En plena discusión teórica y política sobre el actuar de los medios de comunicación, los analistas y expertos de los mass media señalan, a grandes rasgos, dos vías generales para identificar el proceso de las actuales revoluciones tecnológicas en los ámbitos de la información, el internet y las telecomunicaciones, así como sus impactos históricos sociales. […]
En plena discusión teórica y política sobre el actuar de los medios de comunicación, los analistas y expertos de los mass media señalan, a grandes rasgos, dos vías generales para identificar el proceso de las actuales revoluciones tecnológicas en los ámbitos de la información, el internet y las telecomunicaciones, así como sus impactos históricos sociales.
Por un lado, los intelectuales softrevenue, anclados en lo que se ha llamado insistentemente la ola de la globalización, aseguran que la humanidad atraviesa por un periodo decisivo y único, que si no es aprovechado se lamentará no acceder a la era digital, herramienta fundamental y necesaria para acabar con los males como la pobreza y la marginación que sufren amplios sectores de la población mundial. Ante este «fenómeno irreversible», como suelen llamarle, «hay que adaptarse y confiar en los nuevos líderes de la mundialización».
Por otro lado, una tendencia de pensamiento crítico se desarrolla en sentido inverso al pensamiento globalista y la cual identifica los efectos de la concentración y la centralización del capital, específicamente en el sector mediático. Resultado de la profundización del desarrollo desigual y asimétrico a escala planetaria en la etapa actual del capitalismo, los medios de comunicación y sus ámbitos de coexistencia, han experimentado una mayor aglutinamiento corporativo. Por lo menos en los últimos 30 años se crearon los llamados multimedios, consorcios que reúnen en unas cuantas manos y en estructuras oligopólicas a la industria de la información (televisión, radio, prensa, agencias, redes satelitales y telefonía), forjando lo que Ignacio Ramonet identifica como «la dictadura del pensamiento único».
México no escapa al debate de ambas visiones y mucho menos a la actividad concreta de los medios de comunicación y sus efectos. En las universidades y escuelas de periodismo las dos tendencias que se enfrentan nutren la discusión sobre las teorías de la comunicación que rara vez sale de los muros y las aulas de la academia, pero en los ámbitos cotidianos el globalthinker (el pensador global) marca la pauta en la ejecución y producción de materiales que lamentablemente consume nuestra sociedad. Por el momento, la especulación global se impone en los hechos, aún y con sus marcadas limitaciones teóricas y científicas para explicar la realidad actual y aún con la acotada resistencia de sectores democráticos y progresistas que se oponen a aceptarla como norma; pero con un poder suficiente para asignar actividades pragmáticas con los intereses que representan.
Esto se ejemplifica fácilmente. Los mexicanos somos testigos del protagonismo que han tomado en lo político, económico, cultural y hasta jurídico per se, los medios de comunicación. Los videoescándalos, la promoción a las políticas de libre mercado, el activismo político por tal o cual tendencia o interés (marcha contra la inseguridad), la distribución y exhibición de programas radiofónicos y televisivos con grandes ganancias y amplias audiencias, la promoción de valores egoístas y frívolos; así como la toma de un papel dramático de juez o inquisidor.
Hoy, los medios en nuestro país han acumulado un gran poder que los ubica a «la derecha del padre», es decir, como un factor real de poder creciente y determinante en la conducción y destino de la nación. Creciente porque frente a otros poderes, fundamentalmente políticos y religiosos, llegan a sobrepasarlos, ya que al acumular más recursos económicos e influir en la conformación de las ideas totalizadoras y hegemónicas rebasan los alcances de un poder político o religioso estacionario o local y con poca capacidad de acumulación de fuerzas; no se diga sobre la propia sociedad en su conjunto que atomizada y fragmentada mantiene un poder disperso. Y determinante porque como actores, sujetos de intereses, los dueños de los medios luchan para mantener sus prerrogativas y hacen uso de su imán como aliado fundamental de cualquier grupo o sector del poder; se hacen imprescindibles para la política y la economía.
