En estos días, el visitante que cruza la frontera mexicana desde Tijuana a San Diego es confrontado por una enorme valla que reza «Alto a la invasión de frontera». Patrocinados por aliados del grupo de vigilancia anti inmigrante Minutemen, hay otras inscripciones parecidas que insultan a los ciudadanos mexicanos que cruzan la frontera en Arizona […]
En estos días, el visitante que cruza la frontera mexicana desde Tijuana a San Diego es confrontado por una enorme valla que reza «Alto a la invasión de frontera». Patrocinados por aliados del grupo de vigilancia anti inmigrante Minutemen, hay otras inscripciones parecidas que insultan a los ciudadanos mexicanos que cruzan la frontera en Arizona y Texas. La última ironía es que la crisis de invasión está ocurriendo de hecho, pero las señales, al parecer, podrían estar en la dirección equivocada.
El periodista Mike Davis precisó que, en una ‘realidad parada de cabeza’, poca gente -y menos fuera de México- se ha tomado la molestia de darse cuenta que a cambio de todas las «nannies», cocineros, criadas y jardineros que han ido al norte para atender las formas de vida de lujo de los republicanos furiosos, masas de gringos han estado acometiendo al sur para gozar de retiros gloriosos de bajo presupuesto y de segundos hogares comprables en México.
El número de americanos del norte que viven en México ha crecido en la última década de 200.000 a 1 millón (una cuarta parte de todos los expatriados de EEUU). Con más de 70 millones de estadounidenses que están aguardando expectantes su retiro dentro de las próximas dos décadas, los expertos predicen ‘una marejada’ de inmigración barata buscando climas cálidos. La generación de «baby-boomers» [nacidos entre 1946 y 1964] no está simplemente emplumándose para un retiro eventual, sino también está especulando cada vez más en propiedades y condominios mexicanos llevándose sus tiendas tipo Hooters, Burger King y Starbucks. La demanda de tierra está subiendo el valor de la propiedad, en detrimento de los habitantes locales, que junto a sus niños terminan viviendo en tugurios o simplemente se ven forzados a emigrar al norte, mostrando el lado de la medalla del aumento de la ‘invasión.
La huella de la pisada del gringo es mucho más grande (y trae consigo consecuencias geopolíticas más significativas) en Baja California, en un proceso de esta época que, si no es frenado, probablemente produzca una marginalización social intolerable y la devastación ecológica.
De hecho, ya han ocurrido las dos primeras etapas de la anexión informal. Debajo de la bandera del NAFTA, California meridional ha exportado centenares de sus industrias tóxicas y fábricas sobre explotadoras a las zonas de maquila de Tijuana y Mexicali. La Pacific Maritime Association, que representa a las principales compañías navieras de la costa oeste, ha ensamblado fuerzas con corporaciones coreanas y japonesas para explorar la construcción de un nuevo gran puerto de contenedores en Punta Colonel, 240 km al sur de Tijuana, que socavaría el poder del sindicalismo portuario de San Pedro y San Francisco.
En segundo lugar, decenas de miles de jubilados estadounidenses y de residentes de invierno se arraciman ahora en ambos extremos de la península. A lo largo de la costa del noroeste, desde Tijuana a Ensenada, un anuncio reciente para una conferencia sobre propiedad inmobiliaria se jacta de que ‘ actualmente hay 57 desarrollos para construir 11.000 hogares de condominio por un valor de inventario superior a 3 mil millones de dólares, todos de propiedad inmobiliaria engranada para el mercado de EEUU».
Mientras tanto, en el final tropical de Baja, ha surgido un enclave de expatriados de EEUU en una franja de veinte millas entre Cabo San Lucas y San José de Cabo. Los Cabos se han convertido en un archipiélago de puntos calientes inmobiliarios, en donde los valores aumentan continuamente en dos dígitos como parte del juego del capital especulativo. A juzgar por el registro de planos privados en el aeropuerto local, Cabos esencialmente se ha convertido en un suburbio de Orange County, el hogar del capítulo más vehemente de los Minutemen.
Davis precisó que muchos californianos meridionales, ricos evidentemente, no ven ninguna contradicción entre combatir hoy la ‘invasión extranjera’ con sus amigos conservadores de la Newport Marina y mañana volar bajo para gozar las comodidades de su inversión en Cabos.
La Villa de Loreto es uno entre varios proyectos multimillonarios en dólares de propiedad inmobiliaria en desarrollo para el mercado de EEUU: otros 6.000 hogares para expatriados en el adornado México colonial del Mar de Cortez. El proyecto de 3 mil millones de dólares de Loreto se jacta de que será la última palabra en diseño verde, explotando energía solar y restringiendo el uso del automóvil. Coincidentemente, hinchará la población de Loreto de sus actuales 15.000 habitantes a más de 100.000 en una década, con una clase de consecuencias sociales y medio ambientales que ya se pueden advertir en la periferia de tugurios de Cancun y de otros «mega-resorts».
Una de las atracciones irresistibles de Baja es que ha preservado una rusticidad primordial que ha desaparecido en otras partes del Oeste. Los residentes locales, incluyendo a un movimiento ambiental indígena muy elocuente, acarician este paisaje incomparable, pues mantiene la supervivencia de un ethos igualitario en los pueblitos de la península y en las pequeñas aldeas de pescadores.
Sin embargo, gracias a la invasión silenciosa de los «baby-boomers» del norte, mucho de la historia natural y de la cultura de frontera de Baja podrían ser barridas lejos en la siguiente generación. Entonces, el problema es como lo precisa Tom Engelhardt, de Tomdispatch: ‘No hay frontera para trabajar si usted tiene su propio avión’.
Fuente:
TomDispatch.com, September 19, 2006
Autor: Mike Davis
Título: «Border Invaders: The Perfect Swarm Heads South»
http://www.tomdispatch.com/index.mhtml?pid=122537
Estudiantes investigadores: Rachel Icaza y Erica Haikara
Evaluador académico: Francisco Vazquez, Ph.D.
Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)