Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
¿Os habéis preguntado alguna vez por qué la desinformación gubernamental gana fuerza?
Lo que he notado es que cada vez que ocurre un episodio sorprendente, como el 11-S o el atentado del maratón de Boston, casi todo el mundo, de derechas o de izquierdas, acepta la explicación del gobierno, porque pueden colgar sus objetivos a su relato.
A los izquierdistas les gustan las historias oficiales de musulmanes que crean incidentes terroristas en EE.UU., porque prueban su teoría del búmeran y les satisface que los desposeídos y oprimidos puedan contraatacar al imperialismo.
A la derecha patriótica le gusta la historia oficial porque prueba que EE.UU. es atacado por su bondad o que las autoridades de inmigración dejaron entrar a terroristas que fueron alimentados por prestaciones sociales, o porque el gobierno, que no puede hacer nada correctamente, ignoró numerosas advertencias.
Diga lo que diga el gobierno, no importa cuán problemático sea, la historia oficial logra imponerse por su compatibilidad con predisposiciones y objetivos existentes.
En un país semejante, la verdad es irrelevante. Solo los objetivos son importantes.
Una persona puede ver esto por doquier. Podría escribir volúmenes para ilustrar que los escritores, impulsados por objetivos que cubren todo el espectro, apoyarán las historias más improbables del gobierno a pesar de la falta de cualquier evidencia, simplemente porque la línea del gobierno se puede utilizar para apoyar sus objetivos.
Por ejemplo, un escritor conservador en la edición de junio de Chronicles utiliza la historia del gobierno sobre los supuestos atacantes del maratón de Boston, Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev, para argumentar contra la inmigración, la amnistía a los indocumentados y el asilo político a los musulmanes. Escribe: «Incluso los sistemas de seguridad de más alta tecnología imaginable fracasarán inevitablemente ya que están abrumados por la inundación de inmigrantes frecuentemente hostiles y peligrosos».
El escritor acepta todas las indemostrables declaraciones del gobierno como prueba de que los hermanos son culpables. El hermano herido que no pudo responder al propietario del bote que lo descubrió y que tuvo que ser asistido en soporte vital logró, de alguna manera, escribir una confesión en el interior del bote.
En cuanto las autoridades tuvieron al hermano encerrado en un hospital en soporte vital, «funcionarios anónimos» y «autoridades que se mantienen anónimas», implantan en los medios la historia de que el sospechoso firma confesiones de su culpa mientras se encuentra en soporte vital. Nadie ha visto ninguna de esas confesiones escritas. Pero sabemos que existen porque el gobierno y los medios lo dicen.
El escritor conservador sabe que Dzhokhar es culpable porque es musulmán y checheno. Por ello, no se le ocurre preguntarse por los objetivos de las fuentes anónimas que se esfuerzan por crear la convicción de la culpabilidad de los hermanos. Eso garantiza que ningún miembro de un jurado se atreverá a votar por la absolución y tendría que explicarlo a familiares y amigos. La regla de que alguien es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad en un tribunal se ha desechado. Esto debería inquietar al escritor conservador, pero no lo hace.
El escritor conservador ve la etnia chechena como indicio de culpa a pesar de que los hermanos crecieron en EE.UU. como estadounidenses normales, porque los chechenos están «involucrados en la yihad anti-rusa». Pero los chechenos no tienen motivos para sentir hostilidad contra EE.UU. Como indica la evidencia, Washington apoya a los chechenos en su conflicto con Rusia. Al apoyar el terrorismo checheno, Washington viola todas las leyes que aplica implacablemente a estadounidenses compasivos que hacen donaciones a obras benéficas palestinas que según Washington están dirigidas por Hamás, una organización terrorista según Washington.
