Las caricaturas de Mahoma que ha publicado un periódico danés han desatado un debate, sobretodo entre los medios de comunicación, sobre la supuesta «libertad de expresión» de la que gozamos en occidente y de cómo cada vez más nos afrontamos a un supuesto «choque entre civilizaciones». La verdad es que este discurso se plantea desde […]
Las caricaturas de Mahoma que ha publicado un periódico danés han desatado un debate, sobretodo entre los medios de comunicación, sobre la supuesta «libertad de expresión» de la que gozamos en occidente y de cómo cada vez más nos afrontamos a un supuesto «choque entre civilizaciones». La verdad es que este discurso se plantea desde los medios, sus «intelectuales» y las elites políticas desde una doble moral y gran una hipocresía.
Para empezar, algo que se ha obviado de forma deliberada desde los medios, es lo que hizo este mismo periódico hace tres años. El Jyllands’posten, un periódico conservador y de derechas, rehusó publicar una caricatura donde se mostraba la resurrección de Cristo. Su razón fue porque podría herir sensibilidades entre la comunidad cristiana. Pero aquí no acaba la historia de este periódico. En 1984 hizo una campaña constante contra el artista danés Jens Jørgen Thorsen, elegido para pintar una pared de una estación de tren, donde el artista había dibujado a Jesús desnudo con el pene erecto.
En este caso, la «libertad de expresión» que clama este periódico y la mayor parte de la prensa occidental deja mucho que desear si tenemos en cuenta estos dos hechos que ni mucho menos fueron aislados. La provocación racista de este periódico va mucho más allá. En 1922 este mismo periódico publicaba sobre la victoria de Mussolini en Italia: «este hombre fuerte, que es exactamente lo que es Mussolini, es lo que la gente de Italia necesita». En 1933 abogaba directamente para que se estableciera una dictadura en Dinamarca como la italiana.
En 1992 Henrik Christenson, miembro de la organización hermana de En lucha en Dinamarca, fue asesinado en una atentado por un grupo neo-nazi. Fue este mismo periódico el que empezó una campaña para intentar difundir la noticia de que Henrik estaba manipulando explosivos. En 2001 apoyo la campaña del partido de derechas, Venestre Party, gracias a una coalición con el anti-inmigrante y anti-musulman Danish People’s Party.
Esto son los precedentes nada «objetivos» de un periódico que mostró unas caricaturas hechas y publicadas para ofender. En una de ellas se podía observar a Mahoma con una bomba en su turbante, en otra a Mahoma en una nube avisando a unos cuantos «terroristas suicidas» de que pararan porque estaban «acabando con todas las vírgenes».
Así que lejos de tratarse de un caso de «libertad de expresión», las intenciones del periódico iban mucho más allá. Se trata simple y llanamente de puro racismo e islamofobia, algo que ha estado aumentando en Europa y en el Estado español desde los atentados del 11-S.
Doble rasero
A eso han seguido las manifestaciones de apoyo de muchos de los medios de comunicación de aquí y, por supuesto, también de muchos de los políticos.
El doble rasero de los medios de comunicación con la supuesta «libertad de expresión» está otra vez presente en todo este tema. No solo no han dicho ni una palabra de los antes expuesto sobre el periódico danés, sino que tendrían que dar muchas explicaciones sobre su supuesta libertad de publicar.
Han sido muchos los medios que se llaman a si mismos liberales, que han criticado a Jiménez Losantos y a la COPE por entre otras cosas, ir más allá de su libertad de expresión, pero nadie esta dudando de que el periódico de derechas danés en nombre de esa «libertad» pueda insultar y menospreciar a la mayoría de musulmanes. No solo eso, en nombre de esa supuesta «libertad» no hace tanto, la mayoría de medios cerraban filas en torno a una ley de partidos que ilegalizaba a gran parte de la sociedad vasca y permitía cerrar a más de un medio de comunicación, entre ellos el «Egunkaria».
Por otra parte, los medios no han dudado en ponerse del lado de «ley» cuando de ha tratado de detener desde los atentados del 11-M, a diestro y siniestro a través de la «ley antiterrorista» y sin ningún tipo de pruebas a decenas de musulmanes por el simple hecho de serlo. Un ejemplo claro de ello fue la detención el mes pasado de Osama, un activista de Badalona, que gracias a la movilización de los movimientos sociales fue liberado sin cargos (más información en la página 4 del En lucha de este mes).
A eso se le suma declaraciones como las de Mariano Rajoy, atizando el odio hacia los musulmanes y creando un falso «ellos y nosotros», condenando los ataques a las embajadas occidentales en varios países. Evidentemente a Rajoy eso le parece un acto de «violencia sin precedentes», pero no le parecía nada violento la guerra y la ocupación en Irak, la cual cada día se cobra más vidas y ya llega a más de 100.000 personas muertas.
De hecho, la ira expresada en muchos puntos de Oriente Medio es parte de la frustración de la gente de esos países delante de la expoliación, invasión y provocaciones de los estados occidentales. La «guerra contra el terror» que Bush y Blair están llevando a cabo no deja indiferentes a miles de personas que la sufren en sus propias carnes y que están hartos y hartas de una opresión sin fin.
A eso se le debe sumar el imperialismo encubierto del Gobierno de Zapatero en Afganistán. Allí también ha habido reacciones contra las caricaturas de Mahoma. Estas no han sido nada más que una respuesta a cinco años de ocupación extranjera de un país que continúa sumido en la miseria. La intervención de tropas españolas en Afganistán para parar las protestas, hecho que ha confirmado el ministro de Defensa Bono, rompe con el mito de que las tropas españolas están allí en una misión «humanitaria». Otra vez, nada más lejos de la realidad. Se ha comprobado que cuando se la necesita para reprimir las protestas de los propios afganos son un instrumento más de ocupación en manos de los mandos militares de los propios EEUU.
Cómo se vayan a desarrollar las cosas de ahora en adelante dependerá en parte de la respuesta que pueda dar la izquierda, sin caer en la trampa de las divisiones racistas y promoviendo la unidad entre movimientos sociales y las organizaciones musulmanas. Solo de esta manera podremos atraer a miles de personas que ven en estas caricaturas un paso más hacia la criminalización de los musulmanes y un aumento del racismo como chivo expiatorio.
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Manel Ros es miembro de la redacción de En lucha