Tan solo ha necesitado diez días el diario El País desde la victoria del presidente venezolano Hugo Chávez en el referéndum revocatorio para retomar su senda de tergiversación y engaño. Lo hemos podido ver en el editorial del 26 de agosto bajo el peyorativo título de «Chávez para rato». Comienzan augurando que «lo previsible es […]
Tan solo ha necesitado diez días el diario El País desde la victoria del presidente venezolano Hugo Chávez en el referéndum revocatorio para retomar su senda de tergiversación y engaño. Lo hemos podido ver en el editorial del 26 de agosto bajo el peyorativo título de «Chávez para rato».
Comienzan augurando que «lo previsible es que siga el conflicto» entre Gobierno y oposición, sin especificar cuál es el origen de ese conflicto. Un origen muy sencillo, una oposición que no acepta resultados electorales, que hace llamamientos a la insurrección ciudadana, que pide -como el ex presidente Carlos Andrés Pérez- el asesinato del presidente venezolano, o que financia intentonas golpistas con paramilitares importados de Colombia. A todo eso, el editorial de El País, le llama una oposición que se equivocó por «no tener ni la organización, ni el liderazgo, ni los medios necesarios». Las dos primeras deficiencias son verdad, pero la de falta de medios despertaría la sonrisa en cualquier venezolano. Falta de medios a quienes son los dueños de la economía venezolana -a excepción del petróleo que no pudieron privatizar-, dueños de los medios de comunicación y receptores reconocidos de todas las ayudas económicas de Estados Unidos.
Basta darse una vuelta por los barrios ricos opositores del Este y por las barriadas suburbiales que apoyan a Chávez para ver quien tiene los medios económicos. Y si se refiere a medios gubernamentales al servicio del NO, expresión del apoyo a Chávez, es suficiente comprobar que la campaña se ha limitado a carteles monocolor y a la movilización de miles y miles de venezolanos pobres en defensa de un presidente en el que creen.
Afirma el editorial, en referencia a la oposición, que «firmemente convencida de que hubo fraude, no tomó las suficientes precauciones previas». Quiere sembrar así El País la sombra del fraude en unas elecciones supervisadas por decenas de ong´s, partidos políticos de todo el mundo, personalidades mundiales, Centro Carter y OEA. Unas elecciones en las que los votantes debían acreditar su identidad con su cédula, ser marcados con pintura indeleble para evitar que no volviese a votar, ser escaneada su huella para archivarse vía satélite en un banco de datos que revelase si esa misma huella pretendía votar por segunda vez. Y todo ello bajo la mirada en los colegios electorales de observadores internacionales y representantes de las dos partes. A eso se añade un recuento electrónico por una empresa independiente auditado por técnicos de ambas partes y reconocido también por ellas. Seguido además de un recuento manual de las papeletas introducidas en las urnas. Ya quisiéramos que sufriese la misma auditoría las cifras de tirada del diario El País.
Critica el diario que «el chavismo estuvo toreando a la oposición, asegurándose el control del Consejo Nacional Electoral». Habría que añadir, al parecer, también el control del Centro Carter, de la OEA y de los centenares de observadores de todo el espectro ideológico que allí estuvimos. Todos ellos sancionaron la validez de los resultados.
Desesperado El País pide una oposición con «partidos, líderes y programas nuevos». Los venezolanos no pidieron otra oposición porque no votaban ni partidos ni alternativas a Chávez. Si casi el 60 % votaron NO a la revocación del presidente Chávez es porque sencillamente pidieron que siguiera su presidente, por mucho que les pese a algunos.
Continúa el editorial con un llamamiento a «la comunidad internacional» para «que permanezca vigilante ante posibles retrocesos en las libertades tras el referéndum». Deberían explicar por qué es Venezuela el único país que está amenazado de perdida de libertades y no Perú, Ecuador, México o tantos otros donde esos derechos no le preocupan a El País.
Sigue con la gratuita afirmación de que Chávez «hasta el momento no ha hecho sino hundir la economía». Es peculiar esta acusación porque quienes atacan a Chávez pasan un día de denunciar su suerte por el maná que está llegando a Venezuela por la subida del precio del petróleo a, el día después, acusarle de hundir la economía.
Y termina el editorial de El País pidiendo que Venezuela, el único país del mundo que consulta a sus ciudadanos sobre la continuidad de su presidente a mitad de la legislatura, sea un país «más democrático». Muchos ya estamos cansados de que algunos piensen que un país sólo es democrático cuando mandan los suyos.