El 28 de mayo de 2007 se inauguró Televisora Venezolana Social (TVes), el proyecto bolivariano de una estación de televisión comprometida en lo social y alejada del consumismo. Ese mismo día, Telemundo y Televisa -las dos corporaciones gigantes de la televisión hispana-, peleaban en las cortes de Estados Unidos para ver cuál de ellas lograría […]
El 28 de mayo de 2007 se inauguró Televisora Venezolana Social (TVes), el proyecto bolivariano de una estación de televisión comprometida en lo social y alejada del consumismo. Ese mismo día, Telemundo y Televisa -las dos corporaciones gigantes de la televisión hispana-, peleaban en las cortes de Estados Unidos para ver cuál de ellas lograría mantener derechos de exclusividad sobre un actor de telenovelas involucrado en un caso de alegada corrupción de menores. Como si lo anterior no fuera suficiente para un guión de traiciones, intriga y corrupción moral, la disputa legal -que aún no ha terminado- incluye en su historial una decisión de la Corte de Apelaciones del Onceavo Circuito de Atlanta, emitida el 10 de mayo de 2007, donde se analiza en detalle el fenómeno del negocio de telenovelas en la cultura hispana de Miami. Y aquí, como en toda buena telenovela hecha en Florida, nadie ha escatimado en el uso de artimañas, insultos, encuentros secretos y mentiras. Televisa y Telemundo se han sacado ellas mismas los trapos sucios.
Atrévete a olvidarme
Todo comenzó en una reunión placentera el 20 de enero de 2000 en México. Ese día, el actor oriundo de Sonora, Juan Mauricio Islas, firmó un documento de oferta de sus servicios a Televisa, nombre colectivo con que se conoce a tres corporaciones mexicanas: Grupo Televisa S.A., Televisa S.A. y Televisa Talento de S.A. de C.V. Dicen las malas lenguas que Televisa venía cortejando a Juan Mauricio desde 1990 y que incluso lo había enviado en varias ocasiones a tomar lecciones de actuación para telenovelas. Televisa aceptó la oferta de Juan Mauricio el 26 de enero de 2000, pero añadió ciertas condiciones y penalidades al contrato. Este duraría por siete años, durante los cuales el actor no podría actuar para ninguna otra compañía de telenovelas. De romper el arreglo de exclusividad, tendría que pagar siete millones de pesos mexicanos en penalidades a Televisa.
En el año 2000, hay que reconocer, Juan Mauricio Islas estaba en demanda como actor de telenovelas. Televisa tenía grandes planes para él en Estados Unidos. Las novelas de esta compañía no se transmiten directamente desde México al exterior, sino que se mercadean internacionalmente a través del Grupo Univisión, cuyas oficinas de ventas están en Miami, Florida. Televisa posee 15% de las acciones de Univisión.
En octubre de 2003, sin que Televisa lo supiera, Juan Mauricio comenzó a reunirse en secreto con los representantes de Telemundo en Hialeah, Florida. Aunque estos sabían del contrato entre Juan Mauricio y Televisa, le ofrecen al actor un nuevo contrato de exclusividad. Juan Mauricio lo firma el 7 de noviembre de 2003 y un mes después anuncia públicamente en Miami que su relación con Televisa está terminada. Telemundo, que no cree en falsas promesas de actores, le había hecho un depósito condicional de un millón de dólares en el Banco Nacional de México. El dinero, sin embargo, no estaría disponible hasta que el actor renegara en público de sus vínculos con la cadena mexicana.
Televisa, por supuesto, no vio con buenos ojos el acercamiento entre Juan Mauricio y Telemundo. El 5 de enero de 2004 les dio un ultimátum. Si Juan Mauricio no se presentaba a firmar novelas en México en tres días, se procedería con una demanda en contra de Televisa. Telemundo desoyó la advertencia y comenzó a grabar el 12 de enero en Hialeah una novela titulada Prisionera , en la cual Juan Mauricio saldría de galán. El mismo día, bajo el calor de la pasión, Televisa radicó en la corte de distrito federal de Miami una demanda de interferencia maliciosa su un contrato del año 2000. Ahora no sólo quería que Juan Mauricio regresara a México, sino que perseguía que Telemundo le pagara millones en compensación por alegados daños maliciosos.
