bajas tasas para pymes, productores regionales y de la agricultura familiar. También apremia disponer el fin de la liberalidad en materia de importaciones. Son todas medidas que posibilitan relanzar la producción, el mercado interno y el empleo.
Paralelamente la lucha debe contemplar la estipulación de un plazo perentorio para que exportadores liquiden e ingresen sus divisas y se instrumenten urgentes medidas de regulación del mercado cambiario y del movimiento de capitales, que al resguardar las divisas, éstas sirvan para solventar los insumos y servicios que haya que importar para ir normalizando el ritmo de la producción.
Es una lucha a la que como mínimo, por autodefensa, deben ser convocados todos los afectados por el modelo neoliberal, lo que sin duda servirá de base para la confección de un programa de más largo aliento que seguramente sentará las bases para construir el proyecto alternativo.
Publicado en el Nª 127 de la Revista TESIS 11
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