Preludio Jorge Saldaña1 es uno de los más conspicuos representantes de la terquedad emancipadora en los mass media mexicanos. Ejemplifica con su trabajo el de miles de trabajadores en Comunicación perseguidos, asesinados y silenciados ayer, hoy y siempre. Es un privilegio haber hablado, todas las horas que fue posible, con él. A estas horas México […]
Preludio
Jorge Saldaña1 es uno de los más conspicuos representantes de la terquedad emancipadora en los mass media mexicanos. Ejemplifica con su trabajo el de miles de trabajadores en Comunicación perseguidos, asesinados y silenciados ayer, hoy y siempre. Es un privilegio haber hablado, todas las horas que fue posible, con él. A estas horas México cruza capítulos nuevos -viejos- de censura abierta y soterrada. A estas horas México es un hervidero de desesperanzas, desconfianza, escepticismo, sangre y miedo. Cóctel terrible y funcional para un sistema depredador. Pero a estas horas México, con muchas luchas vivas y promisorias, enfrenta desafíos nuevos en los que luchadores como Saldaña, son fundamentales por su ejemplo de constancia, coherencia e inteligencia. Esto no es una apología. Se lo puede escuchar a diario.2
TELEVICRACIA:
Es idea de Jorge Saldaña, el neologismo «TELEVICRACIA»: «No es que la televisión no haga política… es que la televisión domina al núcleo del poder«… «Sistemática voluntad de dirigir a un pueblo por medio de la imagen y el sonido«… «Pretenden hacer consustancial el concepto de mexicano al concepto televisión«… «Para que creas que todo lo de México le pertenece a la televisión«… «La televisión ha pretendido construir, en México, un pueblo al servicio del poder«.
En el concepto «TELEVICRACIA» Jorge Saldaña sintetiza algunas de las más odiosas calamidades ocurridas en México por el encumbramiento ilegítimo de los monopolios mediáticos como «Agente destructor de capacidades para tolerar la corrupción.» Saldaña responsabiliza a la «TELEVICRACIA» incluso por el «El rezago educativo en México debido en gran parte a la TV…» Cuando Saldaña habla de «la televisión», generaliza -no sin razón- la odiosa experiencia monopólica mexicana y alude al modelo mercantil de corte latifundista que en México reina mayormente bajo el nombre de TELEVISA, pero que no excluye a otros modelos, también oligarcas, imitadores o sucedáneos. Para Saldaña, la «televisión» es fuente de muchos males terribles. Y no se equivoca.
No obstante Saldaña, críticamente, ha trabajado muchas décadas en esa «televisión» que ha hecho metástasis impune en todas las dimensiones del tejido social. Saldaña ha inventado series y programas, televisvos y radiofónicos, que hasta hoy siguen siendo ejemplos de comunicación inteligente y popular, inteligible y disfrutable, por su capacidad de aporte y por su siempre base crítica de la realidad mexicana. Por eso lo han echado de sus trabajos y jamás ha sido ni reinstalado, ni indemnizando. Saldaña mantiene una confianza enorme en que esa «televisión», toxica y corrupta, que él, desde dentro, ha combatido durante muchos años, bien pudiera ser herramienta emancipadora si obedeciera a un proyecto distinto y obedeciera a intereses sociales. Es necesario recordar siempre esa lucha.
La «TELEVICRACIA» no es sólo una definición que sintetiza, brillantemente, un problema inmenso y una lista de monstruosidades ideológicas, es un neologismo y es un frente de lucha que nos exige, a todos, compromiso y participación concreta. Para Saldaña la edad jamás ha sido pretexto para dejar de combatir y hoy, sus años de vida son experiencia valiosísima, que no debe ser desperdiciada ni ignorada. Aunque más de uno se empeñe en recitar que México es el reino de la desmemoria, luchadores como Saldaña deben ser parte de un repertorio obligatorio de aprendizaje e investigación para orientar la práctica cotidiana. Es imperdonable que a Saldaña no se lo pondere y valore, incluso críticamente, en la historia de los medios de comunicación mexicanos y latinoamericanos, es una injusticia que aquí denunciamos enfáticamente.
Que no gane el olvido, que no triunfe la desmemoria. Son muchas décadas de trabajo, las de Saldaña, que no pueden ser soterradas por la impunidad de los censores que una vez, incluso, lo obligaron a exiliarse. Saldaña es uno de esos casos, tozudos y heroicos, que en México ha logrado sobrevivir a pesar de la censura, las envidias y los latifundistas mediáticos para quienes es impensable la diversidad de ideas y voces. Él dice que sobrevive, entre otras cosas, porque «zigzaguea» sin rendirse.
