Cuando se habla de libertad de prensa, cualquiera diría que los que escriben en los periódicos o hablan en los medios televisivos o radiales pueden expresar libremente lo que ellos deseen. Se sabe que bien equivocado está el que crea que eso es posible. En cualquier medio de comunicación se dice lo que los dueños […]
Cuando se habla de libertad de prensa, cualquiera diría que los que escriben en los periódicos o hablan en los medios televisivos o radiales pueden expresar libremente lo que ellos deseen. Se sabe que bien equivocado está el que crea que eso es posible. En cualquier medio de comunicación se dice lo que los dueños acepten que se diga. Los dueños marcan los límites y al periodista que ose salirse de los mismos, lo ponen de patitas en la calle. Los límites pueden ser más estrechos o más anchos, de acuerdo a como le venga en gana a los propietarios de las empresas. Hay periodistas por ahí que se pasan la vida afirmando que ellos gozan de todas las libertades para expresar lo que mejor les venga en ganas, pero esos mismos periodistas saben de sobra donde están los límites que tiene para hacerlo. Toda la libertad que tienen para expresar su opinión está regimentada por la línea editorial de la empresa en que laboran. Que no vengan con la bobería de afirmar que a ellos nadie les pone límites, todos saben que, si no son explícitos, están implícitos. Todos saben jugar con la cadena y no tocar al mono.
Aquí en Miami existen algunos periodistas que se regodean hablando de la libertad que gozan para expresar sus ideas. Claro, las ideas de ellos son las mismas de los dueños de las empresas para las que trabajan y saben perfectamente que, si así no fuera, sería imposible que estuvieran trabajando en esta ciudad. Pero no es solamente en Miami donde ocurren estas cosas. Los grandes medios de prensa, tanto nacional como internacionalmente, re rigen por la estructura de: «Aquí se publica lo que digan los dueños». Cuando quieren crear una campaña a favor de cualquier cosa que defiende sus intereses, la crean repitiendo una y otra vez todo lo que les conviene. Igualmente, cuando quieren silenciar alguna noticia, simplemente la meten en el fondo de la gaveta del escritorio y allí queda sepultada. Por ejemplo, el caso de los 5 jóvenes cubanos que están cumpliendo largas condenas en las cárceles de los Estados Unidos, ha sido totalmente ignorado por la prensa de este país, como también por los grandes medios internacionales, los mismos que siempre están criticando a Cuba por cualquier cosa que allí ocurra o que ellos mismos inventen para tratar de desprestigiar a Cuba y su pueblo. Los cinco fueron condenados injustamente a largas condenas por buscar información sobre posibles actos terroristas en contra de su país. ¿Ha habido alguna campaña en estos medios que tanto hablan de libertad de prensa para denunciar la injusticia cometida? Nada de eso. El silencio ha predominado en esos ilustres medios de la prensa nacional e internacional.
Ahora mismo, en la prisión estatal de California, Pelican Bay, alrededor de doscientos presos continúan una huelga de hambre y sed que empezaron más de mil de ellos el primero de julio de este año como protesta por las condiciones tan horrendas en las que se encuentran los prisioneros de ese centro penitenciario. Algunos de ellos se pasan hasta 23 horas al día metidos en unas celdas a las que les llaman el hueco, que son celdas cerradas a prueba de sonido, de piso de cemento, sin ventanas. ¿Se ha hecho eco la gran prensa de este país de la protesta de esos seres humanos encarcelados de forma peor que si fueran animales? La respuesta, simplemente, es no. Ningún medio de este país se ha hecho eco de la misma durante todos estos días que han pasado desde el comienzo de la protesta. No solamente eso, sino que apenas se puede saber por periodistas independientes de las condiciones de los huelguistas, algunos de los cuales parece que se han negado a ser alimentados con sueros, según fuentes de alguna que otra enfermera de la prisión. Hasta este momento en que escribo este comentario, se le ha negado el acceso a ellos a cualquiera que haya solicitado un permiso para hablar directamente con los presos.
Como cualquiera puede saber, si los grandes medios de este país montaran una campaña mediática para exigir tener acceso a la información directa, seguro que las autoridades hubiesen accedido desde un principio a que se hablara con los reclusos, pero como eso no es importante para los intereses de estos grandes medios, no existe la campaña, ni tan siquiera, hasta el momento, información sobre los hechos que están ocurriendo en esa prisión californiana. Los que se llenan la boca exigiendo la libertad de prensa, callan deshonrosamente cuando los hechos van en contra de sus intereses. ¿Libertad de prensa? Pamplinas, eso existe, como existen las hadas en los cuentos infantiles.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.