¿Qué no se ha dicho ya desde la izquierda, acerca del papel de los medios de comunicación en contra de los procesos de cambio en América Latina? ¿Qué no han dicho ellos, para que nosotros evidenciemos (desde los escasos medios con los que contamos) una y otra vez su dependencia a unos intereses políticos que […]
¿Qué no se ha dicho ya desde la izquierda, acerca del papel de los medios de comunicación en contra de los procesos de cambio en América Latina?
¿Qué no han dicho ellos, para que nosotros evidenciemos (desde los escasos medios con los que contamos) una y otra vez su dependencia a unos intereses políticos que siempre van en contra de todo lo que huela a progresismo?
A ver si se puede decir algo más, con la ayuda de un par de ejemplos.
1- El pasado 15 de febrero el pueblo venezolano fue a las urnas para decidir si habilitaban o no, la posibilidad de que el presidente Hugo Chávez -junto a los demás cargos elegidos mediante el voto- pudiera ser reelecto todas las veces que el pueblo así lo considere necesario.
Chávez ganó con poco más del 54 por ciento de los votos y durante la noche salió al balcón del Palacio de Miraflores de Caracas para festejar junto a sus seguidores.
¿Qué fue lo primero que dijo Chávez esa noche?
Qué había triunfado la verdad por sobre la mentira.
¿A qué se refería?
A la campaña mediática plagada de mentiras que los medios de comunicación habían lanzado para desprestigiarlo.
¿Cuál es la reflexión?
Que los medios de comunicación son el principal enemigo de Chávez, por eso es lo primero que nombra al momento de festejos. Lo segundo es que los medios de comunicación no son transmisores de noticias, son la noticia en sí misma (desde el momento en que el presidente de una nación debe referirse a ellos prioritariamente), esto los ubica en un plano de protagonismo político que años atrás hubiera sido impensado (y que además no se corresponde con su supuesta función).
2- Un mes después, más exactamente el 16 de febrero, se reúnen en Cumaná (Venezuela), los presidentes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y el mandatario boliviano, Evo Morales, propone la creación de un consejo de Derechos Humanos del ALBA para contrarrestar a otros organismos similares que siempre operan en contra de los procesos de liberación (entiendo que se refiere a la OEA y a su dependiente Comisión Interamericana de Derechos Humanos).
Pero el contenido de ese Consejo de Derechos Humanos propuesto por Morales en el seno del ALBA es novedoso, dice Evo que investigará actos de terrorismo, injerencia política, atentados contra la autodeterminación de los pueblos y (lo mejor según mi criterio) actos de terrorismo mediático.
3- Esa misma madrugada un grupo de terroristas fue abatido en un hotel céntrico de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (la segunda en importancia en Bolivia y el principal foco de oposición al proceso de cambio) y el gobierno denunció que planeaban atentar contra el presidente Morales y otras autoridades.
A horas del mediodía el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, ofreció una conferencia de prensa en la que llamó a los medios de comunicación a informar con responsabilidad y afirmó que estaba en riesgo la seguridad del Estado.
Era un momento de suma tensión y gravedad institucional para el país, pero uno de los canales privados que emitía el noticiero a esa hora, decidió salir de la imagen del vicepresidente (que estaba ocupando la presidencia en ejercicio por el viaje de Morales a Cumaná) y pasar a otra noticia, y lo hizo justo en el momento en el que García Linera comenzaba a hablar sobre la responsabilidad de las autoridades de Santa Cruz.
¿Qué otra noticia más importante tenían?
Realmente ninguna, era una muestra más de la irresponsabilidad de los medios, no creo que sea exagerado decir que censuraron al presidente en ejercicio del país para evitar que sus televidentes pudieran escuchar algo que les incomodara políticamente. Nuevamente se hace evidente una intencionalidad política que está muy por encima de la obligación y/o la responsabilidad de informar que tienen los medios de comunicación.
Semanas más tarde, y luego de conocida una entrevista en la que el cabecilla de la célula terrorista admitiera que viajaría a Bolivia para crear un ejército con el objetivo de defender a Santa Cruz e incluso de declarar su independencia del estado boliviano, los medios privados siguen llamándolos «supuestos» terroristas.