Al escritor conservador no se le ocurre que algo anda mal cuando se establece la ley marcial en una de las principales ciudades de EE.UU. y su área metropolitana, cuando 10.0000 soldados fuertemente armados toman las calles con tanques y cuando se ordena a los ciudadanos que salgan de sus casas con las manos en la cabeza, todo esto en busca de un sospechoso herido de 19 años. En su lugar el escritor culpa al «Estado de vigilancia» de las «consecuencias inevitables del liberalismo suicida» que ha adoptado «el más antiguo pecado del mundo: rebelión contra la autoridad». El escritor se siente tan satisfecho al emplear la historia del gobierno como un camino para dejarse llevar por el romance conservador con la autoridad y lanzar un golpe al liberalismo que no se da cuenta de que se ha alineado contra los Padres Fundadores que firmaron la Declaración de Independencia y se rebelaron contra la autoridad.
Con igual facilidad podría haber utilizado a un escritor izquierdista para ilustrar el hecho de que explicaciones improbables son aceptables si se ajustan a predisposiciones y se pueden emplear al servicio de un objetivo.
Piensa en eso. ¿No crees que es extraordinario que las únicas investigaciones que tenemos sobre sucesos como el 11-S y el atentado del maratón de Boston sean investigaciones privadas, como la investigación de las mochilas: http://whowhatwhy.com/2013/05/20/official-story-has-odd-wrinkles-a-pack-of-questions-about-the-boston-bombing-backpacks/ ? [1]
No hubo ninguna investigación del 11-S. Por cierto, la Casa Blanca se opuso a toda pesquisa durante un año a pesar de las insistentes demandas de las familias de las víctimas. El Instituto Nacional de Normas y Tecnología (NIST por sus siglas en inglés) no investigó nada. El NIST simplemente construyó un modelo informático que correspondía a la historia del gobierno. La Comisión del 11-S simplemente se sentó, escuchó la explicación del gobierno y la escribió. Esas no son investigaciones.
Las únicas investigaciones han provenido de un físico que demostró que WTC 7 se derrumbó en caída libre y fue por lo tanto el resultado de una demolición controlada, de un equipo de científicos que examinó polvo de las torres del World Trade Centre y encontró nano-termita, de arquitectos de edificios altos e ingenieros estructurales con décadas de experiencia y de socorristas y bomberos que estuvieron en las torres y sintieron explosiones en todas las torres, incluso en el tercer sótano.
Hemos llegado al punto en el que ya no se requieren evidencias. Bastan las declaraciones del gobierno. Solo los adictos a la conspiración producen verdadera evidencia.
En EE.UU., las declaraciones del gobierno tienen una autoridad inigualable. Esa autoridad surge del manto ético que EE.UU. se puso en la Segunda Guerra Mundial y en la subsiguiente Guerra Fría. Fue fácil satanizar a la Alemania nazi, al comunismo soviético y a la China maoísta. Incluso actualmente, cuando las publicaciones rusas me entrevistan con respecto al estado peligroso de la libertad civil en EE.UU. y los interminables ataques militares de Washington en el exterior, a veces recibo informes de que algunos rusos creen que han entrevistado a un impostor, no al verdadero Paul Craig Roberts.
Hay rusos que creen que fue el presidente Reagan el que llevó la libertad a Rusia, y como serví en el gobierno de Reagan esos rusos me asocian con su visión de EE.UU. como un faro para el mundo. Algunos rusos realmente creen que las guerras de Washington son verdaderas guerras de liberación.
Las mismas ilusiones imperan entre los disidentes chinos. Chen Guangcheng es el disidente chino que buscó refugio en la embajada de EE.UU. en China. Recientemente fue entrevistado por BBC World Service. Chen Guangcheng cree que EE.UU. protege los derechos humanos mientras que China los reprime. Se quejó a la BBC de que en China la policía puede arrestar a ciudadanos y detenerlos hasta seis meses sin justificar su detención. Pensaba que EE.UU. y el Reino Unido deberían protestar contra esta violación del debido proceso, un derecho humano. Parece que Chen Guangcheng no sabe que los ciudadanos estadounidenses son objeto de detención indefinida sin debido proceso e incluso son asesinados sin debido proceso.
