Las fábricas recuperadas suponen una de las luchas sociales más relevantes en Argentina. Tras la crisis de 2001, como respuesta a los problemas laborales, trabajadores de cientos de empresas decidieron apoderarse de ellas y gestionar la producción. Actualmente, a causa de la fragmentación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) generada por los personalismos de […]
Las fábricas recuperadas suponen una de las luchas sociales más relevantes en Argentina. Tras la crisis de 2001, como respuesta a los problemas laborales, trabajadores de cientos de empresas decidieron apoderarse de ellas y gestionar la producción. Actualmente, a causa de la fragmentación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) generada por los personalismos de sus dirigentes, trabajadores de las cooperativas han dejado de reconocer a la dirección del MNER. Proponen reorganizarse en un movimiento nuevo, donde se refleje la autogestión y la democracia directa que ya viven en sus trabajos.
Todavía sin nombre, sin representaciones, sin definiciones marcadas, un grupo de cooperativas gestionadas por sus trabajadores decidieron embarcarse en la conformación de un espacio nuevo donde verdaderamente se sientan representadas y puedan construir en forma colectiva el tipo de movimiento que los cobije.
De esta manera, a partir de la crisis del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) que los aglutinaba, trabajadores del Hotel BAUEN, Gráfica Patricios y Viniplast impulsaron reuniones informales junto a otras cooperativas.
Los dos últimos años el MNER se había transformado sólo en un nombre desprestigiado por la política y los personalismos de sus dirigentes. De tinte peronista, con un dilema de interpretaciones, había nacido en aquel convulsionado 2002, con el objeto de aglutinar y participar en la recuperación de las empresas. Su política se basaba en la reivindicación, en el marco de un proyecto de consolidación industrial nacional, de la ocupación de fábricas como una nueva forma de luchar contra la desocupación. Sin embargo el desempeño de sus dirigentes estuvo lejos de esa proclama. Los trabajadores dijeron «¡basta!», ignoraron a las dirigencias originarias y comenzaron a autoorganizarse para refundar, no sin resabios, un nuevo movimiento cooperativo, ya teniendo en claro que ésta vez querían ser voz propia del espacio del que formarían parte.
Construcción colectiva
De esa forma, el 5 de agosto pasado 11 cooperativas localizadas en Buenos Aires se reunieron en un plenario para comenzar a repensar una forma de construcción colectiva. Las definiciones aún no están cerradas, pero sí existe la intención de buscar otro tipo de relaciones sociales solidarias cuyos valores organizativos intenten encaminarse a la horizontalidad, la cooperación recíproca y la transmisión del conocimiento acumulado por las experiencias anteriores, así como acompañar, en concreto, tanto los conflictos venideros como los procesos una vez recuperados.
En la jornada plenaria estuvieron presentes el Hotel BAUEN, La Nueva Esperanza (ex Global), Viniplast, Ceres, Cooperpel, Lácteos Monte Castro, Gráfica Patricios y Rabbione. Se sumaron como invitadas las cooperativas La Unión de Miramar, el Frigorífico de Bahía Blanca (actualmente en conflicto), entre otras. En un documento todas concluyeron: «El MNER está agotado, y es necesario fundar una organización nueva».
La ocupación, la experiencia concreta de lucha y las relaciones de explotación desembocaron en el planteo de construir otro tipo de articulaciones entre empresas. De esa manera, las cooperativas decidieron conformar una mesa horizontal con dos representantes por empresa, de carácter revocable, cuyo compromiso es incentivar y crear las condiciones para la participación de base a través de reuniones abiertas, espacios comunes y actividades grupales de integración como instancias de democratización de las herramientas de información a través de publicaciones resolutivas e informativas.
Otro de los principios hace referencia a las formas de organización: la no autoexplotación ni la explotación. Se trata de una de las bases asumidas por las cooperativas. En ese sentido, se plantearon instancias de concienciación sobre qué es ser un trabajador de una empresa recuperada, qué implica el compromiso colectivo, social y de cooperación mutua tanto dentro de cada uno de las empresas como con el resto de las cooperativas. Esta concienciación estaría asentada en trabajar sobre «quienes somos», «no olvidar de dónde venimos», «no perder la memoria de todo lo que pasamos».
