Las aparentes incongruencias de este mundo hacen que uno de los países de Latinoamérica más señalados por limitar la libertad de prensa ayer haya concedido asilo diplomático al portavoz de Wikileaks, un ícono de la libertad de expresión y un héroe que compartió con el público mundial información privilegiada. Documentos que nos ofrecieron un panorama […]
Las aparentes incongruencias de este mundo hacen que uno de los países de Latinoamérica más señalados por limitar la libertad de prensa ayer haya concedido asilo diplomático al portavoz de Wikileaks, un ícono de la libertad de expresión y un héroe que compartió con el público mundial información privilegiada. Documentos que nos ofrecieron un panorama inédito de las mentiras y atropellos a los derechos humanos que tejen algunos funcionarios, organizaciones y Estados al completo.
La mayoría de los medios regulares que reportan sobre el caso, no pierden oportunidad de apuntar a Ecuador como un país que restringe la libertad de prensa. Sin embargo, estos medios nunca citan la razón de tales acusaciones: las demandas por injurias que interpuso valientemente el presidente Rafael Correa a los dueños y a un columnista del diario El Universo, así como a los autores del libro «El Gran Hermano».
Menos aún los medios explican que los procesos judiciales fueron ganados en varias instancias por el actual presidente ecuatoriano. Así como tampoco se comenta que fuera este quien amablemente perdonara los 3 años de prisión sentenciados y conmutara los montos de dinero (más de 42 millones de dólares en total) a los difamadores. Los denunciados y famosos diletantes del Cuarto Poder ecuatoriano entendieron como un atrevimiento que Rafael Correa los llevara ante los juzgados. En contrapartida, ellos, tras su derrota ante la ley, utilizarían sus influencias para iniciar una campaña mundial de desprestigio al gobierno que, al parecer, ha calado en el mainstream de la prensa internacional.
Tal vez los periodistas que no reportan estos hechos (y solo se limitan a anunciar una falta de libertad de expresión en Ecuador) no tienen malas intenciones, sino que adolecen de un profundo desconocimiento. Tal ignorancia justificaría el porqué de repetir, cual mantra, que Julian Assange debe responder a cargos judiciales en Suecia, cuando lo que recae sobre él es una simple denuncia. Lo lamentable es que los medios no dejarán de corear este falso dato -a lo loco y a lo loro- obviando que la fiscalía sueca precisa únicamente interrogarlo para que sea luego la justicia quien determine si se le imputan cargos o no. Otro olvido recurrente en la prensa es que el gobierno ecuatoriano ofreció que aquella interrogación se realizase dentro de su embajada en Londres, donde Assange se encuentra refugiado desde el 19 de junio. El gobierno sueco rechazó el ofrecimiento.
Lo que sí haría una prensa caracterizada por un ojo avizor es sorprenderse por el quiebre en las relaciones diplomáticas entre Ecuador e Inglaterra; un profundo enfrentamiento iniciado por Inglaterra que busca la extradición, a un país tercero, de una persona sin cargos judiciales. Un periodismo comprometido reportaría con afectación las escandalosas declaraciones de un Reino Unido que ha perdido toda conciencia del Derecho y Acuerdos Internacionales: un país que amenaza asaltar la embajada ecuatoriana amparado en una ley menor sobre Instalaciones Diplomáticas y Consulares de 1987. Una pluma interesada recordaría y daría crédito a los emails filtrados de la firma de inteligencia Stratfor, por los que pudimos saber que fiscales estadounidenses elaboraron secretamente cargos contra Assange, los que aún deben estar en un sobre esperando hacerse públicos si este pisa tierras suecas o, quién sabe, acabada la contienda electoral norteamericana.
Mientras tanto, a nosotros, los no-periodistas, los espectadores, nos queda contemplar el desenlace de las historias: Observar cómo gran parte de los medios privados de Ecuador (que suponen aproximadamente el 86% del total) siguen atacando al gobierno ecuatoriano, cuando dicen ser ellos los atacados. Ver cómo la prensa internacional continúa nombrando de refilón «la falta de libertad de prensa en Ecuador». Seguiremos atentos al atrincheramiento de la prensa en favor o en contra de Assange. Seremos testigos de cómo toda esta revolución mediática influirá en la probabilísima postulación de Correa a un tercer mandato este mes de agosto. Y, finalmente, nos tocará presenciar los cambios de relaciones entre Ecuador y el bloque Reino Unido-Suecia (con la sombra estadounidense a sus espaldas), así como lo que le deparará el destino al injustamente perseguido Julian Assange.
Fuente original: http://diario16.pe/columnista/17/francesca-emanuele/1920/paradojas-de-la-libertad-de-prensa-en-ecuador