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Rebelión obrera en el Puerto de Mar del Plata

Fuentes: Rebelión

La rebelión obrera que estalló en el principal puerto pesquero de Argentina, Mar del Plata, puso al desnudo una situación de super-explotación y también una larga serie de complicidades de las autoridades nacionales, provinciales y municipales, en el ámbito laboral, impositivo y en el manejo de los recursos naturales. Un poco de historia La pesca […]


La rebelión obrera que estalló en el principal puerto pesquero de Argentina, Mar del Plata, puso al desnudo una situación de super-explotación y también una larga serie de complicidades de las autoridades nacionales, provinciales y municipales, en el ámbito laboral, impositivo y en el manejo de los recursos naturales.

Un poco de historia

La pesca en la Argentina es un negocio de 1.000 millones de dólares al año en exportaciones, sin embargo esta actividad permanece fuera de las noticias de los principales diarios o canales de televisión del país.

La rebelión que mantuvo paralizado al puerto de Mar del Plata durante más de dos semanas fue protagonizada por el sector de trabajadores más duramente explotado de la pesca marplatense, los fileteros, peones y envasadores, y puso al desnudo una serie de complicidades que arrancan con la entrega de los recursos pesqueros a la Comunidad Económica Europea durante el gobierno de Ménem, y que continúan bajo el Gobierno de Kirchner, quien no ha cambiado en nada la política pesquera e incluso ha profundizado la explotación del recurso pesquero, y se desparrama por el gobierno provincial que hace la vista gorda ante el trabajo en negro (no registrado), las condiciones de trabajo de semi-esclavitud y la evasión de impuestos. Mientras tanto el gobierno municipal hace como si no tuviera nada que ver con la actividad pesquera. Como condimento adicional están las sospechas recurrentes sobre la relación de las exportaciones pesqueras con el narcotráfico.

En el aspecto laboral, el trabajo en negro siempre existió en el puerto de Mar del Plata, pero este era una parte marginal del negocio, era una maniobra que los empresarios utilizaban para procesar excedentes de materia prima. Sin embargo, durante la época menemista se convenció a muchos trabajadores de que la mejor manera de ganar dinero era trabajar en «cooperativas», ya que de esa manera se iba a ganar más y pasarían a ser «socios» en vez de obreros. De esta manera, estas «pseudos-cooperativas» pasan a ser una parte sustancial del proceso económico de la pesca marplatense. Queda claro que estas «pseudocooperativas» surgen como creaciones de la patronal, poniendo a su frente a testaferros, amigos o parientes, como una forma de evitar tener empleados registrados, evadir las cargas impositivas y hacer frente a las variaciones en la provisión de materia prima (el pescado). Este sistema funcionó durante 15 años, y en la práctica solo sirvió para legalizar todos los abusos que se pueden imaginar en cuanto a explotación obrera, horarios interminables, malas condiciones de trabajo, falta de ropa de trabajo, despidos, sanciones, listas negras, denuncias judiciales, etc. Un grupo de trabajadores dijo basta.

El Puerto paralizado

El conflicto comenzó en la empresa Valastro-Giorno, uno de los «cinco grandes» de la pesca marplatense (los otros cuatro son: Mellino, Moscuzza, Solimeno y Di Leva), e involucró a unos 800 trabajadores de 8 «cooperativas». Los reclamos eran la registración laboral y 980 pesos de sueldo garantizado por mes. El inicio fue por falta de materia prima para trabajar, esta situación deja a los obreros sin ningún tipo de salario o cobertura. Durante el desarrollo del conflicto se han sumado «cooperativas» de otras empresas, llegando a ser unas 17.

Después de 17 días de mantener el puerto paralizado, los trabajadores del pescado nos dieron una lección de decisión, dignidad y lucha, ya que soportando el frío, el granizo, la hostilidad de la mayoría de los medios periodísticos de la ciudad, una contra-marcha organizada por la patronal y sus aliados, y la amenaza constante de represión, se llegó a un acuerdo que garantiza un salario mínimo de 800 pesos al mes y la formación de una comisión que en 100 días debe resolver el tema de la registración laboral.

Este triunfo es un primer paso hacia el blanqueo de toda la actividad pesquera y la única garantía de que esto se lleve a cabo es la organización de los trabajadores y la comunidad para hacer cumplir el acuerdo y poder continuar la lucha por mejores condiciones de trabajo, mejores salarios y un buen manejo del recurso pesquero.