Pero en enero de 2004, no solamente Televisa y Telemundo querían quedarse de forma exclusiva con Juan Mauricio Islas. También la policía del condado de Dade-Miami andaba buscándolo; en este caso, para arrestarlo por supuesta corrupción de menores. Según la orden de encauzamiento, éste había abusado sexualmente de Génesis, la hija de José Luis Rodríguez «El Puma.» Eventualmente, Juan Mauricio es arrestado y le imponen una fianza de $7,500. Telemundo, al enterarse de que el actor podía ir preso, consigue a Gabriel Porras para que lo reemplace en la novela Prisionera . Ahora nadie quería mucho al actor oriundo de Sonora, que terminó pagando una multa y sentenciado a trabajo voluntario. No obstante, Televisa prosiguió en las cortes federales de Estados Unidos con su reclamo legal en contra de Telemundo por daños derivados de la interferencia contractual. Por aquello de que no hay mayor coraje que el provoca la traición, sea verdadera o imaginada.
Duelo de pasiones
A primera vista podría pensarse que el enfrentamiento de Televisa y Telemundo es uno desigual, que no hay paridad entre las fuerzas contendientes. Televisa, según el expediente legal, es el mayor productor de programas de entretenimiento en toda América Latina y exporta novelas y otros espectáculos a Estados Unidos. El Grupo Univisión, que como dijimos mercadea sus productos desde Miami, controla el 80% del mercado estadounidense de comunicaciones en español. Esto incluye la Internet en español (Univisión Online), la producción de discos (Univisión Music, Fonovisa y Disa Records) y las transmisiones radiales (Hispanic Broadcasting Corporation.). Cerca de 19% del capital de Univisión es propiedad de Venevisión En el año 2001 Televisa, Univisión y Venevisión dieron el salto a la época de la globalización al entrar en un acuerdo multifacético sin precedentes en los medios de comunicación hispanos. Bajo este arreglo, el Grupo Univisión cuenta hasta el año 2017 con derechos exclusivos de transmisión en Estados Unidos de la programación de Televisa y Venevisión. Para que no quepan dudas de cuál es el proyecto comercial de Univisión, el 2 de marzo de 2007, Joe Uva se convirtió en el director ejecutivo del conglomerado de las comunicaciones. Éste había trabajado hasta entonces como director de una de las empresas de publicidad más gigantes del planeta: Optimum Media Direction (OMD, por sus siglas en inglés), cuyo volumen de operaciones alcanza a más de veinte mil millones de dólares anuales. Entre los clientes de ODM en América Latina se encuentran personajes conocidos, como Exxon, Mobil, Jonhson & Jonhson, Pepsi y Phillips. OMD es la segunda agencia de estrategia y compras de medios en el mundo, con más de cien oficinas en más de 80 países. Trabaja estrechamente con las compañías de publicidad como Batten, Barton, Durstine y Osborn (BBDO) y con McDonalds. Dicho sea de paso, A. Jerrold Perenchio, quien fue director de Univisión hasta abril de 2007, posee una fortuna personal de dos mil setecientos millones de dólares y contribuyó, según el New York Times (octubre 28, 2004), con la friolera de cinco millones de dólares a la campaña para la reelección de Bush en el año 2004. Es el tercer socio en Univisión.
Por su parte, Telemundo no se queda atrás. Es propiedad de Telemundo Communications LLC, que a su vez pertenece a NBC Universal Inc. Su programación aparece en ciento veinte mercados a través de treinta y seis estaciones afiliadas y 700 compañías de cable. Sus transmisiones pueden verse en quince países. Sólo Univisión la supera en el mercado hispano de Estados Unidos. Entre ambas controlan la casi totalidad de las comunicaciones electrónicas en español en ese país. En fin, no se trata tan sólo de dos amigas, sino también de dos rivales enfrascadas en un duelo de amores, odios y pasiones.