En esta ponencia que busca abrir el debate y el diálogo en este evento tan importante, confrontaré las dos visiones que buscan explicar la realidad de los medios de comunicación y sus actividades, específicamente en México; así como también, a efectos de propuestas, daré cuenta de la responsabilidad ética que tiene el periodista en el contexto de las actuales revoluciones de la información, y la manera en que debe comprometerse con la verdad, así como los restos de la sociedad en torno a los medios de comunicación.
Los multimedios
Caracterizada por el despliegue y la profundización del control de territorios, mercados, conocimientos tecnológicos y producción simbólica, la globalización, eufemismo que oculta el desarrollo del capitalismo mundial en su fase superior iniciada a finales del siglo XIX y desarrollada durante el siglo XX, el imperialismo dio vida en los últimos años y en el ámbito de los medios de comunicación a los megamedios o multimedios.
Todo este tiempo los medios han experimentado transformaciones y se han adaptado a los cambios requeridos por quienes los controlan bajo la égida del capital y la ganancia, así como bajo la guía ideológica de la teoría de los medios de comunicación masiva. El caso de México resulta un buen ejemplo.
Siete años antes de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los canales televisivos 7 y 13 con sus 189 repetidoras a nivel nacional fueron privatizados y pasaron a un régimen de concesión de particulares que conformaron la empresa TV Azteca.
Con un capital inicial invertido de 640 millones de dólares, Ricardo Salinas Pliego adquiere el sistema de televisión pública para reorganizarla como empresa del entretenimiento, la cual debía ser orientada bajo el lema «al público lo que pida», priorizando productos audiovisuales de elevado rating o gran audiencia.
El objetivo del nuevo negocio era alcanzar la mayor flexibilización de los canales que facilitara el paso de los productos audiovisuales transnacionales (Talkshows, boyerismo, seriales de violencia, programas de entretenimiento) pues ante la integración de las sociedades vía la globalización, los valores y productos culturales deberían fluir de un lugar a otro, compartiendo ideas y deseos y así ganar los corazones de la gente. Se llevó a cabo la cancelación de programas propios y reducción de noticiarios, y el impulso de telenovelas, películas y series importadas, esto es, actividades de empresa distribuidora de contenidos.
Este proceso de entrega de un bien público a un bien privado se enmarcó en las transformaciones del Estado mexicano a partir de 1982 con la aplicación de medidas de ajuste estructural, desregulación económica y políticas de libre mercado. Así, con el aval de los órganos del Estado dirigidos por la nueva clase empresarial en ascenso, empresas estatales pasaron al dominio privado.
TV Azteca se colocó como el modelo a seguir de la empresa televisiva. Es la firma junto a Televisa que acaparan el 80 por ciento de la publicidad de todos los medios de comunicación en el país, y adquiere el 30 por ciento del mercado de anuncios. La tendencia indica incrementos. (Etcétera, noviembre de 2004 y Reforma, 25 julio de 2002)
En 1997 ofertó 29 por ciento de su capital a la bolsa de valores y al cabo de ese año, aumentaron sus ganancias cuatro veces más el precio que pagó inicialmente al gobierno mexicano. Aún continúa cotizando en el mercado bursátil.
Con el fin de cumplir su «misión de entretenimiento», TV Azteca incursionó en el fútbol mexicano. Trasmitió de los juegos de dos equipos en 1994 a la mitad de los partidos en 1997. En aquél entonces, directivos de la empresa declararon que 35 por ciento de los ingresos fueron por concepto de transmisiones deportivas. (El Financiero, 19 de marzo de 1997)
Con base en otros negocios relacionados con la distribución de electrodomésticos importados de Estados Unidos (Elektra, Biper y Unefon) la pirámide empresarial fue ensanchándose hasta edificar un oligopolio de distribución de productos audiovisuales y de comunicación.
Con esta oportunidad de oro, TV Azteca buscó abrirse cancha en los mercados latinoamericanos. Compró acciones del Canal 12 en El Salvador y del canal 4 de Costa Rica.
