En contra de las recomendaciones de desarrollar las fuentes renovables de energía, Argentina avanza en un proyecto que prevé aumentar su dependencia del carbón, considerado el más contaminante de los combustibles fósiles. Junto al yacimiento minero de Río Turbio, en el sudoeste de la austral provincia de Santa Cruz, un grupo de empresas privadas construye […]
En contra de las recomendaciones de desarrollar las fuentes renovables de energía, Argentina avanza en un proyecto que prevé aumentar su dependencia del carbón, considerado el más contaminante de los combustibles fósiles.
Junto al yacimiento minero de Río Turbio, en el sudoeste de la austral provincia de Santa Cruz, un grupo de empresas privadas construye una central termoeléctrica, que se nutrirá del mineral y proveerá electricidad al sistema interconectado nacional. La usina, resistida por ambientalistas, tendrá una potencia de 240 megavatios, utilizará 5.400 toneladas diarias de carbón y producirá 1,6 millones de toneladas de desechos al año, cuyo destino final no está claro en el estudio de impacto ambiental, según los opositores del proyecto.
Una denuncia de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas de 2009 para que se compruebe sus impactos indica que la planta emitirá 5.000 toneladas diarias de dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.
Pero, además, emitirá dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que generan la llamada lluvia ácida, monóxido de carbono, y efluentes líquidos contaminados con cromo, aluminio, bario, amoníaco, arsénico y mercurio, se detalla. Muchos de estos contaminantes se potencian en las cenizas, tanto en las más volátiles como en los residuos pesados. En esas partículas hay sustancias radioactivas como el uranio o el torio, y también mercurio.
«Lo grave es que esta planta es sólo el primer paso de un proyecto de producción de energía a base de carbón a gran escala», advirtió ante la consulta de IPS el director del capítulo argentino de Greenpeace, Juan Carlos Villalonga.
La Secretaría de Energía proyecta pasar de 0,5 a cuatro por ciento la participación del carbón como fuente para producir electricidad en 2025. Ello se logrará mediante un aumento de la cantidad de estas plantas hasta llegar a producir 3.000 megavatios.
La matriz energética argentina actual es altamente dependiente de los combustibles fósiles, al punto de que 52 por ciento de la electricidad proviene del gas natural, 37 por ciento del petróleo y 0,5 por ciento del carbón.
El resto se genera mediante complejos hidroeléctricos, que colabora con 4,3 por ciento, plantas nucleares con 2,7 por ciento y el resto procede de la leña, el bagazo y otras fuentes limpias y renovables que, por ley, Argentina debería aumentar hasta llevar a ocho por ciento en 2016.
«En momentos en que el abandono del carbón es un imperativo ambiental en todo el mundo, Argentina, que tiene todas las fuentes alternativas para explotar, opta por el camino más sucio», cuestionó Villalonga.
Para Greenpeace, este país podría incrementar la inversión en fuentes convencionales menos contaminantes como gas, hidroelectricidad o combustibles líquidos, y mejor aún si lo hiciera en energía eólica o solar, para las cuales tiene un gran potencial.
«Es muy poco sensato que frente a todas esas alternativas se opte por el carbón, que es la fuente más sucia a nivel local y la que provoca más emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global», denunció.
La construcción de este complejo carbonífero generó rechazo entre vecinos de la Asamblea Ambiental Ciudadana de Río Gallegos, la capital de Santa Cruz ubicada a 300 kilómetros de Río Turbio
Los integrantes de la Asamblea, que participaron en la audiencia pública en la que se informó del proyecto, temen porque los desechos que producirá la mina no tienen un destino definido en el estudio de impacto ambiental.
Para Villalonga, estas deficiencias son conocidas por las autoridades que desembolsaron los primeros créditos para el proyecto al grupo de empresas encabezado por la española Isolux antes de que presente el estudio de impacto.
En cambio, los vecinos de Río Turbio no se oponen. La mina de carbón, que dio origen al poblado en una zona inhóspita, se reactivó en los últimos años mediante fuertes subsidios y la usina asegura la continuidad del desarrollo de la comunidad.
Pero los expertos alertan sobre los riesgos de la quema del carbón. En diálogo con IPS, el médico estadounidense Alan Lockwood, coautor de un informe titulado «Las lesiones del carbón sobre la salud humana», habló de este peligro.
Desde la extracción hasta la disposición final de los residuos, pero sobre todo la quema del combustible, provocan enfermedades respiratorias, cardíacas, ataque cerebral y cáncer, además del daño que se produce en el ambiente.
Lockwood estuvo en Río Gallegos y se reunión con integrantes de la Asamblea y con autoridades de Río Turbio para advertirles de estos impactos, que no sólo alcanzan a los mineros sino a las poblaciones aledañas al yacimiento.
«Cuanto más cerca de la mina se está mayor es el peligro» de contaminación, alertó el médico. Las micropartículas que están en el aire y que son inhaladas contaminan el agua y a los peces con uranio, torio y mercurio.
Villalonga sostuvo que la explotación del yacimiento tuvo sentido a mediados del siglo XX, cuando, debido a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Gran Bretaña suspendió la provisión de carbón a Argentina. Pero ahora resulta anacrónico apostar a esta energía.
El carbón es un combustible fósil abundante en el mundo «pero con serias limitaciones ambientales», advierte Greenpeace en su informe titulado «Carbón: combustible para el cambio climático».
Actualmente suministra 26,5 por ciento del total de la energía primaria global y genera 41,5 por ciento de la electricidad del planeta. El 75 por ciento de las reservas están en apenas cinco países, que son Estados Unidos, Rusia, China, Australia e India.
Pero «el abandono del carbón es un imperativo climático», advierte el informe, debido a que se trata del combustible que posee la mayor capacidad de emisiones de gases de efecto invernadero, que alteran el clima.
En el caso de Argentina, el proyecto de la Secretaría de Energía de aumentar la participación del carbón en la matriz energética hará que crezcan las emisiones de dióxido de carbono.
«La total parálisis en el desarrollo eólico nacional contrasta con la dinámica en el desarrollo de la cuenca carbonífera», alerta el estudio.
Fuente original: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=95355