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Timor Oriental

Denunciar el hambre es delito

Fuentes: IPS

La libertad de prensa está bajo fuego en el país más nuevo del mundo, Timor Oriental, cuyo gobierno acosa a un diario que denunció muertes por hambre. El periódico en cuestión, Suara Timor Lorosae, informó este mes de una crisis alimentaria que afecta a miles de personas en los distritos de Los Palos, Suai, Ainaro […]

La libertad de prensa está bajo fuego en el país más nuevo del mundo, Timor Oriental, cuyo gobierno acosa a un diario que denunció muertes por hambre.

El periódico en cuestión, Suara Timor Lorosae, informó este mes de una crisis alimentaria que afecta a miles de personas en los distritos de Los Palos, Suai, Ainaro y Manufahi, y sostuvo que sólo en una aldea de Ainaro murieron de hambre al menos 50 personas.

El gobierno respondió prohibiendo la presencia de los periodistas del diario en conferencias de prensa oficiales, retirando la publicidad oficial y ordenando el desalojo de sus oficinas. Lo hizo pocos meses después de deportar a un periodista australiano al que acusó de «subversivo».

Aunque la escasez de alimentos no es infrecuente en este país de Asia sudoriental, en especial en períodos de sequía, este año el gobierno de Mari Alkatiri ha sido acusado de dejar libradas a su suerte aldeas situadas en las zonas más alejadas de centros urbanos.

El informe sobre el hambre publicado por Suara Timor Lorosae, conocido popularmente por sus siglas STL, apareció en medio de fuertes críticas a la gestión del primer ministro.

El obispo de Dili, Alberto Ricardo da Silva, afirmó que el país sufre por la corrupción y la falta de transparencia del gobierno, y el premio Nobel de la Paz Carlos Ximenes Belo expresó públicamente su preocupación por los problemas alimentarios.

Alkatiri reaccionó la semana pasada ordenando a todos los organismos gubernamentales que boicotearan a Suara Timor Lorosae. También retiró toda la publicidad estatal del diario y prohibió la presencia de sus periodistas a conferencias de prensa oficiales.

Además, el mandatario incitó a la población a dejar de comprar el diario. «Tenemos derecho a mantener relaciones con la prensa seria e independiente y a cortarla con propagandistas sin objetividad alguna», declaró Alkatiri, citado por la agencia de noticias portuguesa Lusa.

Más de 50 periodistas firmaron el miércoles una petición en la que afirman que el primer ministro violó normas constitucionales que garantizan la libertad de prensa.

«Estamos decepcionados por las acciones del primer ministro. Lo que hace a (el diario) STL es contrario a la constitución», dijo a IPS el periodista José Antonio Belo en una conversación telefónica.

«Debemos estar unidos y no hacer concesiones cuando se trata de decir la verdad… Ofrecemos nuestra solidaridad a nuestros colegas en estos tiempos difíciles», agregó.

Timor Oriental fue colonia de Portugal durante cuatro siglos. Tras el retiro de los portugueses, el ejército indonesio invadió el territorio en diciembre de 1975, y comenzó una cruenta ocupación que dejó 220.000 muertos, equivalentes a un tercio de la población de aquel año.

En agosto de 1999, la abrumadora mayoría de los timorenses se pronunciaron en favor de su independencia de Indonesia en un referendo de autodeterminación patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas.

El 30 de agosto de 2001, Timor Oriental celebró sus primeras elecciones libres y democráticas, y el 20 de mayo de 2002 inició su camino independiente, como el país más pobre de Asia y el sexto más pobre del mundo.

El ingreso por persona, el alfabetismo y los indicadores de salud se ubican entre los peores del mundo. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indicó que el ingreso anual por habitante en este país de 800.000 personas asciende a apenas 478 dólares.

Los informes de STL que motivaron el enojo del gobierno fueron verificados por organizaciones no gubernamentales.

Manuela Pereira, del Foro de Comunicación de las Mujeres de Timor Oriental (Fokupers), aseguró que la hambruna es un asunto candente en este país.

En Suai, distrito ubicado a unos 300 kilómetros al sudeste de Dili, Pereira vio señales evidentes de crisis alimentaria, según informó a IPS. «Están tan desesperados por comer que se ven obligados a vender sus casas a precios irrisorios, a veces 120 dólares, para comprar arroz», afirmó.

El hostigamiento del gobierno contra STL también llamó la atención de la organización internacional RSF, que advirtió a Alkatiri desde su sede en París que «el boicot y las amenazas contra publicaciones privadas son métodos indignos de un gobierno democrático».

«Le urgimos a poner fin a todas las restricciones impuestas contra Suara Timor Lorosae», agregó RSF.

Mientras, la Alianza de la Prensa del Sudeste Asiático (SEAPA) informó que el primer ministro Alkatiri también intenta desalojar al periódico de sus oficinas. El gubernamental Departamento de Tierras y Propiedades ordenó a STL a abandonar su redacción en Dili en un plazo de 60 días, indicó la organización.

El presidente de la Asociación de Periodistas de Timor Oriental, Virgilio da Silva Guterres, dijo a la SEAPA que su organización investigará si la orden de desalojo constituye en realidad una maniobra encubierta para reprimir la libertad de prensa.

El desdén hacia los medios de comunicación por parte de Alkatiri quedó en evidencia en mayo, cuando expulsó del país al periodista free-lance australiano Julian King, quien fue detenido dos días en la comisaría central de Dili. Las autoridades afirmaron que King tenía armas en su casa.

En el registro de su vivienda, la policía capturó varios archivos, incluido un informe de la ONU sobre corrupción en Timor Oriental. Luego, las autoridades le dijeron a King que sus papeles no estaban en orden y lo amenazaron con demandarlo por «posesión de armas» y «subversión».

Alkatiri también lo acusó públicamente de participar en un intento de incendiar la residencia del jefe de gobierno en diciembre de 2002. «Él no es un periodista», sostuvo.

Pero un tribunal en Dili lo absolvió de las acusaciones policiales y ordenó la devolución de su pasaporte. Poco después, fue deportado a Australia.