Similar actividad comercial y financiera experimenta Televisa que mantiene el liderazgo del ramo a nivel nacional, luego de absorber recientemente la empresa DirectTV, antes de Multivisión, y fusionarse con Globo de Brasil, además de acaparar el mercado de televisión por cable y poseer un sin número de revistas y radios locales y nacionales.
Estas dos empresas acumulan grandes ganancias, por lo que su influencia cada vez es más rotunda en el ámbito de los negocios como en la llamada industria cultural y creación de productos de consumo audiovisual. De allí su galopante influjo en la sociedad, tanto por lo que vende como por lo que socializa como verdaderos monumentos de la comunicación de masas que conforman «ideas», «puntos de vista» y «opiniones» sobre temas de carácter político, económico y público.
En el marco de la globalización, la sociedad fue perdiendo espacios públicos tal vez con defectos, pero espacios necesarios para acotar la influencia fundamentalmente de valores ajenos.
Las megafusiones televisivas son tan poderosas que organizan la mentira, mientras la verdad está dispersa. La ignorancia y la frivolidad acapararon los espectros de la comunicación y si estos carecían de un protagonismo importante para la promoción de la cultura universal y nacional, ahora se torna más difícil la posibilidad de crear programas de verdaderos valores humanos y rescate de nuestra memoria histórica.
Los grupos empresariales multimedios en México pueden identificarse así: Grupo Imagen, Radio Centro, Televisa y Televisa Radio-Grupo Prisa, TV Azteca, Radio Formula Nacional e Internacional, Grupo Acir, Reforma-Grupo Norte, El Universal-Compañía Periodística Nacional, entre otros.
La ingeniería del consenso: Los medios al frente de guerra
Parafraseando a Fernando Lasalle «la prensa es un pedazo de papel en la punta de un cañón», yo diría que un video es una esquirla, una bomba de fragmentación.
Los medios de comunicación masiva en nuestro país dejaron de ser sólo vehículos de la disputa entre fuerzas de poder real, ahora también se conforman como un factor real de poder que protege sus intereses económicos y financieros, ideológicos e influyentes, y se ubica como otra pieza más de apoyo en favor de los intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada. Van de la mano de los publicistas que influyen en las decisiones para la presentación de programas o noticias.
Según la norma oficial plasmada en la Ley de Radio y Televisión y en la propia Constitución, los medios de comunicación deben ser independientes y democráticos, son producto del derecho a la libre expresión y están obligados a descubrir la verdad e informar acerca de ella, promover la educación y la cultura de la población, fundamentalmente cuando vivimos épocas de integración regional por medio de la globalización. No obstante, la realidad es otra cosa. Quienes ostentan el poder tienen la capacidad, con su estructura de alcance nacional y regional, de fijar los términos del discurso predominante, y determinar lo que el público puede ver, oír y pensar. La mayoría de la gente depende de los medios, televisión, radio y prensa para formarse una idea y una posición respecto a los temas públicos.
Aunque el origen de la propaganda mediática data de los años veinte del siglo pasado, aún se mantienen sus preceptos, más un componente de actualidad: la actividad cotidiana de la fabricación de noticias para sensibilizar a la audiencia e influir en la opinión pública, el deterioro de las noticias y la degradación de los reportajes.
Hemos pasado de la fabricación del consenso del que habló Walter Lippnam, a la ingeniería de éste, es decir, de la manipulación de las noticias y programas, tanto en la prensa como en los medios electrónicos, a la fabricación y construcción de conceptos sobre una realidad virtual e imponente de opiniones, sentimientos y deberes, generando con ello consenso de opinión funcional y útil para mantener el dominio de los poderes hegemónicos, hoy representados y dirigidos por clases empresariales y financieras.
Vayamos a ejemplificar esto. El 24 de septiembre en Villa de Allende, Estado de México – entidad ejemplar en estar dejando el atraso para integrarse al desarrollo, según el gobierno de Vicente Fox, — un grupo de mujeres que se hizo llamar Ejército de Mujeres Zapatistas en Defensa del Agua, se levantaron simbólicamente en armas con el fin de demandar programas de verdadero desarrollo comunitario a partir del uso de los mantos acuíferos de la región que son utilizados para abastecer de agua a la ciudad de México.
