Entre los muchos nombres que la prensa actual tiene merecidos- monopolista, oligárquica, prensa mercantil, entre otros- creo que la escogida por Rodrigo Viana -vieja prensa- es la más adecuada. No porque lo nuevo sea necesariamente bueno, y lo viejo, malo. Pero en este caso lo viejo equivale a algo totalmente superado por modalidades mucho más […]
Entre los muchos nombres que la prensa actual tiene merecidos- monopolista, oligárquica, prensa mercantil, entre otros- creo que la escogida por Rodrigo Viana -vieja prensa- es la más adecuada.
No porque lo nuevo sea necesariamente bueno, y lo viejo, malo. Pero en este caso lo viejo equivale a algo totalmente superado por modalidades mucho más amplias, democráticas y pluralistas. «Viejo» se refiere a un Brasil antiguo, tradicional, construido por las elites como el país más desigual del mundo. Un país con un sistema político democrático, de acuerdo con los cánones del liberalismo, pero que apenas podía disimular ser una inmensa dictadura económica, social y cultural, en el que una pequeña elite disfrutaba, y transmitía a sus descendientes, la gran mayoría de los activos existentes.
La concentración de los medios de comunicación en manos de unas pocas familias, que hacen una gestión totalitaria de su uso en favor de sus necesidades políticas y económicas es una parte indispensable de la concentración de la riqueza en Brasil. La prensa fue parte del poder oligárquico en toda la historia del país, haciendo y deshaciendo presidentes, participando de la preparación de golpes-como el de 1964- y apoyando regímenes y gobiernos dictatoriales -como el régimen militar- y de derecha – como los gobiernos de Collor, Itamar y Fernando Henrique Cardoso.
La prensa definía los lineamientos del debate en el país, ocultando, a su vez, los problemas estructurales en el Brasil, a favor de los intereses de sus anunciantes, que se encuentran entre la minoría de elite que siempre se enriqueció a la sombra de los gobiernos – de la dictadura a la privatización de FHC, pasando por las maracutaias de Collor.
Una prensa en la que el pueblo no tiene lugar, el pueblo y sus problemas, sus puntos de vista. Por eso sus lectores son cada vez más reducidos a un estrecho círculo de la burguesía y clase media alta en las grandes ciudades. Por eso fue perdiendo poder de influencia, llegando hoy al ridículo de obtener sólo un 4% de rechazo al Gobierno, atacado por ella todos los días en los periódicos, radios y televisiones. Esos medios arman las campañas más gigantescas pero no alteran la opinión de los votantes, alimentan una derecha rabiosa pero aislada de la gente.
Eso no quiere decir que no cause mucho daño al país. El Brasil no será un país verdaderamente democrático sin una profunda democratización de las formas de construcción de la opinión pública, dando espacio y tiempo para todas las voces que se pronuncian hoy ampliamente en dirección opuesta a la orientación de esa vieja prensa.
En estas elecciones, esa vieja prensa es una de las grandes derrotadas. Queda más claro que nunca que se constituirán en Partido y serán derrotados ampliamente. Se abre un espacio para consolidar y ampliar las áreas de los nuevos medios, con sus múltiples manifestaciones. Renovar y dar otra consistencia a TV Brasil, hacer coherente toda la red de televisiones y radios estatales y públicas. Fomentar todas las formas de los medios alternativos – internet, radios comunitarias, periódicos locales, gratuitos y de pago.
Todas las voces floreciendo en Brasil, un país en claro proceso de democratización de la sociedad; que necesita extender esa democratización, derrotando claramente a la vieja prensa, expresión de un país oligárquico y dictatorial; y también allanar el camino para una democracia cultural, que tiene en los medios de comunicación una de sus principales manifestaciones.
Tomado de Carta Maior Traducción de La pupila insomne
http://lapupilainsomne.wordpress.com/2010/09/13/la-vieja-prensa/
http://www.cartamaior.com.br/templates/postMostrar.cfm?blog_id=1&post_id=539