El gobierno chino otorgó a Chen Guangcheng un salvoconducto para que abandonara China y viviera en EE.UU. Chen Guangcheng está tan deslumbrado por sus ilusiones de EE.UU. como faro de los derechos humanos que nunca se le ha ocurrido que el opresor gobierno chino, violador de los derechos humanos, le otorgó el salvoconducto mientras que Julian Assange, después de recibir asilo político de Ecuador sigue confinado a la embajada ecuatoriana en Londres porque Washington no permite a su Estado títere, el Reino Unido, que autorice su salvoconducto a Ecuador.
Tal vez Chen Guangcheng y los disidentes chinos y rusos que están tan enamorados de EE.UU. podrían obtener una cierta perspectiva muy necesaria si leyeran el libro del soldado estadounidense Terry Holdbrooks sobre el trato dado a los prisioneros de Guantánamo. Holdbrooks estuvo en el lugar, formó parte del proceso y dijo a RT: «La tortura y los métodos de extracción de información que utilizamos ciertamente crearon muchas dudas y preguntas en mi mente sobre si se trataba o no de mi EE.UU. Pero cuando pensé en lo que estábamos haciendo allí y cómo lo hacemos, no parecía ser el EE.UU. en el que me alisté para defenderlo. No parecía el EE.UU. en el que crecí. Y esa en sí fue una experiencia muy frustrante». http://rt.com/news/guantanamo-guard-islam-torture-608/ [2].
En un artículo del 17 de mayo en Wall Street Journal.com, Peggy Noonan escribió que el presidente Obama ha perdido su pátina de altruismo. ¿Qué hizo Obama para que le ocurriera esa pérdida? ¿Es porque está en el Despacho Oval aprobando listas de ciudadanos estadounidenses para que sean asesinados sin debido proceso? ¿Es porque detiene a ciudadanos estadounidenses indefinidamente en violación del habeas corpus? ¿Es porque mantiene abierta la prisión de tortura en Guantánamo? ¿Es porque continuó la guerra iniciada por los neoconservadores, a pesar de su promesa de terminarla, y comenzó nuevas guerras?
¿Es porque ataca con aviones teledirigidos a la gente en sus casas, centros médicos y lugares de trabajo en países con los cuales EE.UU. no está en guerra? ¿Es porque su corrupta administración espía a los ciudadanos estadounidenses sin mandato judicial y sin causa?
No. no es ninguno de esos motivos. Desde el punto de vista de Noonan no son ofensas por las cuales los presidentes, incluso demócratas, pierden su pátina de altruismo. Ya no se puede confiar en Obama porque el IRS (Servicio de Impuestos Internos) ha fastidiado a algunos activistas políticos conservadores.
Noonan es republicana, y el error de Obama fue utilizar el IRS contra algunos republicanos. Al parecer, a Noonan no se le ha ocurrido que si Obama -o cualquier presidente- puede utilizar al IRS contra sus oponentes, puede usar el Departamento de Seguridad Nacional y el Estado policial contra ellos. Puede usar la detención indefinida contra ellos. Puede utilizar drones contra ellos.
Todas éstas son medidas mucho más drásticas. ¿Por qué no se preocupa Peggy Noonan?
Porque piensa que esas medidas solo se utilizarán contra los terroristas, exactamente como se supone que el IRS solo se utilizará contra los evasores de impuestos.
Cuando el público y los comentaristas que le informan aceptan el colapso de la autoridad, de la Constitución y la desaparición de sus libertades civiles, quejarse del IRS carece de sentido.
Paul Craig Roberts fue editor de The Wall Street Journal y secretario asistente del Secretario del Tesoro estadounidense. Es autor de HOW THE ECONOMY WAS LOST , publicado por CounterPunch/AK Press. Su libro Economies in Collapse: The Failure of Globalism, fue publicado en Europa en junio de 2012. Su último libro es The Failure of Laissez-Faire Capitalism.
rCR