La tarea más elemental de una fuerza revolucionaria es esforzarse por unir a los trabajadores y a los explotados en general para luchar por sus reivindicaciones más apremiantes. El eje de este empeño, en el momento actual, es desarrollar la reivindicación de que la crisis capitalista la paguen los capitalistas. Este planteo expresa dos ideas […]
La tarea más elemental de una fuerza revolucionaria es esforzarse por unir a los trabajadores y a los explotados en general para luchar por sus reivindicaciones más apremiantes. El eje de este empeño, en el momento actual, es desarrollar la reivindicación de que la crisis capitalista la paguen los capitalistas. Este planteo expresa dos ideas fundamentales: 1) la defensa del trabajo y de los salarios; 2) las nacionalizaciones sin indemnizaciones y el control obrero que permitan asegurar, en las condiciones sociales concretas actuales, la garantía del trabajo y de las remuneraciones de los trabajadores. La bancarrota internacional del capitalismo ha concentrado las aspiraciones principales de las masas en un contexto de lucha contra el capitalismo, o sea en un contexto anticapitalista. No es por casualidad que todos los días aparezcan expresiones gráficas o mediáticas y manifestaciones tanto individuales como colectivas que denuncian al capitalismo como organización social. Son las primeras tentativas de formación de una subjetividad o conciencia diferentes a las del pasado. La expresión más notoria de este cambio tiene lugar en los países más desarrollados, esto porque es allí donde el pasaje de la euforia capitalista a la bancarrota capitalista ha asumido la forma más brusca.
El desarrollo de esta nueva expresividad popular se manifiesta también en Argentina. El 24 de marzo pasado, cuando se rememoraban 33 años del golpe de la dictadura asesina, la reivindicación que presidió la marcha estuvo referida a la crisis capitalista y a que la paguen los capitalistas (las únicas expresiones disidentes fueron el MST y el PCR, que no admitían alusiones que pudieran afectar a los patrones de la soja). En otro plano, el Plenario Obrero que se está desarrollando en Córdoba, para luchar por la prohibición de los despidos y las suspensiones -tiene el mismo carácter, o sea de un agrupamiento que reclama el reparto de las horas de trabajo y el ajuste de los salarios por inflación-, dos reivindicaciones anticapitalistas. Ambas plantean imponer la lógica de las necesidades de los trabajadores, en oposición a la discrecionalidad del capital y de las patronales para manejar las fuerzas productivas. También en Jujuy hay un bloque de numerosas organizaciones sociales y políticas, en el cual participa el Partido Obrero, con planteos anticapitalistas. La posición anticapitalista se distingue de la socialista en que defiende las viejas reivindicaciones de las masas en un contexto de derrumbe capitalista y que no vacila en hacerlo por medio de todos los métodos de movilización a su alcance, pero no plantea una estrategia de transformación social por medios revolucionarios, ni prepara sistemáticamente las condiciones de esa revolución a través de la teoría y de la práctica, y por medio de la propaganda, la agitación y la organización. Una coalición anticapitalista es un frente único de lucha por las reivindicaciones elementales de los explotados en un contexto de derrumbe del capitalismo y, por lo tanto, de transición política y socia!.
Plantear el desarrollo de una coalición anticapitalista es, en primer lugar, desarrollar la conciencia del cambio de las condiciones de la lucha que plantea el derrumbe del capitalismo. La bancarrota del capital obliga a sacudir la rutina y a plantear las viejas necesidades en una nueva perspectiva, o sea a desarrollar nuevas propuestas y plantear nuevas posibilidades.
Una campaña electoral, como la que ya tenemos en curso, debe servir para desarrollar la tendencia anticapitalista que plantea la nueva situación histórica y la de las propias masas. La unificación de las luchas con una perspectiva anticapitalista les da a esas luchas una fisonomía política. En donde más se manifiesta la necesidad de desarrollar una coalición anticapitalista es en todos aquellos focos de reagrupamiento como el Subte, la oposición de Foetra, la Fuba, los centros secundarios y la docencia universitaria, la oposición combativa de Suteba y los innumerables movimientos de oposición y de lucha docentes en las provincias, y los agrupamientos que se desarrollan en papeleros, en metalúrgicos, en los mecánicos (en particular de Córdoba). Es en este terreno que se ganará con toda certeza contra la tentativa de la centroizquierda sojera de llevar a los obre! ros industriales de las regiones agrarias al remolque de la patronal rural.
Comencemos por lo más sencillo: solicitar opiniones, propuestas y organizar reuniones para darle forma a la iniciativa. Las páginas de Prensa Obrera se abren para que discutamos las posibilidades de una coalición anticapitalista.