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Debate medieval

Fuentes: Rebelión

Son las doce de la noche del miércoles 14 de julio de 2010. Me cuesta creerlo. Muy a pesar mío, decidí tragarme (sí, esa es la palabra) más de 5 horas de debate parlamentario, decidí que iba a aguantar la mayor cantidad de senadores y senadoras posible de las y los 48 que se habían anotado […]

Son las doce de la noche del miércoles 14 de julio de 2010. Me cuesta creerlo. Muy a pesar mío, decidí tragarme (sí, esa es la palabra) más de 5 horas de debate parlamentario, decidí que iba a aguantar la mayor cantidad de senadores y senadoras posible de las y los 48 que se habían anotado para hablar. Hice fuerzas enormes para bancarme esta farsa de los debates y los argumentos, de enojos y respuestas, en fin, ese show mediático que montan entre nuestra clase política y los medios masivos de comunicación, eso que nos quieren hacer creer que tiene algo que ver con la democracia. Y dejé de hacer cosas importantes para poder escuchar esto, dejé de ir a una reunión donde se iba a discutir sobre el maldito Código de Faltas de la Provincia de Córdoba, ese Código retrógrado, oscurantista, discriminatorio, ese código que se parece mucho, pero mucho, al debate que escuché por tele.

Sucede que luego de tragarme no sé cuántos discursos y pavadas hubo tres cosas que sí me quedaron bien claras: 1) que todas y todos las y los senadores profesan la fe cristiana; 2) que todos y todas tienen un amigo o amiga o familiar homosexual; y 3) que todas y todos leyeron jurisprudencia, doctrina y leyes europeas o norteamericanas. Del resto de cosas, no hubo nada muy claro. Los argumentos de los que votaban a favor pasaron desde que debían hacerlo así por disciplina a su bloque, si bien el proyecto no la convencía mucho, como planteó la senadora por La Rioja, hasta argumentos realmente confusos, biologisistas, fundados en el amor de Dios, o en el no temor al mismo. De igualdad entre ciudadanos/as, tengan las preferencias sexuales que tengan, el color de piel que tengan, las ideas políticas que tengan, de eso, poco y nada.

Entonces las argumentaciones empezaban necesariamente (y sobre todo las de aquellas y aquellos que votaron a favor de la ley) aclarando su pertenencia a la iglesia católica, y seguían en la mayoría de los casos con citas bíblicas. Fundamentaciones enteras giraban alrededor de citas y contra-citas bíblicas. Por momentos tenía que mirar el calendario para tomar conciencia que estaba en el 2010. No podía creer, no puedo creer, que incluso aquellos/as que votaban a favor de la ley por la igualdad de derechos, lo hicieran basados en textos religiosos ¡El Estado es laico! Las discusiones políticas en el marco del Estado deben por ende prescindir de componentes religiosos. Excepto que queramos volver a la inquisición, que retrocedamos al medioevo. Espero que no sea voluntad de este pueblo argentino habilitar hogueras en las esquinas para quemar brujas, ni pensar en enseñanzas religiosas en las escuelas públicas, ni en obligarnos a quienes no profesamos ninguna religión a que digamos que sí lo hacemos. Sería terrible, pero nuestras y nuestros senadores y senadoras no parecen estar muy lejos de eso. (Y después nos vienen a hablar de progresismo, ¡por favor! ¿nos creen estúpidos/as?).

Luego, parece que nadie les avisó a lxs senadores/as que cada vez que alguien quiere parodiar a un racista hace el chiste de: yo tengo un amigo negro, o un amigo homosexual, cuando parodiamos a un homofóbico, y así podríamos seguir con cada tipo de discriminación posible. Y como parece que nadie les avisó, no se cansaron de aclararlo una y otra vez. Ya entendimos, todxs tienen un amigo o amiga o familiar homosexual, ¿y qué? ¿qué hacemos con eso? ¿qué tiene que ver eso con el voto de hoy, o con su actitud patriarcal general, o con lo que sea? ¿qué cambia para nosotros/as ciudadanos/as saber que todos conocen a algún/a homosexual? A mí me interesaría saber, en todo caso, que «los y las representantes del pueblo» (¡Cuánto show, cuanta mentira!) dan discusiones con seriedad, con argumentos, que intentan un país mejor para todos y todas, que piensan en cómo solucionar la situación de las minorías (¿minorías? Siempre me pareció tan absurdo que los que somos trabajadorxs, pobres, desempleadxs, negros/as, no cristianos, homosexuales, originarios de estas tierras, revolucionarios/as, rebeldes, etc.,  somos «minoría»… ¿Quiénes son la mayoría entonces?). Pero no, eso no es lo que sucede, sino que los y las senadoras/es con una falta total de argumentos, desbordando de irresponsabilidad, liviandad y voto mercenario, expresando una total falta de respeto hacia nosotros/as, nos cuentan de los amigos o amigas o familiares que tienen o dejan de tener. Lamentable.

Y llegamos a la frutilla del postre: todos/as, también sin excepción citaron jurisprudencia, doctrina o legislación europea o norteamericana. ¿Esos son lo y las legisladores que tenemos? Sí, esos y esas son los y las legisladores que tenemos ¡Los representantes del pueblo! Claro que nunca aclaran de qué pueblo. Definitivamente no de este pueblo nuestroamericano. Están colonizados/as. Piensan y sienten como europeos, como yanquis. Son extranjeros/as, nos gobiernan extranjeros/as. Son títeres de otra cultura, de otra forma de pensar, de otros intereses. ¿Cómo vamos a poder construir una patria libre si nuestros/as gobernantes están colonizados/as? Tanto show (siempre el show) con el bicentenario ¡y no hubo un solo senador ni senadora que no citara jurisprudencia, doctrina o legislación del norte! Una patria justa, libre y soberana. Cuanto show.

Ahora es casi la 1 de la mañana del jueves, aún no se definió la votación, no sé cómo quedará la cuenta final de los porotos a favor o en contra de la ley que permita el acceso de todos/as los y las ciudadanos/as al matrimonio. A pesar que no entiendo cómo puede haber gente que quiera someterse a esas instituciones tan terribles que creó el Estado, estoy absolutamente convencido que no pueden seguir existiendo ciudadanos/as de primera y ciudadanos/as de segunda, ya sea por tener distintas preferencias sexuales, o por tener distintas ideas, o por ser de otra raza, o de otro país. Son disparates, y por eso mismo ansío que esta ley salga de una vez y que en Argentina comience a pensarse que la democracia no es mala palabra, y que la diversidad no es un peligro para nadie sino una riqueza para todos y todas.

Es casi la 1 de la mañana, y no sé en qué va a terminar este «debate» y esta compra y venta de votos entre el oficialismo y la oposición, pero lo que sí sé es que lo de hoy fue lamentable, que el medioevo no está tan lejos, que la inquisición pide pista, y que si el autoproclamado progresismo fundamenta sus votos en la biblia estamos la verdad muy pero muy mal. Cada vez me convenzo más que la única que nos queda es juntarnos desde abajo, que desde arriba nada bueno puede venir. Qué bien nos vendría «que se vayan todos» de una vez por todas, y podamos como pueblo organizado construir en serio, una patria libre, justa y soberana donde haya lugar para todos y todas. Antes de dormir y para sacudirse un poco la gris mediocridad parlamentaria de encima, con o sin ley: ¡Abajo el patriarcado y viva una sociedad más justa para todos y todas! 
 
Sergio Job es integrante del Colectivo de investigación «El llano» y militante del Colectivo Güemes en el Encuentro de Organizaciones de Córdoba.

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