Los noticiarios de Joaquín López Doriga de Televisa y de Javier Alatorre en Hechos de TV Azteca, bajo el concepto de braeking news, irrumpieron para constatar el levantamiento de estas mujeres y le dieron primicia a la noticia. Al día siguiente, estos mismos medios se encargaron de enterrar la noticia dejando de mencionarla. Nunca se trató la nota como lo verdaderamente es: un conflicto social y de interés nacional. La cobertura se dirigió a sobreponer las imágenes de mujeres marchando armadas con palos y poco se dijo de las causas que obligaron a realizar esta acción política y mucho menos analizaron sus consecuencias, pese a que los propios conductores les gusta opinar de más en cada bloque informativo. No dijeron nada del incumplimiento gubernamental a los acuerdos de San Andrés como causa del deterioro de las condiciones comunitarias de los pueblos originarios, tampoco de los proyectos comprometidos con empresas de la construcción para montar presas a lo largo del país sin tomar en cuenta las condiciones naturales y humanas de las zonas, como es en este caso. Es decir, el contexto de toda noticia está ausente, por tanto es fácil desaparecerla al siguiente día con otra noticia de fabricación, copy right, de casa.
En el caso de la prensa Reforma y El Universal, periódicos de gran influencia en la población, en su desesperada carrera por ganar la nota, como sea pero ganarla, manejaron la noticia sesgada. Presentaron a los indígenas como actores de recién preparación como si fueran una pantomima o un sketch que de la noche a la mañana empezaron a demandar políticas de desarrollo. El Universal tituló, o como decimos los periodistas cabeceó, la nota «Crean Ejército de Mujeres», un título que abstrae las problemáticas indígenas de los pueblos mazahuas: migración, desempleo, hacinamiento, pobreza, bajo nivel educativo. En el texto poco se profundiza sobre estos temas, a lo mucho indica las horas que tienen que trabajar diario para el sustento de la familia.
Y es que estas mujeres tienen una historia de resistencia y lucha contra los megaproyectos de integración energética basados en caudales y ríos de agua, formaron parte activa en la discusión en aquella zona sobre derechos y cultura indígena que con propuestas propias elaboraron temáticas importantes, como la participación de las mujeres en la vida comunitaria y social, y nutrieron en este sentido los diálogos de San Andrés.
El periódico Reforma se centró en una crónica de folklore que describía movimientos militares de las mujeres, y hacía énfasis en la pobreza de los indígenas que lo eran por eso, por ser indígenas, ya que al describir la miseria anuló explicar las causas de ella. Una nota adecuada al perfil editorial del periódico.
Esta manera de tratar la información se socializa amplia y sistemáticamente para generar opinión sobre el tema, influyendo de forma general en las respuestas de la sociedad.
La ingeniería del consenso es una herramienta útil para sus propósitos y hegemoniza el discurso, que entre otras cosas permite creer que vivimos en un país democrático y con libertades y que tenemos un gobierno dedicado a resolver nuestros problemas sociales. Un discurso totalizador y efectivo que hace falta analizar y desenmascarar.
Retos y propuestas del periodismo social
Ante esta dramática realidad del poder de los medios, la democracia siempre estará en riesgo, aún y con la cargada ideológica de que el libre mercado, la globalización y la democracia son compatibles, sino es que inherentes.
Aquellas personas comprometidas con el deber de informar, los periodistas, son un sujeto importante para revertir esta tendencia y darle el lugar que merece la sociedad y su relación con los medios de comunicación, con todo y las condiciones más difíciles de desempleo y marginación si uno no se adapta a las exigencias de la empresa, además de las transformaciones tecnológicas de la comunicación y su simplificación laboral.
Como dice el periodista de la Revista Proceso Enrique Maza, la obligación primera del periodista es la fidelidad a la verdad, porque tiene el deber profesional de informar sobre los asuntos públicos. «Del periodista depende que la sociedad tenga elementos necesarios para juzgar la realidad y actuar en consecuencia».