Desde esta perspectiva, el debate también debe estar abierto para los socios que tratan como empleados al resto de sus compañeros. El molde que traen los compañeros de la experiencia anterior donde había una relación de patrón-empleado, lleva en algunos casos (sobre todo a los socios originarios) a querer ser patrones de los socios nuevos y en otros a falta de compromiso, donde sólo cumplen horario y no se comprometen, como si fueran sólo empleados.
Por otra parte, ante la falta de formación técnico-administrativa se estableció que, si bien esta tarea está fuertemente centrada en cada una de las cooperativas, el movimiento tendrá la responsabilidad de promocionar y propiciar todas las capacitaciones y especializaciones que estén dirigidas a completar la formación del conjunto de los compañeros y el perfeccionamiento en cada uno de sus perfiles. La formación remite a aumentar la rentabilidad, con el objeto de abrir fuentes de trabajo y sumar más trabajadores desocupados al empleo autogestionado.
Falta de legislación
La inexistencia de una legislación que ampare a las empresas recuperadas supone que el paso a la legalidad dependa de la voluntad del juzgado de turno o a la legislatura de la jurisdicción, en caso de que el conflicto se dirima en alguno de los dos poderes. Por ello plantearon la necesidad de diseñar estrategias que conlleven a expropiaciones definitivas de los bienes muebles e inmuebles.
De tal desprotección legislativa se desprenden otros problemas estructurales a resolver, como la falta de créditos que frena la renovación tecnológica, la imposibilidad de efectuar aportes jubilatorios y la tenencia de una cobertura médica. Ante estos aspectos, el plenario dio cuenta de la necesidad de atribuir un rol más amplio al nuevo movimiento. Aún los planteamientos son frescos, entusiastas e intentan poner en escena el protagonismo de trabajadores que se animaron a pelear por sus fuentes de trabajo y desafiar, muchos sin saberlo, el sistema social que se encarga de repelerlos.
«Sabemos lo que no queremos pero todavía no sabemos hacia dónde vamos», expresó Cecilia Casablanca integrante del nuevo espacio. Eso sí, ya están pensando otro nombre que los identifique. Uno de los propuestos evoca el protagonismo que los pone en escena como partícipes, no sólo en el proceso productivo, sino también en la dirección de la empresa: Asociación de cooperativas argentinas sin patrón. Sea este u otro nombre, la reorganización de los trabajadores siempre es una forma de descolonizar el orden vigente.
Zanon: por la gestión obrera
Los obreros de la planta cerámica de Zanon vienen llevando adelante una serie de movilizaciones para exigir a los diputados que den curso al proyecto de «Expropiación definitiva». Tras la reforma constitucional provincial, un articulado dispuso que la legislatura estará obligada a tratar cualquier proyecto de «iniciativa popular» que cuente con el apoyo de 8.000 firmas de sus habitantes. En mayo, los obreros presentaron el proyecto acompañado de 19.600 firmas. Logró tener carácter parlamentario. Pero los legisladores siguen sin dar respuesta, lo que ha llevado a incrementar las protestas de apoyo. En ese marco, en octubre vence el plazo que el juez de la causa les otorgó, un año atrás, para la explotación de la planta. No obstante, los obreros no esperan. La gestión sigue creciendo y las obras solidarias ya son naturales. Este mes incorporaron 15 nuevos trabajadores, construyeron una vivienda para una familia de niños huérfanos, continúan donando cerámicas a sectores sociales de bajos recursos y aportando fondos para trabajadores en proceso de lucha.
Cara y cruz para el BAUEN
Los trabajadores del autogestionado Hotel BAUEN volvieron al trote en la pelea por la expropiación. Tres meses atrás, un fallo judicial contravencional favoreció a la cooperativa al momento que dio el aval a la declaración de posesión del bien, levantó la clausura administrativa y abrió cauce a una investigación penal sobre los ex propietarios por presunto vaciamiento empresarial y falso testimonio. Sin embargo, la jueza de la causa comercial, amparándose en la petición de restitución de sus dueños y la ley votada en diciembre del año pasado de llamar a una mesa de concertación a 120 días para negociar las condiciones de devolución, exigió a los trabajadores la presentación de informes sobre la situación de la cooperativa. Mientras tanto, los trabajadores dan la batalla en la legislatura para lograr que los legisladores voten el proyecto modificatorio presentado por el jefe de Gobierno que reemplazaría al sancionado en diciembre del año pasado. A su vez, la cooperativa, a través de diputados nacionales, presentará un proyecto de ley de expropiación en el Congreso argentino.