La lista de silenciados por la censura, por la persecución, por las calumnias, por el ninguneo y por el asesinato en México incluye a, por ejemplo, Ricardo Flores Magón. En México los medios mercantiles no son solidarios con los periodistas porque son sólo solidarios con sus intereses comerciales. Saldaña es parte sustancial de la historia mexicana en materia de «medios de comunicación». Es su trabajo un fenómeno social de interés inexcusablemente colectivo y su fortaleza ética es la fortaleza de un trabajador de la comunicación que no se silencia para defender los intereses de los monopolios mass media. Si hubiese un inventario mexicano de trabajadores silenciados y privados de su fuente laboral por defender la Libertad de Expresión, Saldaña ocuparía un sitio referencial que crece con el tiempo en la medida en que nadie lo calla. Y eso se dice fácil pero cuesta una vida.
Jorge Saldaña hizo y hace de las suyas. Es de importancia superlativa para todos nosotros escudriñar de qué medios se ha valido para echar a andar la cuadrilla completa de sus pensamientos en aras de abrir, para todo mundo, territorios de la conciencia emancipadora prohibidos en los mass media permanentemente. Es de importancia suprema, para todas las generaciones, conocer sus métodos y sus planes porque lo más probable es que se trate de ese tipo de talento que contribuirá a revolucionar los medios de comunicación hasta lograr su liberación definitiva contra el modo burgués hegemónico y sus ataduras de moral, ética y estética de mercachifles.
La inteligencia crítica de Saldaña no perdona a nadie y eso se lo agradecen ya varias generaciones de televidentes y radioescuchas, por ejemplo: Con una y mil argucias cierta pandilla de «licenciados» (algunos con título y muchos auto-nombrados) parasitó, con una muy dudosa «Ilustración», al poder político mexicano. Incluso, algunos, inventaron sus universidades genuflexas. Se trata de una plaga antidemocrática, y servil, que extendió su «hegemonía» de saliva hasta el terreno de lo simbólico para hacer reinar la falacia sectaria del «hombre ilustrado» como el caudillo llamado a encabezar a un pueblo analfabeto y/o casi. Saldaña ha opuesto a esta sinvergüenzada histórica su humor irónico infaltable y la sabiduría popular que también sabe burlarse, y defenderse, contra el reino demagógico de los «licenciados» pasados de rosca. Esa revancha inteligente, obra de Saldaña, siempre se agradece. Especialmente cuando se la escucha y ve en los medios que han sido vedados a los pueblos.
Los designios de la «vanidad»
Saldaña confiesa su vanidad con humor y con desparpajo provocador. Eso le permite entablar diálogos con una sinceridad peculiar en la que reina, sobre todo, una irrenunciable necesidad de hacer visible la riqueza humana que habita en la unidad de sus contradicciones. Es un trabajador incesante de la libertad de expresión. Jorge Saldaña ha trabajado en una definición de experiencia comunicacional que durante décadas conectó intensamente con audiencias enormes. Lo hizo gracias a una cartografía intuitiva, y necesaria, que entiende claramente el problema de la inteligibilidad de los mensajes sin dejar de tener riqueza crítica y valor conceptual. Arte mayor que no se encuentra fácilmente en los medios llamados, mal, de «comunicación». Se trata de una cartografía emancipadora, un mapa de las necesidades intelectuales de los pueblos que con su praxis misma, ha contribuido a separar y matizar el conocimiento de la realidad para intervenirla sin tonos moralistas ni didácticos y sin oropeles o bisutería ideológica. Cartografía del pensar y sentir popular profundo con la que distingue y combate toda palabrería y todo uso miserable de los medios de comunicación con sus cenáculos de esnobismo farandulero… reino de maquinaciones mercenarias de quienes cantan epopeyas a sí mismos en transmisiones nacionales. Esta cartografía del penar y el sentir popular que Saldaña ha entendido magistralmente ayuda a que sus seguidores afinen la mirada para distinguir cómo, bajo el imperio de la miseria y la barbarie, la comprensión de la realidad misma es plataforma de impulso para salir de una vida vulgarizada y envilecida por los aparatos mediáticos burgueses. Saldaña es artífice de una especie de homeopatía mediática que, con sus propios ingredientes, tuerce el rumbo y deriva en batalla emancipadora. Hay que verlo.