Destilando amor
El 20 de enero de 2000, cuando Televisa y Juan Mauricio Islas firmaron el primer contrato de exclusividad, salió al relucir el tema de en qué lugar se dilucidarían los problemas de interpretación que pudieran surgir bajo el mismo. Como se trataba de una época idílica entre las partes, Televisa acordó que fuera en México y que se aplicara la ley de ese país a cualquier disputa. Al fin y al cabo, tanto Juan Mauricio como Televisa son mexicanos. Pero una cosa es el amor y otra el interés por la patria. El 12 de enero de 2004, para sorpresa de todo el mundo, Televisa radicó su demanda no en México, sino en la corte de distrito del Sur de Florida. Amparándose en las leyes estadounidenses, Televisa argumentó que el caso era uno de diversidad; o sea, de una compañía extranjera (Televisa) en contra de una corporación norteamericana (Telemundo). Además, como el contrato entre Juan Mauricio y Telemundo se firmó en Hialeah, la ley de Florida y no la de México debería, según ellos, prevalecer. Los abogados estadounidenses llaman a esto una disputa procesal en torno a la opción de ley. ¿Qué llevó a Televisa, una corporación mexicana a radicar su caso en Miami y a pedir que se aplicara la ley de Florida? El interés, por supuesto: las leyes estadounidenses -contrario a las de México- permiten una acción de daños y perjuicios por la interferencia maliciosa con un contrato ajeno. Una vez se prueba malicia, la acción deja de ser contractual y permite daños tanto compensatorios como punitivos. La cuantía de estos últimos no está controlada por ley ni tiene que guardar proporción con las pérdidas económicas. ¿Y como respondió Telemundo, la compañía estadounidense propiedad de NBC? Pues exigiendo que el caso se escuchara en México bajo la ley de México. Esa decir, la compañía estadounidense quería la ley de México; y la de México, quería la de Estados Unidos. Lealtades cruzadas.
El 10 de junio de 2004, la corte de distrito federal en Miami emitió una decisión a favor de Telemundo dictaminando que cualquier disputa entre las partes tenía que dilucidarse bajo las leyes de México. Pero Televisa, que cuando se trata de dinero no siente obligación de seguir lealtades nacionales, apeló el caso ante la Corte de Apelaciones del Onceavo Circuito de Atlanta. El 10 de mayo de 2007 -apenas hace tres semanas- la corte apelativa revocó la decisión de Miami y ordenó un juicio entre Televisa y Telemundo, en Miami y con las leyes de Florida. Ahora es cosa de esperar a ver qué pasa, si siguen peleando o llegan a un acuerdo para poner fin a las diferencias. El caso se conoce como Grupos Televisa, S.A. vs. Telemundo Communications Group, Inc, U.S. Courts of Appeal, Eleventh Circuit, (May 10, 2007) y puede leerse en el sitio de la corte de apelaciones.
Dice una historia, común en Puerto Rico, que el amor y el interés se fueron al campo un día. Allá se abrazaron fuertemente, como en la novela de Fernando Colunga y Victoria Ruffo. Mas, poco a poco se fue imponiendo el interés hasta que el amor quedó relegado a un segundo plano. Igual le pasó aquí a Televisa y Telemundo con sus respectivas lealtades nacionales. Al final, más pudo el interés que el amor que tenían a sus países. Así se destila el amor patrio entre estas corporaciones, a fuerza de dólares y de pesos.
Laberintos de desinformación
En los últimos días, Televisa y Telemundo -muy a pesar de su agria disputa en las cortes de Estados Unidos- han hecho causa común para atacar la decisión del gobierno revolucionario de Venezuela de no renovar la licencia de RCTV. Los noticieros de ambas compañías mediáticas han ido un poco más allá, afirmando que se trata de una conspiración a nivel continental entre los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador para alegadamente poner trabas al derecho de expresión. Pero los datos presentados en este artículo revelan todo lo contrario. Son Telemundo y Univisión las que efectivamente cuentan con los medios tecnológicos y financieros para controlar el flujo de información y noticias a través de todo el continente latinoamericano. Y no sólo cuentan con los medios, también tienen un plan en marcha, que Joe Uva -presidente de Univisión- describe en términos de «comprar simultáneamente las compañías de publicidad y los medios de comunicación masiva» en cada uno de los países de nuestro continente. Uva bautiza su plan como «consolidación de la compra de medios de comunicación social y optimización del presupuesto.» México, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Panamá y Uruguay son los países en que se ha enfocado hasta ahora la atención de Optimum Media Direction, de Telemundo y de Univisión. Una vez que, por ejemplo, compañías como Univisión adquieren control sobre los medios locales de comunicación masiva, se procede a la maximización de las ganancias, mediante la reducción de personal, la eliminación de las uniones de trabajadores y el freno de los aumentos salariales. Es decir, lo que se implementa es la centralización agresiva de los recursos mediáticos en manos de unas pocas corporaciones gigantes que propulsan el neoliberalismo en el plano de las comunicaciones. Para ello, cuentan con relaciones de alianza estratégica con Disney, American Online (AOL) y Netscape. Hasta la producción, distribución y venta de libros en América Latina se espera que pase progresivamente a manos de estas multinacionales de la comunicación. Es decir, las que están conspirando activamente a nivel continental son Univisión, Telemundo y las grandes agencias de publicidad, no los gobiernos revolucionarios de América Latina.