Pero el periodista aislado poco margen de actuación tendrá si no comparte su profesión con sus colegas y, más allá de ellos, con la sociedad en su conjunto, a la que debe su existencia. Por eso para los periodistas es importante este encuentro con el fin de definir junto al pueblo la nación que queremos y así garantizar el ejercicio pleno de las libertades democráticas como la utilización, para fines sociales, de la estructura tecnológica de los medios.
La existencia de un verdadero periodismo, depende de su independencia y libertad y eso sólo se puede ganar en el trabajo cotidiano con responsabilidad social y política y bajo un proyecto de nación independiente, democrático, justo y con autodeterminación.
Para un proyecto alternativo de nación, es indispensable que los periodistas:
1) Actúen con criterio ético de decir la verdad.
2) Reconozcan que todas los ciudadanos tienen el derecho a la información que no pertenece al periodista ni a la empresa en la cual trabaja, ni a los publicistas que mantienen al medio, sino a la sociedad y que ésta debe exigir ser informada de manera oportuna, permanente y completa, con noticias contextualizadas en términos de explicar las causas y consecuencias de los hechos tratados.
3) Vigilen constantemente a los medios, los critiquen y estudien para combatir la censura y la autocensura que en época actual proviene fundamentalmente de los medios de comunicación.
4) Evitar ser el vehículo de intereses de los grupos de poder, oponerse tajantemente a la corrupción y a la fabricación de noticias para venderlas.
Por otra parte, los diversos sectores de la sociedad deben plantear una reforma al régimen de los medios de comunicación.
1) Se deben regular en términos de comprometerlos con programas de interés social, educativo y cultural como metas principales.
2) El negocio de los medios debe ser acotado en términos de sus prioridades empresariales. Los medios deben ser orientados a las necesidades de promoción de respuestas a los grandes problemas que enfrenta la sociedad. No se trata de confiscarlos, sino de dirigirlos hacia el deber ético de crecimiento cultural y cívico de la población.
3) Se debe de instar a las empresas de la comunicación a crear programas propios que fomenten el empleo bien remunerado y no ser vehículos de programas realizados fuera de las fronteras del país.
4) Asimismo se deben promover los medios de comunicación públicos para mantener el equilibrio con respecto a los privados. Es fundamental que toda nación que se precie de serlo tenga un sistema de información y comunicación públicos donde la sociedad participe activamente en los programas y segmentos informativos, sobre los temas prioritarios a resolver y se garantice la independencia del poder político. Un medio público no debe ser un medio de propaganda estatal, sino un medio de gran contrapeso al poder político y empresarial.
5) Se deben de promover los canales educativos y culturales, no basta con la existencia de los canales 11 y 22, sino que además de promoverlos deben de integrarse programas educativos en los medios privados en horarios adecuados para los diferentes integrantes de la familia. Hace falta un canal sobre la investigación tecnológica nacional, otro sobre avances en medicina, uno más sobre los asuntos de interés público.
6) Garantizar la libre asociación de sectores civiles para la conformación de redes de medios comunitarios. En el país tenemos la existencia de cientos de radios comunitarias útiles para las poblaciones locales. No podemos permitir que se persiga el derecho a informar y ser informado, por lo tanto, debe garantizarse el respeto a las formas comunitarias de organización en materia de medios, ser promovidos y protegidos por las leyes.
7) Urge una reforma electoral que acote los gastos de campaña en los medios de comunicación. Los partidos deben de competir en igual de condiciones sin gastar excesivos pagos a las empresas que por lo demás se enriquecen y crean un sistema de corrupción y compromisos entre el poder político y el mediático.
8) Ante las «turbulencias globales», los medios deben de mantener su independencia y priorizar su orientación nacional, autónoma y democrática.
Estas son algunas propuestas que se ponen a discusión en esta jornada de diálogo.
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Ricardo Martínez Martínez es Periodista de Radio Educación