Saldaña es militante de la imaginación, de la audacia y de la valentía. Ha luchado en un medio y en un México ríspido, árido y embrutecido por el opio mass media. Con audacia y astucia ha escrito páginas imborrables en la Historia de la televisión y la radio en México. Su audacia ha pasado revista al poder burgués con todas sus estratagemas de corrupción, demagogia y transa, inoculadas a la «vida cotidiana», milímetro a milímetro. Saldaña se ha empeñado en ejercer su responsabilidad de liberar los caudales expresivos de un pueblo amaestrado a golpes para que guarde silencio agachón. Ejerce una militancia de comunicación que confía pertinazmente en la educación y en la cultura como fuerzas emancipadoras. Y eso lo castigan sin clemencia los censores del stablishment. Jorge Saldaña es un expedicionario de los límites, y eso más de una vez se lo han cobrado caro los patrones de los latifundios mediáticos.
Hay que conocer y disfrutar el trabajo de Jorge Saldaña, entender sus aportes, sus límites y sus tareas pendientes. Su obra comporta una andanada de tentativas que él no puede controlar, ni con su muy probado oficio de cultor intelectual esmerado y esperanzado. Se trata de un combatiente quijotesco, en su mejor acepción, cuya armadura está hecha con episodios históricos para los mass media mexicanos y para la vida misma del país. Comunicador en combate permanente que se rebela abiertamente contra la palabrería, el «arribismo», que se han encumbrado en las estructuras de los medios de «comunicación» con su moral mercenaria. Saldaña lo sabe y por eso su obra es necesaria a la hora de poner en evidencia la importancia de la comunicación emancipadora como acción directa y como acción transformadora. Como trabajo. Por eso su obra es lucha incesante contra la miseria intelectual y de todas las miserias del neoliberalismo.
Jorge Saldaña aborda los problemas de cada día como quien deambula un campo amplio de posibilidades ciertas y promisorias que avanzan, entre sentimientos y pensamientos, contra los estereotipos. Esgrime sus banderas de rebelión contra la mediocridad reinante. Descubre a la realidad in fraganti. Ese es un arte mayor que logra desbordar las mañas y las alimañas de la «cordura» burguesa en los límites «reales» inventados por el capitalismo como herramienta de alineación sexual, estética, religiosa, poética… Saldaña no elige bifurcaciones en el trabajo de hallar caminos a la libertad de los sentimientos y los humores, para liberarlos con un método. Quede claro que Saldaña ejerce un quehacer concretamente político, es decir, un trabajo con fascinación rebelde, obligatoria y sistemática, frente a la decadencia del sistema y contra una mediocridad apuntalada con «cánones» propios. Saldaña sabe que la lucha contra la vida amarga, decadente y miserable, necesita que seamos capaces de desarrollar la praxis comunicacional transformadora y accesible al lado de los pueblos y no como un repertorio de sabihondos salidos de escuelas, escuelitas o escuelotas de pensadores faranduleros. Sabe que es preciso ganar y mejorar todos los métodos y procedimientos de la comunicación para contribuir a crear colectivamente la vida nueva.
La obra de Saldaña, en estado de renovación y diversificación, ha sido profesión de fe inquebrantable en la humanidad para que se pertenezca a sí misma y pueda elegir libremente. Obra que aborda a la televisión, a la radio, a la prensa, a los libros y a la canción y a la música… obra que es pionera y es testimonio, aguarda aun ser apreciada solidariamente por las generaciones nuevas y por los espacios alternativos, comunitarios, oficiales y de todo género. Obra pionera y tozuda, infatigable y desafiante. Por eso no podemos aceptar que se la sepulte en la vorágine de la saturación mediática hegemónica, no podemos aceptar que se nos olvide o no podemos aceptar que se silencie su trabajo. No podemos aceptar que queden impunes y «archivados» en la desmemoria los episodios de despidos y represalias que ha padecido un talento emancipador como el de Jorge Saldaña. Tenemos la oportunidad de homenajear en vida, y críticamente, su obra, su ingenio y su lucha. Divulgar sus tesis sobre la «TELEVICRACIA», sus programas y su imaginación. Eso, seguro, a él le encantaría, y a muchos de nosotros también. Es de importancia superlativa conocer sus secretos. Hay que oírlo. http://www.oem.com.mx/
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