Bush dijo que Iraq tenía las armas que no tenía. Bush dijo que la Organización de las Naciones Unidas apoyaría la guerra que no apoyó. Bush dijo que la mayoría de los países respaldaría la agresión que no respaldó. Bush dijo que demostraría los vínculos entre Sadam y Al Qaeda que no demostró. Bush dijo […]
Bush dijo que Iraq tenía las armas que no tenía.
Bush dijo que la Organización de las Naciones Unidas apoyaría la guerra que no apoyó.
Bush dijo que la mayoría de los países respaldaría la agresión que no respaldó.
Bush dijo que demostraría los vínculos entre Sadam y Al Qaeda que no demostró.
Bush dijo que devolvería al pueblo iraquí la soberanía que no devuelve.
Bush dijo que respetaría los derechos humanos que no respeta.
Bush dijo que encontraría las armas que no encontró.
Bush dijo que terminó la guerra que no termina.
Bush dijo que tras las elecciones comenzaría el repliegue que no comienza.
Y entre tantos dichos y decires, y fraudes electorales, y fraudulosos pavos que resultaron ser de plástico, y galletas Prezler fraudulentas que en lugar de alimentar embriagan, y televisivos y falaces frascos con viruela que mostrar como evidencia de las inexistentes armas, y repugnantes exhibiciones de torturas y secuestros en Guantánamo, Afganistán e Iraq… Bush que se reelige y que declara, en apolegética amenaza, tras tres faraónicos días de millonaria investidura, su glorioso papel, encomendado por Dios, de instaurar la libertad y la democracia en el mundo.
La «prensa libre», sin apelar a las comillas, ni a la sorna, sin ironía que valga, ni duda que alerte o paréntesis que alarme, sin el habitual sarcasmo cuando es Fidel el que dice, cuando es Chávez el que habla, reprodujo, en grandes titulares, la demencial proclama:
«Bush dice llevará la libertad al mundo».
«Presidente Bush dice instaurará la libertad»
«Bush dice impondrá la democracia»
«Presidente Bush dice hará del mundo un espacio de progreso y libertad».
«Bush dice establecerá la libertad en todo el mundo»
Y pasan los meses, mientras se reiteran las mentiras, las mismas canallas falsedades que ya escucháramos antes, en boca de Bush, de Condoleezza Rice, de Donald Rumsfeld… y la prensa que se proclama libre, la servil como ninguna, las recoge, amplia y multiplica, sin la habitual criticidad a la que apela cuando es Cuba la que dice o Venezuela la que habla.
El 4 de julio acaba de celebrarse en Estados Unidos con exhibiciones de fuegos artificiales. La prensa, la acéfala, divulga el espectáculo. Los otros fuegos, los que se abaten sobre Afganistán o Iraq, lo que arrasan y queman, no es prudente que se filmen, tampoco los muertos que regresan a Estados Unidos sin disfrutar la victoria prometida.
A Bush no le importan, a la prensa tampoco.
Bush vuelve a repetir el viejo y manido discurso.
«Bush dice que insurgencia iraquí no detendrá democracia»
«Bush dice que permanecerán en Iraq hasta la victoria»
«Bush dice estadounidenses debemos tener coraje»
Bush dice… Bush dice… Bush dice… Bush dice…Bush dice…sólo los muertos callan.