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Enamorado de la Seguridad Cubana escribe en «El País»

Fuentes: Rebelión

Hay amores imposibles que duran toda la vida. Algunas veces el destino castiga a sus protagonistas colocándolos en las situaciones más incómodas para expresar sus pasiones. Juan Jesús Aznarez es un caso digno de estudio. El 24 de mayo de 2005 el redactor del diario El País publicaba un extenso reportaje en que pretendía convertir […]

Hay amores imposibles que duran toda la vida. Algunas veces el destino castiga a sus protagonistas colocándolos en las situaciones más incómodas para expresar sus pasiones. Juan Jesús Aznarez es un caso digno de estudio. El 24 de mayo de 2005 el redactor del diario El País publicaba un extenso reportaje en que pretendía convertir organizaciones españolas de solidaridad y publicaciones de izquierda en una red al servicio de la inteligencia cubana. La indocumentada investigación provocó la burla de unos y la denuncia de otros, pero al parecer en el corazón del reportero no se ha apagado el fuego que, como a casi todo hombre en su condición, lo induce a actuar con torpeza y hasta a caer inconscientemente en el ridículo.

La decisión de la organización Wikileaks de incluir entre sus intermediarios con el público al periódico en que trabaja Aznarez, ha permitido al redactor volver a hacer el papelón con el mismo tema en el que se equivocó hace cinco años. Apoyándose en fuentes tan confiables como las historias que le cuentan los opositores venezolanos a los diplomáticos norteamericanos – reportadas por estos a Washington- el émulo de John Le Carré ha construido bajo el titular «Los espías cubanos actúan por libre en Venezuela y despachan con Chávez» una historia traída por los pelos de principio a fin.

Datos tan secretos como que en un avión caben 350 personas, la duración de las emisiones de Aló Presidente o los programas de salud en beneficio de «sectores desfavorecidos» son los únicos elementos concretos que han podido reunir los empleados de Hillary Clinton en Caracas, en el documento que El País titula «Cable sobre cómo los servicios de inteligencia cubanos tienen acceso directo a Chávez». Sobre esto hay preguntas que el «reportero de investigación» no hace pero que saltan a la vista, como por ejemplo: «¿qué hace la misma misión diplomática que orquestó un golpe de estado hace pocos años reuniéndose con opositores venezolanos?». Aznárez no puede preguntar eso, el medio donde él trabaja fue de los que aplaudió aquella intentona.

El mismo redactor se ve obligado a reconocer en su texto que «no ha sido posible acotar en fuentes independientes la influencia cubana en el núcleo del Gobierno venezolano» porque «el mundo del espionaje» es «opaco por definición», sin embargo, sigue adelante haciendo mala literatura de género. Lo que El País llama «Cable sobre cómo el espionaje cubano dirige operaciones en Venezuela» es la reseña de una reunión de implementación de medidas de contrainteligencia de la embajada norteamericana en Caracas y sus acciones de control sobre propios y ajenos pero de «cómo el espionaje cubano dirige operaciones en Venezuela» no hay una sola prueba.

El «Cable sobre cubanos que piden nacionalidad colombiana» dice solamente que un funcionario colombiano alertó sobre extranjeros que de manera fraudulenta obtienen documentos que se utilizan para solicitar pasaportes, «lo que llevó a la revocación de pasaportes de 24 personas, mientras que otros 340 casos siguen bajo investigación. Los casos más frecuentes son personas de ascendencia libanesa, pero también sirios, jordanos, palestinos, venezolanos y cubanos.» Los cubanos son los últimos de la lista y la palabra espionaje no aparece por ninguna parte pero no importa, sirve para echar más leña al fuego de la intriga.

Pero el documento que más parece haber conmovido al señor Aznarez es la respuesta de la Oficina de Intereses de EE.UU en La Habana (SINA) al cuestionario de rutina sobre el ambiente de seguridad de la primavera de 2009 que seguramente todas las sedes diplomáticas norteamericanas deben enviar a su país varias veces en el año y que en resumen describe los nulos riesgos para el trabajo diplomático en la Isla. Por obra y gracia de su amor imposible, para el gran periodista del gran medio al que Wikileaks facilitó sus archivos, ese es nada menos que el «Cable sobre la eficacia cubana contra disidentes», donde la palabra «disidentes» no aparece nunca y sí se afirma: «La Dirección de Inteligencia y la Dirección de Contrainteligencia del MININT (Ministerio del Interior cubano) son servicios muy profesionales y capaces, son muy eficaces penetrando en las tramas de la isla y persiguiendo a las personas que ellos creen pueden ser terroristas. Debe hacerse notar que para el Gobierno de Cuba, los grupos de oposición son terroristas financiados por Estados Unidos». Un galimatías que presupone en «servicios muy profesionales y capaces» el dislate de confundir «opositores» con terroristas como si la violencia desde territorio norteamericano contra Cuba no fuera un tema totalmente actual aunque silenciado por El País, ¿o será que los diplomáticos norteamericanos cometen el mismo «error» que la prensa española- El País incluido- de llamar «disidentes» a connotados criminales, autores de actos terroristas?

Pocas veces en la historia del periodismo ha existido una estafa de tal magnitud. Hay reglas en la profesión que no deben violarse, como mezclar la vida privada con el trabajo, y «el periódico global en español» -como se autodefine el diario que emplea a Juan Jesús Aznarez debería respetarlas mejor para evitar cosas como estas. No es nada profesional que uno de sus reporteros ponga por delante su amor imposible, y arme un castillo de naipes sin ningún asidero en la realidad. El amor es ciego pero el periodismo no.

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Blog del autor: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2010/12/01/enamorado-de-la-seguridad-cubana-escribe-en-%E2%80%9Cel-pais%E2%80%9D/#more-5005

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.