Esto es terrorismo mediático, porque un grupo de medios de comunicación intenta lavar la cara de un comando que fue encontrado con las manos en la masa, e impide tomar conciencia a la sociedad de la gravedad de los hechos que se están investigando.
4- Siete días después de estos hechos hubo elecciones presidenciales en Ecuador, y Rafael Correa ganó con casi el 52 por ciento de los votos, su seguidor más cercano (Lucio Gutiérrez) no llegó al 30 por ciento.
Cuando Correa saludó a sus seguidores en Quito, ofreció un discurso en el que resaltó que en esta nueva etapa luchará contra el poder corrupto de la prensa, a la que también calificó como mafiosa.
Otra vez la prensa como noticia, otra vez como instrumento de oposición, otra vez destacado su rol en boca de un presidente durante el momento de una celebración.
5- El domingo 10 de mayo en Caracas, Hugo Chávez advirtió a los medios de comunicación. Llamó «loco con un cañon» al director del canal privado Globovisión y declaró lo siguiente: «Lo digo: eso se va a acabar. Ese loco con ese cañón, se van a acabar o me dejo de llamar Hugo Rafael Chávez Frías. ¡Ya basta! Si van a dar un golpe, prepárense, vengan. Si van a hacer guarimba, vayan, los esperamos. ¡Pero no vamos a tolerar más a un loco con un cañón disparándole a todo el mundo! ¡Ya basta! Llamo al pueblo a que se prepare».
El mandatario también indicó que se usarán todos los recursos dentro de la legalidad democrática del país para acabar con los excesos que han cometido los medios recientemente.
6- En este marco de acontecimientos que vive nuestro continente, realicé un viaje en motocicleta por el interior de Bolivia, en un paraje montañoso y alejado de grandes centros urbanos en el Departamento de Chuquisaca, me detuve junto a un grupo de trabajadores que realizabann arreglos en el camino. Comenzamos a dialogar, yo estaba interesado en saber su opinión acerca del gobierno de Evo Morales. El diálogo se estableció principalmente con dos de ellos, manifestaron su apoyo al gobierno y a continuación comenzaron a cuestionar el papel de los medios de comunicación por las permanentes mentiras que difunden. Me sorprendió que en ese lugar, tan alejado de la ciudad, exista tanta conciencia acerca de lo que están haciendo los medios, y que el tema además fuera una prioridad para ellos.
Algunas reflexiones:
Muchas cosas están cambiando en América Latina, cada vez son menos los que creen en la sagrada independencia de los medios, y cada vez son más los que toman conciencia de que los medios no pueden ser intocables, justamente porque no son imparciales ni independientes, y porque están jugando un papel político claramente definido.
Si nos retrotraemos algunos años atrás (en América Latina) podremos recordar que durante las dictaduras o el neoliberalismo, los medios dominantes tuvieron algunos choques con los gobiernos de turno, pero en general les sirvieron a todos como sustento de sus políticas, durante las dictaduras estábamos todos bajo la amenaza de caer bajo el poder de los subversivos comunistas, y los medios hicieron todo lo que tenían a su alcance para evitarlo.
El siguiente caso nos servirá de ejemplo.
El diario Clarín de Argentina, que se ufana de ser un referente de la prensa independiente, publicó lo siguiente en su editorial del 24 de marzo de 1976, cuando Argentina ingresó en la dictadura que implantaría la tortura y la desaparición como política de Estado:
«La economía se encuentra en la etapa vecina al colapso total».
«La violencia subversiva y su accionar criminal exigen ordenar las medidas adecuadas para exterminarla asumiendo la dura responsabilidad del combate».
«Se abre ahora una nueva etapa con renacidas esperanzas».
Demás está decir que Clarín jamás ofreció una disculpa a la sociedad por asumir semejante postura, que a la luz de los hechos y entendiendo su enorme influencia en la opinión pública, serviría para justificar los horrendos crímenes de esa dictadura.