Ahora bien, ¿cómo opera la manipulación mediática? Es este un punto sobre el cual las fuerzas progresistas debemos profundizar nuestro análisis, pues no basta con poner en evidencia el grado de concentración y centralización de capitales en la industria de las comunicaciones. La cultura y la ideología tienen sus reglas propias, que son la materia prima a partir de la cual operan los medios de comunicación masiva. Un aspecto central lo es, sin dudas, la continua censura de ciertos temas y noticias en los medios televisivos, fuente principal de información para las masas trabajadoras en prácticamente todos los lugares del mundo. Hay ciertos temas que no se tocan y si se tocan se hace de manera desvirtuada. Pero igualmente importante parece ser la confluencia cada vez mayor entre la noticia y el entretenimiento. Al Gore, ex-vicepresidente de Estados Unidos, ha acuñado un término muy interesante para definir el contenido de los medios noticiosos por cadenas como NBC, ABC y CBS. Se trata, dice él, de un «asalto a la razón humana.» Los medios comerciales no simplemente censuran ciertas noticias, sino que fabrican un clima de entretenimiento que suprime el lado racional de la comunicación de masas, tornando a las personas en receptoras pasivas de información cuya relevancia social escapa a la mente [Ver: Gore, Al. The Assault on Reason. Penguin Press. May 22, 2007]. Este «asalto a la razón humana», que es la norma en la programación televisiva en Estados Unidos, se está extendiendo rápidamente a la comunicación en la Internet, lo que explica la alianza entre las grandes cadenas televisivas y varios de los servidores, como AOL. Claro está, Gore no está ni mucho menos libre de pecados, pero vale la pena considerar sus reflexiones acerca del estado de la manipulación ideológica en la sociedad norteamericana, pues él obviamente ha tenido acceso a información que generalmente no está accesible a otros analistas. Decimos que Gore nos está exento de pecados, pues sin la ayuda del gobierno de Estados Unidos y sus funcionarios, Telemundo y Univisión no serían hoy lo que son. Esto es particularmente cierto en lo que toca a la facilidad con que obtienen permisos para transmisiones internacionales vía satélites y el masivo influjo de dinero que obtienen en publicidad para el complejo militar y la promoción de la guerra de Iraq.
El derecho a la información
Ante este asalto a la razón humana que hoy impulsan las multinacionales de la comunicación y la publicidad en América Latina, corresponde a las fuerzas progresistas de todo el mundo apoyar los esfuerzos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador en la defensa del derecho de los pueblos oprimidos a estar informados, al control de sus recursos culturales. Se trata de un fenómeno internacional que hoy frena la capacidad de las masas oprimidas de actuar y pensar libremente, de no estar sujetas a la manipulación nociva de sus pensamientos. El imponer controles sociales a la desinformación y el generar medios alternativos de prensa y entretenimiento, son los mecanismos claves que nos permitirán derrotar esta ofensiva del capital en el plano de la ideología. No es una tarea fácil, pero tampoco es imposible. Mientras tanto, que Telemundo y Televisa sigan con su telenovela y triste moralidad de amigas y rivales.
Referencias:
- Grupo Televisa vs. Telemundo Comunications Group, Inc., 20 Fla., L. Weekly Fed. C 587.
- Univisión: La Empresa y la junta directiva. Univisión.net.
- Univisión: La Historia. Univisión. Univisión. net.
- A facturar se ha dicho. Martes Financiero, Septiembre 23, 2003. Martesfinanciero.com
- Joe Uva, CEO de Univison Communications. 2 de marzo de 2007. produ.com
- Private Political Donations Can Carry a Business Price. New York Times, October 18, 2004.
- Telemundo Communications Group. Inc. May 30, 2007, hoover.com.