Cuando los «subversivos» fueron virtualmente eliminados por los militares y estos ya no eran necesarios, Clarín se transformó en abanderado de la democracia y los Derechos Humanos, pero ellos mismos habían festejado su llegada al poder, al mismo tiempo que reclamaron su exterminio.
Pasadas las dictaduras y durante el neoliberalismo, estos medios del establishment nos enseñaron que el socialismo real había fracasado y sustentaron esa corriente política que nos llevaba a pensar que la única salida posible eran las recetas del Fondo Monetario Internacional, con sus consiguientes programas de ajuste y privatización.
Durante todos esos años los medios eran libres e independientes, y no tenían mayores conflictos con los gobiernos, pero con la llegada al poder de gobiernos contrarios a las políticas del consenso de Washington, la prensa dominante desató verdaderas guerras nunca declaradas en contra de ellos.
Esto evidenció que no eran libres ni mucho menos independientes, estos conceptos se derriban en los hechos como un castillo de naipes, pero se mantienen en el inconsciente colectivo de muchos, por el constante bombardeo que esos medios realizan para reafirmar su mentiroso apego a esos principios.
Mucho menos puede decirse que son democráticos, porque los medios comenzaron a operar políticamente para destruir procesos o proyectos sociales con los que no acuerdan, y lo hacen a sabiendas de que esos procesos o proyectos sociales, son avalados por las mayorías populares.
Esto lleva a los medios a no mostrar la realidad de sus respectivas sociedades, sino a inventarse una de acuerdo a sus intereses políticos. Cada medio tiene su línea editorial y como tal pueden oponerse a determinado gobierno o ideología. El problema comienza cuando esto se hace en nombre de la libertad o la independencia, y otro problema más grave es cuando para imponer una determinada línea política, los medios juegan con proyectos de desestabilización o golpes de estado, que lamentablemente es lo que siempre ocurre.
Unos medios sustentaban un sistema y el sistema está tratando de cambiar por la voluntad de las mayorías, y esos medios no quieren que nada cambie y se oponen.
De esto subyace un nuevo problema. La existencia de un espectro escrito y radioeléctrico profundamente antidemocrático, donde las ideas del cambio (pese a ser mayoritarias dentro de sus sociedades) no tienen posiblidad de expresarse ya que son marginadas de los medios dominantes.
Agrego dos ejemplos interesantes para entender cómo funcionan los medios, su compromiso con la libertad y la independencia.
En enero de 2006 Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia y dos meses después, los dueños del diario La Prensa de La Paz convocaron a una reunión con todos sus trabajadores. En la misma, la accionista más importante de la empresa informó a los periodistas que debido al riesgo que corría la democracia en Bolivia ante la aparición de un gobierno totalitario, el medio asumiría una política de oposición al gobierno de Evo Morales. La revelación me la hizo un trabajador de este diario.
El 15 de enero de 2007 Rafael Correa hizo lo propio en Ecuador y pocas semanas después los trabajadores del diario El Comercio de Quito vivieron una experiencia idéntica a los de sus colegas de La Prensa. Fueron convocados por la presidenta y directora general del diario, Gaudalupe Mantilla, quien les informó que aquellos que simpatizaban con el socialismo del Siglo XXI podían retirarse del diario, que a partir de ese momento asumiría una postura opositora al gobierno. La denuncia la hizo el militante por los Derechos Humanos ecuatoriano, Alexis Ponce.
Una vez más, podemos pensar que los dueños de los medios son libres de tomar esa decisión, pero en ningún momento les han avisado a las sociedades que consumen sus contenidos, que ellos se oponen al gobierno. Si esos medios de comunicación deciden oponerse a los gobiernos también deben saber que una vez enfrascados en esa batalla, tienen que ser plausibles de sufrir represalias políticas, pues si su objetivo es atacar y destruir los procesos de cambio en sus respectivos países (incluso alentando y justificando golpes de Estado), los gobiernos deben defenderse de sus ataques y, obviamente, deberían tomar represalias políticas contra ellos.
Nos encontramos dentro de un panorama complejo, donde una actividad que debe cumplir una función pública (la de informar) muta hacia la persecución de determinados objetivos políticos (además bajo la bandera de la libertad y de la independencia), y muchas veces -insistimos- implicados en acciones golpistas y desestabilizadoras.
De esto surge una evidente necesidad de articular nuevos medios de comunicación que representen los intereses de las mayorías, o al menos expresen las ideas de cambio que son mayoritarias entre sus sociedades, es un razonamiento básico si tenemos como objetivo la democratización, no sólo de las sociedades, sino de los contenidos comunicacionales existentes en las mismas. Pero cada vez que los gobiernos que representan las ideas de cambio crean un nuevo medio, son atacados por la prensa privada con el argumento de que se está atentando contra la libertad de expresión.
El ejemplo más cercano es la creación del diario Cambio e Bolivia, en enero de este año. El día 11 de ese mes, El Diario de La Paz, uno de los periódicos privados que hace oposición al gobierno publicó un editorial con el título «Prensa gobiernista», en el que podía leerse lo siguiente:
» El ambiente natural de un sistema democrático es la libertad, con sus inseparables atributos de libertad de pensamiento y de expresión, como símbolos más característicos. El reverso de esta medalla son los sistemas totalitarios y extremistas que, en su plan de controlarlo todo, encuentran en la prensa libre su principal obstáculo, buscando suprimirla o restarle eficacia mediante diversos procedimientos, uno de los cuales es precisamente crear prensa paralela y a su servicio, finalidad equivalente a velar la información en el equivocado supuesto de que la opinión pública pueda perder su innata objetividad de apreciación».
Que los gobiernos progresistas creen nuevos medios es una amenaza terrible, porque nuevos medios al servicio de otros intereses significa perder la hegemonía del discurso, acabar con su discurso único, es evidenciar sus mentiras muchas veces.
(Sobre El Diario de La Paz, que se promueve como integrante de la «prensa libre» me permito sugerirle la lectura de mi próximo artículo, en el que detallaré los titulares y editoriales de este medio en los días previos al referéndum mediante el cual los bolivianos aprobaron su nueva Constitución Política del Estado en enero pasado. Ya se podrá imaginar).
Hay otros hechos que se deben destacar ante todo este marco, uno es que el papel trascendente de los medios de comunicación no es sólo materia de análisis de algunos periodistas afiebrados resentidos con el sistema, sino que es un tema que ya está en boca de los mandatarios que lideran los procesos de cambio en nuestra región.
Otra evidencia destacada es que el inmenso poder de estos medios (que conforman una estructura supranacional a la cual supieron barnizar con una capa de intocabilidad) comienza a ser cuestionado por el poder del cambio. Ya no es un tabú cuestionar el papel que están jugando estos medios «libres e independientes» (repasen ejemplos 2, 4 y 5).
Una cuestión más antes de despedirme. A raíz de los últimos dichos del Presidente venezolano (ejemplo 5), la agencia francesa AFP tituló que «Chávez amenaza a los medios críticos recordando que sus licencias son del Estado».
Destaco que AFP califica como «críticos» a medios como Globovisión, pero obviamente no dice que Alberto Federico Ravell, su director, participó en enero -junto a otros dirigentes de la oposición venezolana y a agentes de inteligencia estadounidense- de una reunión en Puerto Rico para organizar la campaña política contra el referéndum que convocó el gobierno venezolano para febrero pasado.
Es evidente que si el director de un medio privado participa de una reunión de este tipo, la línea de su medio de comunicación no es «crítica» como la quieren mostrar, sino de abierta oposición al gobierno, no se olvide que los medios fueron un arma clave en la organización del golpe de estado contra Hugo Chávez en 2002.
El vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, quien había sido nombrado ministro de defensa por los golpistas, resaltó entonces que el golpe se había logrado sin disparar un solo tiro, ya que las armas habían sido los medios de comunicación.
Analizando la actuación de estos instrumentos políticos en la región, suena mucho más sensato quitarles el calificativo de críticos y ponerles el de golpistas y desestabilizadores.